13 de octubre de 2021

Mag. Prof. Marcela Alejandra Quinteros - https://orcid.org/0000-0002-0139-7455
Deán Funes. Córdoba. Argentina.
Comunidad de Educadores de la Red Iberoamericana de Docentes.
En el año 2021, nos encontramos en un periodo bisagra respecto a la toma de decisiones y convenios a nivel mundial, con implicancia ambiental. La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró a 2021-2030 como la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas; además, Argentina asumió compromisos en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La ciudad de Deán Funes, al norte de Córdoba, cuenta con un área verde que posibilitaría tomar decisiones proactivas en ese sentido, aunque no hay aprovechamiento de este potencial ni auténtico reconocimiento de su importancia.

En 2015, todos los Estados Miembros se comprometieron a adoptar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, también conocidos como Objetivos Mundiales, como un llamado universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030.

En 2018 se propone a nivel regional, el Acuerdo de Escazú, negociado por Estados Latinoamericanos con la participación significativa de la sociedad civil y del público en general. Confirma el valor de la dimensión regional del multilateralismo para el desarrollo sostenible. Al aprobarse podrá entrar en vigencia en nuestro país y su adopción debe garantizar los derechos de acceso a la información, la participación pública en la toma de decisiones, y el acceso a la justicia en temas ambientales.

Nuestra Legislación de orden Nacional y Provincial sigue la línea de las tendencias legales ambientales a nivel mundial y regional. Esta toma de posición de los Estados viene acompañada de movimientos civiles, como es el surgimiento de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y otras acciones tendientes a propiciar la concientización sobre la necesidad de preservar el ambiente.

En la ciudad de Deán Funes, de modo auspicioso, en el año 1996 se expropiaron terrenos en sectores periurbanos de la ciudad, con importante flora y fauna autóctona. En 2010, se declara al área, como “Parque Autóctono Deán Funes”. Sin embargo, este se constituyó en un “Área Natural de Papel” (Rife, 2013) porque no se le dio el destino planificado. Ante reclamos de vecinos y ciudadanos comprometidos, hubo revisiones, pero no acciones concretas, incluso aún hoy sigue sin declararse claramente la finalidad de su creación ante el ente pertinente a nivel provincial, lo que vuelve vulnerable su existencia y estado ambiental.

A partir del planteo de la problemática de cómo promover la conservación y el uso público sostenible del “Parque Autóctono Deán Funes” y de los servicios ecosistémicos que este otorga, es que surge la necesidad de contar con un Plan de Alfabetización Ambiental, Gestión y Restauración consensuado participativamente con miembros de distintos ámbitos de la sociedad local, para que el trabajo sea eficiente y sostenido.

Como prerrequisito para llegar a delinear, proponer y contribuir a la futura implementación de un Programa o Plan de Acción se definió la realización de un Diagnóstico Perceptivo Ambiental, y un diagnóstico general de las condiciones ambientales del Parque, para conocer su estado, y la apreciación y conocimiento del mismo por parte de los vecinos de la comunidad, y de los dirigentes con poder de decisión. Se confeccionó un mapa de actores y se realizaron entrevistas específicas y una encuesta. Según los resultados, el 89% de los encuestados no tiene conocimiento de la existencia del “Parque Autóctono”; y un 73% ni siquiera ha visitado el sector. Por otro lado, los encuestados manifestaron una percepción del ambiente desvinculada de su sostenibilidad, relacionada principalmente a la higiene urbana, con mención primordial a aspectos visuales como presencia de basura o limpieza de espacios públicos. Este sesgo en la visión del ambiente, representa una gran debilidad a la hora de gestionar apoyo o participación mancomunada. No obstante lo expuesto, un 89% afirmó que está interesado en visitar un área protegida con los servicios que pueda brindar, y más de un 50% se manifestó preocupado por las condiciones ambientales de la ciudad y sentirse comprometido con su calidad medioambiental. Aunque son expresiones de carácter subjetivo, representan una muy buena predisposición a interiorizarse en la temática, lo cual configura una oportunidad para obtener apoyo y acompañamiento en la búsqueda de medidas participativas para la restauración para el “Parque Autóctono”; y, además, dejan traslucir ideas de su percepción ambiental.

Resulta importante destacar este gran desconocimiento general de la población sobre el Parque y sus servicios, a lo que debemos sumar conflictos de intereses y posiciones encontradas respecto a la forma más efectiva de gestionar el área o utilidad futura de la misma a nivel municipal; lo cual podría afectar la toma de decisiones consensuadas para llegar a un uso sostenible de la misma. Actualmente existen pocos actores involucrados en la conservación del área; entre ellos se destacan las autoridades de control de aplicación de la ley, como es la Policía Ambiental Provincial; y de modo esporádico, vecinos, organizaciones e instituciones locales como el centro vecinal próximo, o las escuelas.

