31 de agosto de 2021

María Elena Guntiñas Rodríguez
Santiago de Compostela. España.
Para la comunidad de Galicia es de suma importancia el buen estado de su litoral costero por ser una de las fuentes principales de ingresos económicos, además de por su belleza, de ahí que sea muy importante concienzar a los jóvenes de que hay que velar por su buen estado, de que se explote de forma sostenible y en la conservación de los diversos ecosistemas que se desarrollan en la zona.

Uno de los principales recursos del litoral gallego es el marisco como almejas, vieras, ostras, mejillones…que, fundamentalmente, es cultivado en las Rías, ecosistemas únicos en los que se entremezclan las aguas fluviales con las marinas, donde se dan las condiciones óptimas para el crecimiento de los productores primarios, el plancton, base de una red trófica compleja y que deriva en una gran biodiversidad de seres vivos. Otro de los recursos es la pesca de bajura que es llevada a cabo en las aguas continentales gallegas y de las proximidades, pero fundamentalmente en el entorno de las islas protectoras en las entradas de las rías, por pequeñas embarcaciones que capturan jurel, sardina, merluza, lubina, rodaballo, mero, besugo, boquerón...

No obstante, siendo el medio marino una extraordinaria fuente de ingresos económicos, hasta hace pocos años la sociedad gallega no estaba concienzada de que había que velar por su buen estado, su conservación y que para ello habría que estudiar e investigarlo más. Prueba de ello es el aún escaso conocimiento de las características de los microhábitats del Banco de Galicia, un gran monte submarino localizado a unos 200 km al oeste de la costa gallega en una zona de afloramientos o upwelling de productividad muy alta, lo que contrasta con las zonas estériles del fondo marino que le rodea. Además aquí crece el coral Lophelia pertusa, de aguas frías y profundas, que es utilizado por gran cantidad de especies para cobijarse, como las de peces y cetáceos que se concentran en su entorno próximo para alimentarse y desovar. Por todo ello es demandado por los especialistas y ecologistas que sea considerado como área marina protegida.

Por ello el accidente sufrido por el petrolero Prestige que transportaba 77.000 toneladas de crudo de petróleo, el trece de noviembre de 2002, frente a la costa de Finisterre, no solo fue un desastre ecológico y económico para Galicia, si no que fue una alerta medioambiental y un acicate para tomar conciencia de la importancia de nuestro medio natural, tan rico y diverso. Las hemerotecas guardan las crónicas de este terrible suceso, las imágenes: de los marineros extrayendo a brazadas el crudo para evitar que la marea negra entrase en las rías y no afectase a los bancos y bateas de marisqueo, ya que los miles de metros de barreras flotantes, las aspiradoras y los tanques resultaban insuficientes; de cientos de mariscadoras extrayendo berberechos y almejas de los bancos tratando de salvar la mayor cantidad de piezas y aminorar, así, las pérdidas económicas; de kilómetros y kilómetros de costas ennegrecidas como las de Camelle, Corme, La Coruña, Caión, Malpica, Laxe, Camariñas, Finisterre… de toda la Costa de la Muerte, así llamada por la gran cantidad de naufragios producidos en ella, de la Ría de Noia y de todas las Rías Bajas. La difusión de las imágenes impactó al mundo, llegaron voluntarios de toda España, de muchos países y fueron un revulsivo para el pueblo gallego.

No era el primer desastre ecológico ya que solo desde 1970 en que se hundió el Polycomander, se pueden reseñar: Urquiola (1976), Andrios Patria (1978), Mar Egeo (1992) y El Casón (1987), esto es, cinco mareas negras y una contaminación de productos químicos altamente tóxicos (sodio metálico, exileno, ácido sulfúrico, resina en solución, difenilmetano y anilina, entre otros) todos ellos ocasionaron los peores desastres ecológicos conocidos en el litoral de Galicia. Cuando se produjo el naufragio del Prestige, solo habían pasado 10 años del hundimiento del buque Mar Egeo, que tanto daño causara, e inevitablemente surgieron las preguntas de cómo era posible que no existiesen medios ni sistemas de emergencia, ni medidas de seguridad y control en el país, para poder solucionar catástrofes como éstas, como no se había avanzado nada al respecto a sabiendas de que frente al litoral de Galicia navegan una media diaria de 38 buques con mercancías potencialmente peligrosas, es decir, 14.000 al año. Ante este panorama, de las más diversas organizaciones sociales y políticas, como símbolo de rabia e impotencia, se constituyó en Galicia la Plataforma Ciudadana NUNCA MÁIS, cuyo objetivo es impedir la repetición de nuevos desastres ecológicos y exigir la reparación de los daños sociales, ambientales y económicos causados por la marea negra.

