7 de febrero de 2021

Reyes T Carolina G. 8vo semestre de Educación Caracas-Venezuela 
El proceso educativo siempre ha estado en crecimiento y a la búsqueda de alternativas que asegura el derecho a la población a una educación con calidad, logrando así nuevas y mejores formas de generar aprendizaje significativo.

(derecho-calidad-aprendizaje)

Esto indica que no es un cambio mágico, las cosa no son mágicas las cosas necesitan ser cambiadas por nosotros, y el que primero debe cambiar es uno mismo para poder cambiar a los otros. El principal autor de esta teoría es Freire, este pone de manifiesto varias ideas, lo primero es que él divide la sociedad o a las personas en dos: en oprimidos y opresores (Freire 1921-1927). Freire pone de manifiesto la necesidad de la utopía y de la esperanza, a pesar que en el mundo donde se vive se les reconozca. La educación es un paso en donde se puede develar la verdad. 

Desde un cierto punto de vista la educación es dudar y resolver las dudas, iluminar la fe con la razón y la razón con la fe, haciendo hablar al que se llama maestro interior, es decir que la verdad es un proceso de formación humana y por lo tanto la educación es el significado más amplio y profundo del término. Hablar entonces de esperanza como una necesidad antológica en una sociedad en donde la incertidumbre y la desfachatez a diario nos asfixian, aunque necesaria no es suficiente para transformar, la desesperanza va cada día más en aumento, cuanto necesita la desesperanza de la práctica para volverse una realidad concreta, entonces pudiera decir que no hay esperanza en la pura espera. Pero ciertamente no, sin la esperanza no es posible ni intentar comenzar una acción.

Hablar de pedagogía de esperanza en un contexto de sociedad cada vez marcado por la incertidumbre de no saber que pueda pasar mañana, la agitada situación social y política que vive nuestro país y el mundo entero, estos son algunos de los pilares de una sociedad llena de miedos e incertidumbre, pero donde ciertamente por muy lejos que se vea reina un espíritu de superación y crecimiento. Es acá donde surge un nuevo despertar, la educación. Es necesario recalcar es este escenario de ideas y poner de manifiesto algo que nos parece fundamental, que el proceso educativo no es nomológico o individualista, sino que se articula y desarrolla fundamentalmente en la relación, en el vínculo entre educador y educando. Acá no es tanto la atención ni en el educador ni el educando sino más bien en el vínculo que se establece entre ambos. La calidad y éxito en este proceso como relación y unión, como un juego de libertades en donde el maestro cultiva en el educando la semilla de la esperanza, del reencuentro, su talento potencial, y este a su vez va adquiriendo a través de este vínculo su autonomía funcional y no tan solo eso sino la capacidad y la fuerza de dar lo que es en la sociedad, su ser de persona con lo que es y puede llegar a ser.

Es de sumo interés colocar de manifiesto que es lo que podemos decir de pedagogía en estos tiempos, como el común de la gente puede denotar este término. El saber no pasa del maestro al discípulo como si este aprendiera y captará lo que antes ignoraba, la verdad se halla presente por igual tanto en el alma del educando como en la del educador, la palabra de este no hace más que volverla explicita al contrario hace que resuene con mayor claridad, esta es un proceso que conlleva una responsabilidad con la vida para el desarrollo en las dimensiones, ayuda a encontrar la verdad eterna donde el maestro bueno y único constituye a todos sus discípulos, otro punto importante es que lleva al conocimiento de las cosas, orienta al hombre a una conducta ejemplar.

La pedagogía encuentra en el amor y en la entrega el motor para su desarrollo, este arrastra y potencia la actividad de conocer y da sentido dinamizando la búsqueda que el hombre emprende, san Agustín mencionada en una de sus obras (Filosofía de la educación 391, citado por Fray Enrique Eguiarte 2016) “que la pedagogía busca que la naturaleza humana se perfeccione con la ayuda del alma que contiene infinitas potencialidades, maduren conocimientos y virtudes”. La educación es ante todo una respuesta a la situación de conflicto al drama interior que vive el hombre y que se materializa en un estado de desesperanza, de inquietud y desazón generado por el contraste y la desproporción entre la altura y la grandeza del objetivo al que se aspira y la precariedad de la condición humana. “todos los que se dedican a la noble labor de la enseñanza no son solamente pedagogos, recordando que su labor es acompañar al educando, acompañantes de un proceso interior donde particularmente se pone de manifiesto y se potencian las virtudes de la vida en la verdad. Se pudiera decir entonces que la educación en este tiempo, es una invitación a la esperanza, aun nuevo despertar y por esta razón es la que constantemente está a merced de las asechanzas que se pueden cernir contra ella, pues de una u otra manera se corre el riesgo de convertir a la sociedad en hombres “sin esperanza” y es acá donde precisamente nace la dificultad para una verdadera obra educativa , pues en la raíz de la crisis de la educación hay una crisis de confianza en la vida. San Agustín nos dirá (libro las confesiones 390, citado por Fray Enrique Eguiarte 2016) “solo una esperanza fiable puede ser el alma de la educación”

Si la esperanza es el alma de la educación, entonces conocerse a sí mismo o a otra persona es saber que espera de verdad. Porque el hombre es criatura cuyo fin está orientado al futuro en vía de hacerse y es quizá esté el sentido más profundo del quehacer educativo, pues al ser este el alma de la educación llega a ser el cumplimiento y realización de la persona como persona, pero sin ella ¿Quién puede atreverse a educar? ¿Quién puede tener el valor de afrontar el futuro desconocido e incierto? Y sobre todo ¿Quién puede atreverse a acompañar y guiar a través del difícil reto de esta resistencia? No es de negar que se está viviendo uno de los momentos más movidos y de apertura en cuanto a eras digitales, redes sociales y toda la tecnología, esto debido a toda la tendencia que se ha tenido en el mundo entero debido a la pandemia ocasionada por el COVID 19, nuevas plataformas, nuevas estrategias de mercado, nuevos avances, nuevos reinventarse, nuevos descubrimientos y la educación no ha quedado atrás, esta también ha dado pasos gigantescos en cuanto a evoluciones, el ser humano ha usado todo su potencial creativito y dinámico para hacer de esta situación momentos de oportunidades, de crecimiento y de apertura.

Esta situación no ha permitido que la educación se haya detenido se haya estancado, al contrario, han surgido nuevas y mejores iniciativas, maneras de llevar a cabo innovadores proyectos, no es el momento de quedarse estancados esperando que ocurra algo para poder actuar, es necesario hacer de estos momentos grandes cambios, grandes iniciativas. La realidad educativa en los diferentes centros han llevan a buscar nuevas formas de generar aprendizajes significativos y de gran impacto en los estudiantes, ya que la educación tradicionalista que hasta ahora se ha desarrollado no ha permitido que estos estudiantes alcancen los objetivos propuestos, así mismo el modelo curricular que en la actualidad se desarrolla atribuye especial atención a la persona, esto es al estudiante, más sin embargo se queda en los procesos y no en los resultados. Aunado a ello, la coyuntura socio- política señala en realidad cuales son los lineamientos a impartir desde los procesos educativos.

Referencias Bibliográficas

Freire, P (1992). Pedagogía de la esperanza. Siglo XXI editores
Mujica, Lilián (2010). El concepto de la educación en san Agustín. Ediciones Universidad de Navarra. EUNSA. Pamplona. España