No se dispone de un Plan de Restauración o Plan de Obras para Uso Público, o actuales líneas de acción. Si bien el Municipio cuenta con instrumentos normativos, faltan recursos e infraestructura necesaria para garantizar una gestión sostenible del “Parque Autóctono”; y, lo más importante, no se ha convocado a la ciudadanía para sumarla a las necesarias decisiones que se deben tomar con respecto al área. Sin dejar de lado también, que se deben respetar las máximas contempladas por nuestra Constitución respecto del derecho a gozar de un ambiente sano; y la obligación de gestionar los recursos de modo sostenible, en consideración a las futuras generaciones.

A partir de los datos ambientales del Parque, y la opinión favorable o proactiva de los actores comunales es que se puede concluir que un Plan Participativo de Restauración o de Obras para uso predefinidos, tendría altas prioridades de lograr un uso sostenible del “Parque Autóctono”. Esto permitiría restablecer y aumentar sus servicios ecosistémicos, al promover la conservación y el uso público sostenible de sus recursos naturales y culturales; y orientar las acciones de nuestra ciudad tras los preceptos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de la Década de Restauración de los Ecosistemas de las Naciones Unidas.

De todos los Objetivos planteados por las Naciones Unidas, que se relacionan de modo estrecho con la importancia de los sistemas ecológicos como el “Parque Autóctono”, se destacan tres.

El objetivo 3 de la ONU, expresa que es fundamental garantizar una vida saludable y promover el bienestar universal.

El objetivo 15 es fundamental pues hace referencia a la vida de los ecosistemas terrestres. Se pretende proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica. 

El objetivo 17 establece fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible. Hace referencia a que un programa exitoso de desarrollo sostenible requiere alianzas entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Estas alianzas inclusivas construidas sobre principios y valores, una visión compartida, y metas compartidas, que colocan a la gente y al planeta en el centro, son necesarias a nivel global, regional, nacional y local.

Cabe reflexionar: ¿Cómo es que una buena iniciativa surgida de dirigentes locales y representantes de la comunidad, no tiene hasta el momento el uso deseado y no se logra cumplir con los objetivos previstos en la creación del Parque? El recorrido realizado a campo y el resultado de entrevistas y encuestas a los actores sociales dan cuenta de una gran distorsión de su percepción ambiental. Definir las condiciones ambientales sólo por el aspecto de los espacios - ligado a la limpieza urbana -, dista mucho de comprender las verdaderas e intrincadas relaciones que se establecen en los sistemas ecológicos y la importancia de preservar el equilibrio de las mismas. La explicación para estas observaciones se basa en la falta de una adecuada educación ambiental y apertura a la participación ciudadana. Falta alfabetización ambiental, que permita interpretar la dinámica de la realidad circundante, tanto de parte de los dirigentes como de la mayoría de los vecinos. Esto hace que se ponga el interés, inversiones o reclamos, en otros aspectos.

Al confrontar la percepción ambiental de los actores sociales con la realidad ambiental, y lo potencial que se puede lograr a nivel ambiente; prevalece como punto coincidente, la falta y necesidad de los espacios verdes en la ciudad, y el valor social otorgado a los mismos. Esto va en sintonía con las recomendaciones de que debería haber entre 10 y 15 m2 de espacio verde por habitante. Algo que actualmente no ocurre en Deán Funes, y que quedó puesto de manifiesto cuando los vecinos vieron reducidas sus posibilidades de traslado a causa de la pandemia de SarsCoV2, y salieron en busca de espacios para esparcimiento y relax, donde también se pudiera practicar el sugerido distanciamiento social, y no los encontraron dentro del ejido urbano.

Las personas a veces no se sienten parte de la intrincada trama de relaciones que se tejen en los ambientes, y en su entorno próximo. Cómo generación actual, debemos incorporar modelos de desarrollo sostenible; priorizar la igualdad, la equidad, considerar la necesidad común de gozar de un ambiente sano para todos. Para que los cambios sean efectivos, la participación ciudadana tendría que ser el eje central de la política ambiental, y debería enmarcarse en un contexto donde coincidan los más diversos intereses (Paz, 2005) con atención a las costumbres y tradición local. La restauración mancomunada del “Parque Autóctono” plantea todo un desafío en ese sentido. Es un área urbana periférica donde se puede preservar parte de los ecosistemas propios de la región; y puede constituirse en área de recreación, educación, e investigación.

El “Parque Autóctono Deán Funes”, y la necesidad de un manejo sostenible del mismo presenta una posibilidad y alternativa para dar respuesta a las demandas actuales de gestión tendientes a mejorar la calidad de vida de los vecinos de Deán Funes, bajo los principios de un desarrollo sostenible. ¡Debemos asumir lo ambiental con responsabilidad social!

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