Como es lógico, el accidente del Prestige, salpicó de pleno a nuestro IES As Fontiñas, al igual que a todos los centros de enseñanza y a toda la sociedad gallega. A nosotros, también, nos llegó la obviada marea negra. El 13 de noviembre de 2002, amaneció un día infernal y, como estaba programado, dos profesoras del centro acompañábamos a la Delegación del Consorcio de Educación de la región de Lathi (Finlandia), máximo órgano gestor en el ámbito educativo, integrada por 30 personas representantes de todos los estamentos que lo constituyen (educativo: alumnado, profesorado, administrativo y directivo; político: representantes de los distintos ayuntamientos asociados; económico: representantes de empresas). Por petición suya, habíamos organizado una visita a la ría de Arosa para, a través de ella, conocer las rías gallegas, la explotación de sus recursos pesqueros y marisqueros y su gran potencial económico. A las ocho y media de la mañana, entrando en Villagarcía de Arosa, nos enteramos de que, otra vez más, un petrolero tenía y daba problemas. En los días siguientes en el centro surgió un clamor de querer difundir, ayudar, protestar…

Como profesora de la materia Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente (CCTMA) sentí la necesidad de que los alumnos y alumnas de 2º de bachillerato que cursaban dicha asignatura hicieran un seguimiento del accidente. Así, el 19 de noviembre comuniqué a la clase el cambio en la secuenciación de la programación de la asignatura de CCTMA y les propuse la realización de un trabajo, en grupos de tres alumnos, que consistiría en el seguimiento en todos los medios de comunicación disponibles y del análisis del problema ambiental durante un mes. Y además la elaboración de un cartel que reflejase mediante una palabra o frase, el sentimiento desencadenado por los hechos ocurridos; los carteles serían expuestos en los tablones de los pasillos y ahí permanecerían hasta final de curso. La fecha acordada para entregar los trabajos fue el 16 de diciembre.

El 19 de diciembre ayudamos participando, tanto alumnos como profesores, en la actividad voluntaria Vamos a recoger chapapote, para la que no fueron suficientes los dos autobuses contratados. Y el 22 de enero de 2003 protestamos formando parte, junto con alumnos y profesores de todos los centros de la comunidad gallega, de la cadena humana que se constituyó a lo largo de la Costa de la Muerte, también fueron insuficientes otros dos autobuses. Por otra parte, el grupo de profesores que formábamos parte de proyectos europeos, difundimos el estado de las cosas en eses momentos a nuestros socios europeos haciendo una referencia expresa al problemón prestige en las felicitaciones navideñas.

La visita, el 18 de marzo de 2003, de los representantes del proyecto europeo Leonardo Ciudadanía Europea, marcó un hito en la difusión de la problemática y en la toma de conciencia de la magnitud de la catástrofe por parte de los alumnos y alumnas, ya que nuestros visitantes pidieron que, se incluyera y se priorizase, dentro de las actividades a realizar, la visita a la Zona Cero, que no era otra que Muxía (Costa de la Muerte). Preparamos la visita, a la que fueron invitados los alumnos y alumnas de CCTMA, de forma que pudiesen percibir la magnitud del problema así: contactamos con la Cofradía de Pescadores y Mariscadores de Muxía y acordamos una mesa redonda con sus representantes, comeríamos el menú de los voluntarios para la limpieza de las playas en su centro de acogida, visitaríamos una zona de acantilados, donde crecían los percebes y en los que ahora los percebeiros, se afanaban por eliminarles el manto negro, en limpiarlos para que pudiesen volver a crecer este sabroso y cotizado marisco. La actividad resultó ser satisfactoria para todos los participantes. En este punto quiero resaltar el impacto causado dentro del alumnado, que detecté en los días posteriores a la visita al revisar sus comentarios sobre dicha actividad, de los que haré un breve resumen a continuación:

- Los alumnos manifestaron que al observar in situ la zona se impresionaron profundamente y les invadió un sentimiento de impotencia. Además tomaron conciencia de: la situación crítica del sector pesquero de la zona; las conclusiones positivas de los pescadores; la situación precaria (faltan recursos, normas,... un mundo de piratas); las demandas de los trabajadores del mar; el gobierno pasa, no es consciente; la frustración de los marineros; la solidaridad (papel de los voluntarios); la libertad de expresión (los medios de comunicación no deberían ocultar la realidad); el mal olor del fuel después de cuatro meses (¿cómo sería al principio?); las rocas manchadas; el duro trabajo de la limpieza.
- Reflejaron la problemática de: reanudación de la actividad pesquera; la supresión de las ayudas; la limpieza de las costas, de los fondos marinos; las infraestructuras; la comunicación entre los afectados y la administración.

- Sus frases resumen fueron:

  • Las costas están aparentemente mejor.
  • Una catástrofe mueve un mundo y acaba con todo.
  • Aunque hicimos un trabajo sobre el desastre del Prestige, no evaluamos los efectos en su totalidad, hasta que lo vimos con nuestros propios ojos.

Guardo la esperanza de que todos los que vivieron esta pesadilla no solo la recuerden, si no que transmitan sus vivencias a otras personas, de que con las actividades realizadas hallamos contribuido a poner en valor nuestros recursos, a formar a las generaciones futuras para que sepan respetar y utilizar el medio natural. No obstante, las administraciones evolucionan con pasos lentos y nuestras costas siguen corriendo grandes riesgos, siguen siendo sobreexplotadas. Es evidente que hay que seguir trabajando para que aumente la conciencia de ello en la sociedad.