26 de agosto de 2021

María Elena Guntiñas Rodríguez. Santiago de Compostela.
Mi reciente visita, la tercera, a los yacimientos paleoantropológicos de la sierra de Atapuerca en la provincia de Burgos y la posterior lectura de varios artículos sobre los mismos, han sido el origen de este pequeño artículo, con el que pretendo reconocer y dar publicidad en esta comunidad de educadores, del esfuerzo realizado por un gran equipo de investigadores españoles.

La sierra de Atapuerca es una pequeña colina de caliza, areniscas y arenas del cretácico superior, por lo que tiene una antigüedad entre 80-100 millones de años. En su superficie existen materiales de aluvión y terrazas del Cuaternario además de muchos manantiales de agua cristalina. Está situada en el occidente del corredor natural de la Bureba que enlaza las cuencas hidrográficas de los ríos Ebro y Duero y es paso entre las cordilleras Cantábrica e Ibérica de aquí que transcurriese el camino trashumante del País Vasco a Extremadura. Y que durante miles de años, este corredor fuese transitado por diversidad de especies animales y poblaciones de homínidos que se desplazaban desde la zona mediterránea hasta la Meseta y en el sentido contrario. Al ser una zona cárstica en su subsuelo se desarrollaron numerosas cuevas que fueron utilizadas de formas diversas desde hace más de un millón de años hasta hace unos 800 años.

Actualmente el nombre de Atapuerca es conocido mundialmente en el ámbito científico y como dice Javier Baena, catedrático de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), hay que sentirse orgullosos de que en los tiempos que corren, que un país sea conocido por sus avances científicos,...resulta de los más difícil. Ello es debido no solo por la importancia de los descubrimientos realizados en sus yacimientos arqueopaleontológicos, si no también, como opina Santiago Jiménez García (director del Museo de Ciencias Naturales de La Rioja), ...por el gran número de profesionales que los estudian, por ser el primero del mundo en formación del conocimiento, en solidaridad, respeto y tolerancia, y en generosidad y entrega de los científicos. Y es que Atapuerca es la cuna del primer Eoceno, debido a que la Península Ibérica en el último millón de años, de intensos cambios climáticos, cuando los hielos cubrían gran parte de Europa, fue un refugio vital, por lo que conservó su biodiversidad sin grandes cambios, de lo que es testimonio esta sierra de Atapuerca cuyos yacimientos tienen edades comprendidas entre 1,2 millones de años y la actualidad constituyendo un registro paleoantropológico, arqueológico y paleontológico excepcional.

En la Sierra de Atapuerca se excava desde finales del siglo XIX, así en 1863 Felipe de Ariño y López publicó el hallazgo de restos humanos en la Cueva Ciega y solicitó la concesión minera de la Cueva de Atapuerca a la reina Isabel II, en su solicitud destaca la necesidad de realizar investigaciones ...por inteligentes arqueólogos. En 1890 se construye el trazado de un ferrocarril para la explotación minera de la zona, una gran trinchera, que secciona a la sierra y los yacimientos arqueopaleontológicos de la Sima del Elefante, Galería-Covacha de los Zarpazos y Gran Dolina quedaron expuestos, aunque nadie repararía en ellos. En 1950 se explota como cantera de caliza. Y en 1964 el profesor Francisco Jordá Cerdá inicia las primeras campañas de excavaciones que se paralizan a los pocos años por la dificultad del acceso a los yacimientos.

Hasta 1976 no nace el Proyecto Atapuerca, como consecuencia del hallazgo de restos de huesos humanos fósiles por el grupo de espeleólogos Edelweis dirigidos por Trinidad Torres, ingeniero de minas y paleontólogo especialista en úrsidos, entre los restos fósiles de osos. Fue una mandíbula el fósil humano encontrado que Trinidad Torres y que entregó a Emiliano Aguirre, catedrático de Paleontología Humana de la Universidad Complutense de Madrid, el cual se percató de la importancia de tales hallazgos y organizó un equipo de excavación pluridisciplinar cuyo objetivo era excavar y estudiar los yacimientos pleistocenos de la Sierra de Atapuerca. Así entregó al Ministerio de Educación el primer proyecto de investigación sobre los yacimientos de Atapuerca en 1977 y formó el Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) constituido en su mayoría por investigadores españoles, porque según sus palabras:...Dejamos a los extranjeros la ciencia cuando en España hemos tenido buenos científicos...., en España, buscamos a los belgas, a los alemanes o a los ingleses: a los de aquí en general se les deja de lado. El conocimiento es un bien y no debemos despreciarlo, aunque creo que aquí se le estima poco y quisiera saber por qué. No obstante, abrió los yacimientos a estudiosos de otros países y organizó acciones integrales con Francia y Reino Unido.

