4 de agosto de 2019

Elio Rojas Malca.
Amigos, colegas me animo a escribir este ensayo de reflexión y análisis sobre la problemática que vivimos la mayoría de los países iberoamericanos con respecto a la escasez de vocaciones orientadas al campo de las ciencias naturales por parte de la juventud o población estudiantil. Comparto los puntos de vista de varias investigaciones en las cuales destacan objetivamente que los estudiantes en su etapa de formación “rechazan” a las ciencias o que el desarrollo de las competencias científicas no se encuentra acordes a los estándares de calidad que la sociedad del conocimiento lo exige en la actualidad. Las causas pueden ser varias, pueden partir de afuera hacia dentro del ámbito escolar o ser internas es decir partir de la institución escolar hacia la sociedad.

Como docente de una institución educativa de enseñanza media, dentro de un contexto de investigación de “estudio de casos” y respetando que cada país tiene su propia particularidad, aunque el denominador común que tienen la mayoría son las pocas vocaciones de la juventud hacia las ciencias y carreras de ingeniería; me permito hacer una análisis reflexivo sobre el por qué de esta situación desde la “cultura light”. ¿Qué influencia tiene la cultura light en las vocaciones científicas? ¿Qué aspectos del desarrollo científico – tecnológico se convierten en distractores serios y determinantes potenciales que motivan o inducen a los jóvenes estudiantes a optar por vivir en la ley del mínimo esfuerzo? 

El término “light” que significa “ligero” es una cultura orientada a mostrar que la “esencia” de las cosas ya no importa. Sólo importa lo superficial. Esta cultura hace creer a los jóvenes que se puede vivir en la ley del mínimo esfuerzo. La consecuencia de ello es que se tiene jóvenes sin criterios, adictos a la moda pasajera y sin originalidad. Por otro lado el avance impetuoso de la ciencia y de la tecnología en la actualidad proporciona comodidad al ser humano, en el caso de las tecnologías de información y comunicación con sólo presionar la tecla de un control remoto o la pantalla táctil de una computadora o televisor se tiene todo a su disposición (información, diversión, entretenimiento, etc); la persona no se toma ya el trabajo de realizar mayores operaciones manuales o quizás mentales. No estoy en contra de este desarrollo tecnológico, bienvenido sea. ¿Dónde radica el problema? Esta cultura que tiende a cimentarse en la sociedad, genera un estilo de vida orientado hacia el “tener con el mínimo esfuerzo”, la actitud con que afrontan la vida los jóvenes esta exento de la valoración del esfuerzo. El deseo de no esforzarse y el vivir con una actitud hedonista los tiene alejados de la realidad del trabajo y del esfuerzo que implica alcanzar sus metas. Su filosofía de vida es asumida al estilo control remoto y con el mínimo esfuerzo quieren desarrollar su proyecto de vida. 

¿Cómo impacta esta cultura light en la vida de las escuelas, especialmente en relación a la vocación científica de la juventud estudiantil? En el campo educativo sabemos que las áreas académicas formativas de ciencias se orientan al desarrollo de capacidades, destrezas y habilidades que conjuntamente con los contenidos disciplinares permiten el desarrollo de competencias científicas. El logro de aprendizajes significativos se da cuando el estudiante se convierte en el protagonista en la construcción de sus saberes. El desarrollo del pensamiento científico por ejemplo exige del estudiante un esfuerzo mental y una predisposición significativa. Muchos jóvenes insertados en la cultura light no quieren comprometerse con experiencias de aprendizaje de este estilo, experiencias que en el mediano y largo plazo les permitiría descubrir su vocación (inclinación) y amor por las ciencias de la naturaleza.

Con respecto a la comodidad y el confort que nos trae el desarrollo tecnológico en la actualidad, las instituciones educativas de formación básica deben resaltar que todo ello es producto de un trabajo de equipo, de largas horas de trabajo, esfuerzo y entrega por parte de las personas que han hecho de la ciencia y la tecnología su pasión. Destacar que muchos científicos asumieron retos que implican grandes esfuerzos desde su infancia, adolescencia y en su vida adulta. Lo logrado no es producto de una filosofía de vida simple o de una situación fortuita. De no hacerlo las escuelas estarían contribuyendo a consolidar la cultura del menor esfuerzo y hacer que los productos de la ciencia y la tecnología caigan en el campo del hedonismo. Con este enfoque las instituciones educativas, la sociedad estarían contrarrestando los impactos negativos de esta cultura que se impone en la actualidad.

Soy consciente que el problema de las vocaciones científicas es complejo y responde a varias causas entre las cuales se encuentra la escuela, el profesor con su didáctica, los padres de familia y el estado con sus políticas educativas. A ello hay que agregarle lo que llamamos la cultura light que tiene un potencial distractor negativo que aleja a la juventud de lo que significa el esfuerzo y la investigación.

En mi opinión el estudiante iberoamericano tiene un repertorio de posibilidades para el desarrollo de su vocación científica que conjuntamente con un buen profesor mediador les muestre no sólo el trabajo por la vida, sino además les muestre el atractivo que tienen las ciencias y en el futuro se inclinen por las profesiones relacionadas con las ciencias e ingeniería.  Testimonios indican que “la prueba de fuego vino cuando hicieron su primer experimento y les salió bien“; estoy seguro de que en ese momento muchos estudiantes decidieron que realmente la ciencia era su vocación.