7 de febrero de 2020

Gladys Liliana Furlani. La Rioja, República Argentina
La escasa matrícula de jóvenes que desean continuar sus estudios superiores en el área científica, se ve reflejada en el bajo número de ingresantes y egresados de las carreras de formación docente en área de las Ciencias Naturales. Esta crisis impacta directamente en el ámbito de la enseñanza de las ciencias en los diferentes niveles educativos. Se debe hacer una buena promoción para fomentar e incentivar la formación de buenos docentes de ciencias.

En nuestro país, los Operativos Nacionales de Evaluación para las diferentes áreas de conocimiento en los distintos niveles educativos, arrojan estadísticas preocupantes sobre todo cuando informan el bajo rendimiento de los niños y jóvenes en el área de las Ciencias Naturales.

Esta dificultad para resolver las pruebas y mostrar que las capacidades enunciadas en Diseños Curriculares y proyectos de cátedra o planificaciones, no se han desarrollado en sus destinatarios de manera adecuada. Diferentes pruebas comprueban lo mismo. Sobre todo que este bajo desempeño se encuentra estrechamente vinculado con los contenidos de física, química y en menor medida con los de biología.

Esta preocupación nos lleva a revisar lo que ocurre con la formación de docentes del área, y su vínculo futuro con los niños y jóvenes en las aulas de los diferentes niveles donde se desempeñarán. Entonces podemos decir que a la preocupación por el bajo rendimiento de las pruebas, tenemos que sumarle otra preocupación tal vez mayor: la baja matrícula de estudiantes que se inscriben en carreras docentes del área de las ciencias, como los profesorados de física y química.

Podríamos comenzar el análisis de esta situación de crisis de elección de estas carreras, a las que se le suma en menor medida biología, considerando que algunas veces no se realiza una promoción adecuada de estas ofertas educativas para la formación de profesores de ciencias en los medios de comunicación y sobre todo en las escuelas secundarias en los últimos años sobre todo. También podemos considerar que los estudiantes que ingresan no logran “sostenerse” en muchos casos, en el cursado regular de la carrera elegida. Se transforman en estudiantes irregulares académicos que terminan, también en la mayoría de los casos, abandonando la carrera de inicio o pidiendo equivalencias con otra a la que se consideran de menor complejidad. Tal es el caso de los estudiantes de física, que pasan a química y luego a biología, considerando a ésta última menos abstracta de más lectura y más “fácil”.

Este diagnóstico de situación preocupa mucho a las autoridades educativas de nuestra provincia, ya que en proyecciones realizadas por la Dirección General de Educación Superior se considera que se necesitará, para cubrir los nuevos espacios curriculares del área de las ciencias naturales en la educación secundaria, bastante más docentes titulados que los que actualmente se están recibiendo o cursando las carreras afines, Conforme a las nuevas grillas de espacios curriculares propuestas para la Educación Secundaria Básica, y sobre todo Orientada, según la Ley Nacional de Educación vigente.

Si además consideráramos entrevistas realizadas a estudiantes de las escuelas secundarias sobre por qué no eligen las carreras de formación docente del área científica, dentro de la multiplicidad de respuestas podemos considerar muy potentes aquéllas que señalan que no saben bien de qué se trata ser profesor de ciencias, ya que tuvieron un conocimiento escaso de estas disciplinas en el cursado de espacios curriculares afines, sobre todo en los últimos años. Otras respuestas expresan lo difícil que ha sido para ellos poder aprobar física, química y biología, y en el caso de los que aprobaron, no pueden dar cuenta de cuánto han comprendido de estas disciplinas en término de saberes sólidos que puedan ser utilizados y transferidos a nuevas situaciones didácticas, tal es el caso de los que siguen carreras de formación docente en ciencias y que no logran sobrepasar los primeros dos años.

La preocupación entonces en los Institutos de Educación Superior, casi constante por esta crisis, se ve reflejada no solamente en la escasa matricula de ingresantes y de egresados de estas carreras docentes, sino que también se ve reflejada en la debilidad que presentan las propuestas pedagógicas tanto el aula del nivel formativo, como en las aulas donde se desempeña el futuro docente (escuela primaria o secundaria).

