13 de junio de 2020

María Elena Guntiñas Rodríguez. Santiago de Compostela.
Siempre defiendo que desde siempre el objetivo de todo profesor es el de que sus alumnos y alumnas alcancen el éxito para lo que recurrirá a todos sus conocimientos, recursos y estrategias que tenga a su alcance, de tal modo que su labor docente resulta ser interdisciplinar, lo cual no fue siempre reconocida.

En los primeros años de mi trabajo docente, esto fue en la década de los ochenta del siglo pasado, impartí clase de Ciencias de la Naturaleza en distintas especialidades de la enseñanza de Formación Profesional (FP) que en aquellos años estaba regulada por la Ley General de Educación de 1970, es decir, antes de las reformas realizadas de esta enseñanza en los años 1990 y posteriores. En aquellos años, la FP era la alternativa a la enseñanza del Bachillerato que tenían los estudiantes al terminar la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), sobre todo, la de aquellos que, por distintas razones, deseaban incorporarse al mundo laboral. Esta FP comprendía tres niveles educativos, que otorgaban los correspondientes títulos, Primer Grado (FPI), Segundo Grado (FPII) y FP Específica, aunque en la práctica, solo se desarrollaron los dos primeros niveles. El título de FPI se obtenía tras aprobar los dos cursos del nivel, 1º y 2º de FPI, y el de FPII al terminar con éxito los tres cursos correspondientes, esto es, 1º, 2º y 3º de FPII. La intención de este tipo de enseñanza se reflejaba en el prólogo de la citada Ley de 1970: ...completar la educación general con una preparación profesional que capacite para la incorporación fecunda del individuo a la vida del trabajo, en base a ello las Ciencias de la Naturaleza se incluyeron enla educación generalde todas las familias, ramas y especialidades de Formación Profesional, es decir, constituía una de las materias comunes de los currícula de esta enseñanza. En consecuencia los estudiantes del Primer Grado tenían que cursar Ciencias en el segundo curso (2º FPI), con una carga horaria de dos horas a la semana, y los de Segundo Grado en primero o en tercero (1ºFPII o 3ºFPII), según la especialidad por la que habían optado, en ambos casos la carga horaria era de tres horas semanales.

Todo lo expuesto anteriormente tiene como objetivo de que lleguen a intuir cual era la predisposición del alumnado de las especialidades de Automoción, Electricidad, Mecánica, Electrónica, Administrativo, Cocina, Delineación y Peluquería y Estética, a las que impartí clases de ciencias, ante el hecho de que tenían que estudiar una asignatura que, según su opinión, no les serviría para nada. Recuerdo que los primeros días de clase me sentía cual gladiadora ante los leones cuando oía: ¡no pretenderá dar el programa!, ¡ni examinar, y mucho menos suspender!; ¡nos negamos a comprar el libro de texto!; ¿no pasará lista y pondrá faltas? ¡¡¡esta asignatura está aprobada porque sí!!!...La confrontación más extenuante se producía en los cursos de 3ºFPII, sobre todo en las ramas de mecánica y automoción, en ellos, casi siempre, solo había varones cuya edad era superior a 17 años. Resulta obvio decir que era el pensar de otros tiempos y que, además, mi aspecto de mujer joven y de poca estatura les inclinaba a creer que hablando de ese modo me harían claudicar en mis objetivos en relación a la materia que había que impartir y para con ellos. Como escribe Don Fernando Trujillo, miembro de esta comunidad, tenía proyectos invisibles y sin saberlo era y soy de la misma opinión que Don Mariano Martín Gordillo: Educar es mucho más que enseñar: es humanizar.

Me servía de consuelo saber que mi caso no era único si no muy frecuente entre mis compañeros de las materias comunes, salvo en los casos de las Matemáticas, en todas las especialidades, y de la Física, en algunas, que eran consideradas como muy importantes...suspensos en Matemáticas, bueno, es lógico, son difíciles, pero...en Ciencias es intolerable!!! Conversando con una amiga, profesora de Historia en otra comunidad autonómica, me enteré de que contrarrestaba el sentimiento de frustración generado por el desinterés de su alumnado con la lectura de las obras, críticas, satíricas y rebosantes de humor de Tom Sharpe (Thomas Ridley Sharpe), un antropólogo inglés, desconocido para mi hasta ese momento, y que, entre otros oficios, fue profesor de Historia Europea en el Cambridge Collage of Arts and Technology y Premio de Humor Negro en 1986. Me receté el mismo jarabe y leí alguno de sus libros comenzando por su famoso Wilt (1975), empaticé con su profesor Wilt, relacioné sus grupos Carne 1 y Carne 2 con Cocina 1 y Cocina 2...no cabe duda de que estas lecturas me hicieron pasar ratos muy agradables y me llevaron a la conclusión de que la problemática docente es universal y por tanto debía de seguir apostando por mis proyectos invisibles de los que haré un comentario breve.

Para aminorar el fuerte rechazo que manifestaban los estudiantes, la baja consideración en que tenían a la asignatura de Ciencias Naturales y el elevado fracaso en los exámenes, derivado no solo de su desinterés si no también de problemas de lectoescritura más o menos graves, de comprensión del lenguaje y de desorden, opté por distintas estrategias teniendo en cuenta la especialidad, el nivel y curso al que impartía clase, siendo algunas las siguientes:

- Introducir en las clases lecturas de noticias publicadas en los periódicos y revistas, tanto locales como nacionales, relacionadas con el temario que se desarrollaba en clase. Con ello pretendía no solo lograr todo lo anterior, si no desarrollar el hábito de leer y buscar información y ahondaba más en ello al pedirles como trabajo complementario un dossier de noticias publicadas en los medios de comunicación de las que tenían que hacer un comentario y establecer su relación con el temario impartido, porque ...Educar es: Aprender a pensar (Marina Garcés).

