16 de septiembre de 2020

Patricia Guijarrubia. Comunidad de Educadores de la Red Iberoamericana de Docentes.
Días complejos y descarnados para toda la humanidad.
Días donde las injusticias se profundizan y la solidaridad crece en algunos espacios.
Días donde las escuelas se abren hasta las casas y las pantallas desbordan.
Días para cuidar, cuidarnos y cuidarse.

Incontables palabras a través de escritos, audios, videos, conversatorios, conferencias y diferentes formatos virtuales se han referido en estos días a la situación de la pandemia en general y de la educación en particular. Algunas palabras optimistas, otras fatalistas; algunas ingenuas, otras crudamente realistas; algunas palabras constructoras otras detractoras.

En unos y otros casos es necesario asomarse y posicionarse críticamente, a fin de profundizar el conocimiento de estos tiempos históricos marcados por un antes, un durante y un después de la pandemia. Desbrozar la vorágine informativa (o desinformativa) que llega cual catarata nos inunda, optar por instancias de reflexión fundamentada que contribuyan a comprender realidades tan diversas y como complejas. Pero también a dar respuestas colectivas a una situación mundial de exacerbada desigualdad, que la pandemia acentúa y a la vez devela descarnadamente. Los maestros y maestras lo vivimos en todos los tiempos.

Las palabras que siguen son un aporte más, que intentan pensar en voz alta y brindar esperanza, justamente la palabra cuidar (poner atención a algo o alguien) proviene del latín cogitare (pensar). Si bien no son sinónimos comparten origen etimológico, en algunos diccionarios cuidar aparece como una acepción de pensar.

Para comenzar podemos decir que una pandemia, en diferentes tiempos y territorios afecta a la humanidad toda. La palabra pandemia es una voz que procede de una expresión griega, aúna “pan” -todo-, “demos” -pueblo- y el sufijo “-ia”. Algo así como lo que les sucede a todos. En la antigua Grecia, la utilizaban como sinónimo de “lo público” o lo que concierne a toda la gente”. A mediados del XVI, algunos médicos usaban el adjetivo “pandémico” para referirse a “lo que afecta a toda la población”. En tiempos epocales disímiles la palabra fue condensando y consolidando significados, asociados a una enfermedad extendida. En el año 2020, la humanidad toda se encuentra y resistiendo el covid19. Ante esta crueldad, se observan diferentes grados de involucramiento gubernamental, es necesario diferenciar, valorar y destacar aquellas acciones que buscan el cuidado de los habitantes y generan estrategias de vida, de otras instancias negativistas.

 Las maestras y maestros experimentamos situaciones difíciles en las aulas presenciales, también en las virtuales, conscientes del abismo entre unas y otras. Nuestra tarea sustantiva es generar instancias para aprender y enseñar. ¡Cuántos temores, problemas, contradicciones se vislumbraron estos días! Y a la vez cuántas esperanzas y oportunidades fueron gestándose en estos tiempos. Impensable nuestra tarea sin un marco de contención y cuidado. Maestros y maestras somos artesanas y artesanos del cuidado, siempre, más en estos meses.

¿Qué pliegues de significados anidan en la palabra cuidar?

1. Cuidar es escuchar.

Sin duda podamos afirmar que la escucha atenta de cada palabra que pronuncian nuestras y nuestros estudiantes es uno de los mayores insumos a la hora de soñar y concretar proyectos áulicos, también una oportunidad para conocer las historias y las inquietudes de todas/os y cada una/o, sus preocupaciones y hasta sus miedos, las dudas y las certezas, también la esperanzas.

Byung Chuk Han 1 nos conmueve afirmando que:

 “El arte de escuchar se desarrolla como un arte respiratorio. La acogida hospitalaria del otro es un inspirar que, sin embargo, no se anexiona al otro, sino que lo alberga y lo protege.”

Escuchar y escucharnos nos oxigena mutuamente, ante la asfixia de estos meses. La pandemia alteró los tiempos y los espacios. La escucha atenta y mutua debe permanecer. A partir de ella pueden generarse diálogos genuinos y sinceros, lejos de los monólogos reiterativos y monocordes, o donde el ego se despliega obturando encuentros. Verdaderas conversaciones que pueden producir vínculos y conocimientos. Urge disponer tiempo para escuchar respetuosamente, esto constituye otra forma de cuidar.