Emiliano Aguirre es de origen gallego, nació en Ferrol en 1925, y un gran científico y humanista por su formación en Ciencias Naturales, Biología, Humanidades, Filosofía, Teología... Para él... en los saberes hay diversidad...que...construye... una comunicación,... y una unidad que solo debe surgir de la pluralidad, comunicando y cooperando. Por esta forma de pensar enfoca la investigación desde el punto de vista de la Paleoecología Humana, esto es, de la ecología y la historia del pasado de la Tierra como ambiente o contexto o entorno de la evolución de nuestros antecesores. Fue un creador de vocaciones científicas en los campos de la Geología, Biología y Arqueología. Promovió la creación de los primeros museos in situ y reservas paleontológicas en España. Por ello se le conoce como el padre de Atapuerca, llevan su nombre algunas especies y ha recibido muchos y honorables premios, galardones y reconocimientos, entre ellos la Medalla de Oro del Ministerio del Trabajo y el Príncipe de Asturias.

Aguirre fue director del Proyecto Atapuerca desde 1978 hasta 1990, año en el que se jubila, pasando esta labor a sus discípulos José María Bermúdez de Castro, Juan Luis Arsuaga, ambos de la Universidad Complutense de Madrid, y Eudald Carbonell de la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona, que continúan la labor de su maestro. Los tres codirigen el proyecto y el EIA en base a los tres parámetros iniciales: investigar, aprender y enseñar. Por estos motivos, por su Espíritu de Equipo, por ser un ejemplo de grupo compuesto por diferentes investigadores, en 1997 al Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) se le otorga el Premio Príncipe de Asturias, premio fundado en 1981, en la categoría de Investigación Científica y Técnica, por el que se reconoce su extraordinaria labor. En este sentido el jurado de dicho Premio hace constar: El jurado reconoce la ejemplaridad de integración de varios grupos en un trabajo pluridisciplinar fundado por el profesor Emiliano Aguirre. Las excavaciones de Atapuerca constituyen así una Escuela de Estudios del Cuaternario a nivel mundial, que sirve de ejemplo para otros yacimientos del Pleistoceno.

Ya pasaron veinte años y el EIA sigue excavando en los meses de verano y creciendo, ampliando las zonas de excavación, integrándose en el equipo numerosos investigadores procedentes de distintas instituciones y disciplinas como dentistas, neurólogos, arquitectos, psicólogos...No cabe duda de que los avances en el campo de la genética poblacional y molecular han sido determinantes para la obtención de los sorprendentes y valiosos resultados de los estudios realizados. El EIA publica en las revistas que tienen un gran impacto científico mundial, presenta sus resultados en los congresos nacionales e internacionales más relevantes, realiza una gran labor divulgadora mediante publicaciones, conferencias, documentales, exposiciones y medios de comunicación. Sus estudios e investigaciones han aportado grandes descubrimientos fundamentales para el conocimiento de la evolución humana en Europa y en este contexto son famosos los cráneos fósiles conocidos como Agamenón y Miguelón, encontrados en 1992 y el fósil de la pelvis Elvis de 1994 del yacimiento la Sima de los Huesos. Pero no son los únicos, ya que en esta Sima se han encontrado 6.000 fósiles de homínidos de los que algunos de ellos, anteriores a los neanderthales, son los únicos que existen en el mundo. De los diversos estudios realizados sobre dichos fósiles el EIA de la Sima de los Huesos concluye que en el Pleistoceno medio (hace 430 mil años) en Atapuerca vivían 28 individuos que murieron cuando tenían entre 5 y más de 35 años. Siendo la especie de todos ellos Homo heidelbergensis, nuestros abuelos. De ellos saben cómo utilizaban el terreno, cómo comían, dónde recogían la piedra, dónde hacían la primera talla, dónde retocaban los utensilios, las maneras de tallar la piedra, la diversidad de utensilios, las diferencias entre ambos sexos, que practicaban el canibalismo, como cuidaban a las personas discapacitadas, la existencia de lenguaje y de actividad funeraria, la más antigua conocida. Contextualizar el complejo comportamiento de la cultura de la muerte en estos años es un reto a resolver en el futuro próximo, ya que esta línea de investigación se abrió al encontrar en esta sima a Excalibur, una bifaz de cuarcita roja, material alóctono de la Sierra, junto a los restos humanos por lo que es considerada como una ofrenda funeraria.