- Marcar un libro de lectura para cada evaluación del que había que presentar un trabajo con los apartados mínimos siguientes: Portada, Índice, Resumen, Opinión Personal, Valoración (a valorar se aprende valorando), Vocabulario y Fuentes de Información. Se valoraba también la presentación del trabajo. Esta acción generó fuertes repulsas por parte de los estudiantes y de algunos profesores porque los libros de lectura se correspondían con la asignatura de Lengua y Literatura no con la de Ciencias. Pese a todo la actividad se consolidó y hoy no se discute. Uno de los autores seleccionados fue Julio Verne (Jules Verne, 1828-1905) y de la prolífica obra de este doctor en Derecho, mencionaré y justificaré solamente las más leídas: Viaje al Centro de la Tierra, en ella se tratan temas de geología, mineralogía y paleontología, lo que era importante por su relación con el temario pero además me interesaba por su mensaje de combatir la ignorancia y estrechez de miras mediante el valor, la inteligencia y la bondad. Desconozco la huella que les dejó la lectura de esta aventura, entre otras cosas, por la coherencia del profesor Lidenbrock, de su sobrino Alex y del alquimista Arne Saknüssemm. La vuelta al mundo en ochenta días, por su espíritu de aventura, por ser un tratado de geografía, de ciencias sociales...Uno de los apartados del trabajo correspondiente era trazar en un mapamundi la ruta del viaje indicando las poblaciones y otros aspectos, por ello hubo llamadas a la dirección del centro argumentando que la profesora exigía un nivel universitario...Educar no es fácil. Por supuesto que se leyeron otros autores: C. Darwin, A. Camus, C Allegre, I. Asimov, Gerald Durrell...de los que, tal vez, en una futura ocasión pueda tener la oportunidad de comentarles su papel en mis clases de Ciencias.

- Elaboración de relojes solares y maquetas del sistema solar, del litoral de Galicia..., todo un éxito, lo hicieron tan bien que dieron pié al montaje de exposiciones abiertas al público y a reseñas y entrevistas periodísticas. Sin mediar la elaboración de un proyecto común los profesores de prácticas se involucraron ayudando a los alumnos a resolver problemas de escalas, eléctricos...Un buen ejemplo de interdisciplinariedad, siempre presente, sin necesidad de papeles intermedios, cuando hay voluntad de educar no solo de enseñar. Con estos ejemplos quiero aportar pruebas sobre la existencia de colaboraciones entre profesores de distintas especialidades y viceversa para lograr un objetivo por lo que no se trata de un modelo actual de enseñanza, tal como manifiesta Florinda González Villafuerte, perteneciente a esta comunidad de educadores, en su artículo La interdisciplinariedad ¿Una moda en educación?

Podría seguir enumerando más acciones y actividades desarrolladas a lo largo de mi carrera docente para conseguir los objetivos anteriormente mencionados, pero corro el riesgo de no aportar nada nuevo y de aburrirles con la lectura, no soy Julio Verne, mas no puedo terminar este escrito sin contarles el hecho que ha dado pié al título del mismo. Un año al comenzar el curso decidí que el proyecto invisible sería ADOPTAR A UN ÁRBOL, porque tenía y tengo presente que no se valora lo que no se conoce y tenía la constancia de que, en general, la sociedad gallega no era consciente del fantástico y maravilloso medio natural que poseía, precisamente por verlo y disfrutarlo desde el nacimiento, y también, es justo decirlo, a que debido a las frecuentes y amargas emigraciones sufridas, las personas que quedaban al cuidado de la hacienda (mujeres, niños y viejos) trabajaban a destajo las tierras para poder sobrevivir y no tenían ni tiempo ni ánimo para apreciar esta maravilla natural si no todo lo contrario. Elegí un árbol por ser un ser vivo macroscópico, inmóvil y de amplia variedad y distribución en esta tierra ya que los alumnos tenían que elegir uno (adoptarlo), identificarlo, situarlo y a lo largo del curso hacer un diario en el que anotarían todos los cambios que sufría, los sucesos relacionados con el mismo...y al final deberían elaborar un trabajo que presentarían para su valoración, por lo tanto deberían elegir uno que tuviesen cercano o bien que pudiesen verlo todos los días. Llegó final de curso, la entrega de los trabajos y su posterior corrección; cogí uno de ellos, cuya presentación dejaba que desear, leí el nombre del alumno, no se destacaba por su rendimiento académico, y comencé a leerlo; al terminar su lectura me invadió una gran satisfacción porque el objetivo se había cumplido. De puño y letra escribió que había comentado en casa el trabajo que tenía que hacer para la asignatura de Ciencias. Entre su abuelo y él decidieron el árbol, que no fue otro mas que la Higuera que tenían debajo de casa. El aspecto inicial en el entorno de la Higuera era desastroso, lleno de inmundicia e impenetrable y él y su abuelo se pusieron manos a la obra: retiraron los restos de electrodomésticos, de ruedas...eliminaron las silvas y, liberada la higuera, continuaron con el entorno. Terminó su relato de la siguiente forma: Ahora, mi abuelo y yo vemos a la Higuera todos los días, está preciosa, nos sentimos orgullosos porque da gusto verla. Hubo otras historias, algunas simpáticas, pero esta a mi también me llenó de orgullo porque rebosaba humanidad.