En el ámbito áulico virtual y en la posible presencialidad es imperioso escuchar. En los mundos de nuestras niñas y niños entran el juego y la imaginación, las amigas, los amigos y los cuentos, las rondas y los saltos. La pandemia irrumpió esos mundos cual vendaval arrasador. Poner en palabras y expresar deseos será parte del cuidar.

En el ámbito institucional la conversación debe tender puentes y cooperación entre los docentes, directivos y la comunidad.

Y en el ámbito jurisdiccional será necesario incluir todas las voces, cuidar también las formas de participación para planificar la vuelta a la escuela, privilegiar la participación de nuestros docentes y equipos directivos, considerándolos como sujetos y no como meros ejecutores. Es decir, generar amplios y genuinos consensos donde todas y todos participen pero especialmente lolas y los docentes de cada institución. En cada país y en algunas ciudades podrá ser diferente, las condiciones no están dadas de la misma forma. Aquí aparece otro componente a la hora de tomar decisiones y analizar el regreso para que no replique o reproduzca injusticias y crueldades.

 Y fundamentalmente las opciones no pueden tomarse en un escritorio sin la participación docente, o movidos por la presión de sectores mercantilistas.

Urge escuchar, dialogar genuinamente y trabajar en conjunto con las demás instituciones cercanas a la escuela: el centro de salud, el merendero, el comedor comunitario y los centros culturales, entre otros espacios territoriales.

2. Cuidar es construir refugios.

 En diferentes lugares, físicos o imaginarios, la construcción de refugios ayuda a transitar días amenazantes. Refugios para disponer condiciones que impidan daños.

Proteger como forma de tejer cuidados y bordar formas de acercamiento que permitan crecer, donde el aislamiento físico no implique inmensa soledad, hilar espacios donde los niños y niñas se sientan hospedados y esperados.

La escuela como territorio de hospitalidad y acogimiento, recibe (de una y mil maneras) a las niñas y los niños, respeta el distanciamiento preventivo, pero genera diferentes estrategias de acercamiento para llegar a todas y todos. En muchos casos llevando materiales, alimentos y palabras, provocando así encuentros-refugios.

Las interminables horas de nuestras/os docentes sentados frente a las computadoras con grandes problemas de conectividad en muchos casos, dan cuenta del compromiso por la tarea de enseñar y construir o reconstruir vínculos pedagógicos. Las preocupaciones y los cuestionamientos ante cada trabajo de clase que preparan y que envían por internet, por WhatsApp o buscando mil maneras de acercarse a las infancias y las familias, las interminables preguntas, son ejemplos de cuidado.

¿Cómo entusiasmar para aprender en estos días? ¿Qué actividades elegir criteriosamente para que sean significativas? ¿Cómo generar diálogos y/o conversaciones con y entre los niños y niñas?

¿Cómo consolidar el trabajo institucional para no transformarnos en islas? ¿Cómo aliarnos con las familias, en tiempos tan alterados?

¿Cómo cuidarnos como docentes trabajadores ante las adversas condiciones laborales? ¿Cómo reflejar la institución escuela en cada envió?

¿Cómo atraviesan nuestros colegas estos días subvertidos?

 ¿De qué manera conocer y compartir respetuosamente recursos producidos por otras y otros docentes?

Pensares y sentires, amparos y refugios, combinados, para llegar a todas/os y recomenzar los rituales de enseñar y de aprender. La vuelta a la escuela presencial, que no será volver a la normalidad perdida, sino transformada recobrando la esencialidad de la escuela, luego de superada la pandemia deberá incluir refugios de esperanza y cuidados que no retrotraigan a modelos tradicionales individualistas.

3. Cuidar es desplegar la pedagogía de la ternura.

Ternura significa cualidad de tierno, sus componentes léxicos son terno (tierno, delicado, sensible, cariñoso) más el sufijo ura (actividad-resultado). En la palabra educación anida la ternura como espacio de cuidado , como nido para emprender nuevos vuelos, ampliar horizontes y desplegar generosidades. ¿Qué es educar sino un acto de total generosidad?