Pero en antigüedad le gana Homo antecessor (el pionero) con sus 840 mil años (Pleistoceno Inferior), su descubrimiento en 1994 en el estrato Aurora del yacimiento de la Gran Dolina de Atapuerca, originó el cambio de todos los libros sobre evolución humana en Europa, ya que el EIA llegó a la conclusión de que se podía considerar el ancestro de H. heidelbergensis y H. neanderthalensis. Tal conclusión estaba basada en el estudio de un centenar de restos humanos pertenecientes al menos a seis individuos que presentan mezcla entre rasgos arcaicos y modernos. En los estudios realizados se pone de manifiesto que estos homínidos eran cazadores, omnívoros, carroñeros y caníbales, comían los alimentos crudos ya que no conocían el fuego; trabajaban la madera, curtían pieles y su industria lítica de sílex, cuarcitas, areniscas y cuarzos era muy sencilla. Estos ejemplos son éxitos conseguidos, mas el futuro se presenta prometedor ya que en la campaña de 2017 se excavará de forma sistemática un nuevo yacimiento con un potencial extraordinario, que ya ha proporcionado restos humanos pendientes de atribución (3 huesos fósiles que son insuficientes para apoyar cualquier estudio científico) pero a los que se le atribuyen una antigüedad de 1,2 millones de años, se trata de la Cueva Fantasma, que, tal vez, proporcione un nuevo vuelco en la historia de la evolución humana, aspectos que comentaba con suma alegría y esperanza nuestro guía durante la visita al yacimiento.

El desarrollo de este gran Proyecto generó nuevas necesidades y con el objetivo de dar soporte al EIA y al Proyecto Atapuerca de investigación científica sobre evolución humana en 1999 se constituyó la Fundación Atapuerca. En el año 2000 la Unesco declara a los yacimientos de Atapuerca Patrimonio de la Humanidad. En la década de los 2000 se inicia la construcción del Complejo de la Evolución Humana en la ciudad de Burgos, que está constituido por el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y el Museo de la Evolución Humana (MEH) el segundo museo más visitado de España. Este complejo forma parte del SISTEMA ATAPUERCA. Cultura de la Evolución, en el que se integran además el Centro de Acceso a los Yacimientos (CAYAC) en Ibeas de Juarros y el Centro de Arqueología Experimental (CAREX) en Atapuerca. En el 2015 la Unesco le concede a estos yacimientos el reconocimiento máximo al que puede llegar un bien al ser catalogados como Lugar de Valor Universal Excepcional. Queda demostrado que son lugares de obligada visita y que les recomiendo vivamente.

Con todo lo anteriormente expuesto se evidencia el buen hacer que siguen haciendo los tres discípulos de Emiliano Aguirre, que se puede reflejar en la frase dicha por la periodista Pilar Cernuda: Atapuerca no se entendería sin su trío de codirectores, que además de sabios cuentan con un tesón que solo se da en quienes se marcan un objetivo y no se echan atrás ante las dificultades. Es imaginable que Emiliano Aguirre se sentirá orgulloso de ellos y de todo lo conseguido hasta la fecha, lo que constituye una grata recompensa a su gran labor como docente, investigador y persona y es reconfortante saber que puede disfrutar de todos y cada uno de los éxitos obtenidos.