Podríamos pensar entonces que una posibilidad de revertir esta crisis, podría estar vinculada con los DCJ (Diseños Curriculares Jurisdiccionales) que fueron revisados, aprobados y que se están implementados desde al año pasado. Los mismos incluyen en sus propuestas de cambio, Unidades Curriculares (UC) que permiten trabajar desde el primer año en relación directa con el que será en el futuro el espacio de trabajo cotidiano: la escuela secundaria. Estas UC como: Problemáticas de la Educación Secundaria (en primer año), Sujetos de la Educación Secundaria (en segundo año) y Prácticas de Aprendizaje (presente en los cuatro años de la formación) llevan presentes en sus ejes de contenidos, sobre todo Problemática, el tema de las vocaciones y de la imagen actual de la ciencia y del quehacer científico, entre otros propuestos, que permitan derribar mitos como el que imagina a la ciencia como algo difícil y abstracto, y en el futuro tener una posibilidad concreta de contar con más estudiantes en las aulas de las carreras científicas ya que estos docentes que están formándose serán los interlocutores válidos capaces de transmitir este enfoque.

No obstante, como esto solamente no alcanza, los profesorados (docentes y estudiantes) deberían implementar visitas a las diferentes escuelas secundarias de nuestra provincia, con el objetivo de “captar” el interés de los estudiantes de los últimos años (que en muchos casos aún no tienen una idea clara de qué desean seguir) por el conocimiento de estas carreras científicas vinculadas a la enseñanza de las ciencias para los diferentes niveles y con una muy buena proyección laboral a corto plazo.

También, un sistema de pasantías puede considerarse otra oportunidad que puede acercar a los estudiantes secundarios con escenarios diferentes, al contrastar la realidad con el modo de concebir la ciencia en aula, ya que muchas veces se presentan algunas “distorsiones” incómodas que los hacen pensar que las carreras científicas son difíciles y solamente para los “superdotados”.

La utilización de recursos como las TIC, y en otra dimensión de las políticas educativas las becas de estímulo para quienes eligen las carreras científicas en nuestro país, son recursos importantes que se han implementado y que en el futuro habrá que indagar sobre cuánto lograron aumentar el estímulo en los estudiantes de escuelas secundarias para que elijan estas carreras.

En el caso particular de nuestra provincia, la descentralización de las ofertas formativas del área de las ciencias naturales, y de matemática, ubicándolas en diferentes localidades ha redundado en beneficios para aquéllos estudiantes que no pueden concurrir a tomar clases en la capital, ya que en algunos casos se encuentran a más de 200 km de distancia. Tenemos datos al respecto que habrá que sistematizar.

Considero que, otro punto fundamental a tener en cuenta para el incentivo y posteriormente una buena formación científica, tiene que ver con la infraestructura y equipamiento de laboratorios y salas multimediales que faciliten a los estudiantes al acceso del conocimiento científico, desde la multiplicidad de estrategias que pueden ser promovidas con la ayuda de estas herramientas.

Todos los puntos y sugerencias anteriores, apuntan a que los jóvenes deseen formarse como docentes de ciencias para los distintos niveles educativos. Que se incremente el ingreso y egreso efectivo de estas carreras. Y que además, la formación inicial recibida durante la carrera, esté actualizada y acorde a las exigencias de los nuevos contextos educativos, de manera que el futuro docente sea responsable en su desempeño y actué como promotor natural para el incentivo y fomento de vocaciones por las carreras científicas e incluso de ingeniería.

Para finalizar, deseo enfatizar el lugar preponderante e irremplazable que ocupan los docentes de ciencias, que desde edades muy tempranas de sus alumnos, como ya mencioné, deben ser los encargados de despertar las vocaciones por las carreras científicas. Esto pueden lograrlo a partir de prácticas pedagógicas en aula común o el laboratorio, que no solamente utilicen recursos tecnológicos como valiosas herramientas didácticas, sino también que ellos sean los responsables de transmitir, y construir, conocimiento científico desde una imagen de ciencia no dogmática, actualizada y comprometida, entre otras cosas, con la preservación del ambiente y que conlleve a mejorar la calidad de vida de las personas. Y en este último caso ese lugar del docente no puede ocuparlo ni la tecnología, ni otros recursos, ya que un buen docente de ciencias será el artífice que utilice recursos a su favor, como la historia de las ciencias, la filosofía de las ciencias y la sociología de las ciencias, de manera que niños y jóvenes comprendan el valor que encierra la formación científica como herramienta transformadora de la sociedad.