Alejandro Cussianovich2 en su libro “Ensayo sobre la condición humana: Pedagogía de la ternura” (2010) nos introduce en el origen de la pedagogía de la ternura, destacando que la misma nació para combatir el sufrimiento generado por la violencia y crueldad. No se originó entre pañales, ni es angelical, nació frente un contexto de violencia desgarradora.

 “La pedagogía de la ternura intentó desde sus inicios ser un contra discurso que recupera la fuerza del amor basado en la justicia social” (2010)

Esta pedagogía conjuga lo sociopolítico y lo ético, lo individual y colectivo, lo racional, lo emocional y lo cognitivo.

Señala el autor mencionado, algunos estigmas que buscaron reducir el significado de la ternura: la infantilización y la reducción al ámbito privado.

En contraposición, es necesario contemplar en toda su amplitud la pedagogía de la ternura, que debe incluir a todas las personas, atravesar todas las etapas de la vida, y los ámbitos públicos.

 El autor sostiene que la pedagogía de la ternura genera densidad en la calidad comunicativa a través de diferentes lenguajes. A su vez retoma los aspectos más destacados de la historia de las pedagogías críticas y emancipadoras. La pedagogía de la ternura transforma aprendizajes pétreos y busca hacer una humanidad más humana.

Lidia Tuner Martí, (Santiago de Cuba 1934) señala en una entrevista, tras su paso por la ciudad de Rosario (2013) que la pedagogía de la ternura enseña a los niños a confiar en sí mismos. Sostiene que:

 “Es con el vínculo con el ser humano y con la comunicación con lo que uno puede ayudar. Me parece que esa es la alegría que sienten los educados”

Sus palabras nos ayudan a pensar el cuidado como un vínculo de confianza y que a su vez genera libertad responsable, lejos de la vigilancia, el control y la estigmatización. Y también resalta el placer de enseñar y aprender, sin dudas los esfuerzos por dar continuidad a estos procesos en pandemia deben contemplarlo.

Estudiosa incansable de las obras de José Martí señala que la pedagogía de la ternura es la base de la pedagogía martiana.

En el libro “El maestro ambulante” 3Pablo Imen (2016) en búsqueda de recuperar el acervo martiano, señala que José Martí (1853 La Habana, 1895 Dos Ríos) concibe la enseñanza como un acto de amor y ternura. La pedagogía martiana es vital y abarca la razón, pero la desborda, introduciendo el sentir y el hacer, y el vincularse con los demás y su contexto. (pág. 106).

En dicho proyecto pedagógico resulta fundamental el amor como motor y guía. En palabras de José Martí: “La enseñanza ,¿quién no lo sabe? es ante todo una obra de infinito amor”

Es notable como en estos días pandemiales urgen las propuestas que construyan vínculos de confianza y amorosidad, de respeto y ternura, entre aquellos y aquellas y participan del ritual de enseñar y aprender, con las diferentes formas y formatos que pueden presentar.

Es necesario, elegir (y/o construir) críticamente otros espacios en las pantallas (de las computadoras, de la tv y de los celulares) lejos de aquellos que destilan violencias directas o indirectas, disfrazadas de propuestas lúdicas, que entre balas y explosiones, venganzas y rencores, construyen subjetividades buscando la inhumnización (ferocidades, brutalidades y atrocidades).

Las y los educadores vamos aprendiendo nuevas y no tan nuevas formas de enseñar tan humanizantes como complejas, para una educadora o educador, nada de lo humano es ajeno.

4. Cuidar es inventar

 “Inventamos o erramos” 4reconocidas palabras del maestro Simón Rodriguez (Caracas 1769, Amotape 1864), que puede orientarnos en estos días de pandemia. El contexto sociopolítico donde esgrimió esta máxima se dirimía entre pedagogías coloniales y pedagogías independentistas. Hoy, sus palabras y su ideario pueden rescatarse y resignificarse, la pandemia nos desafía a desterrar “normalidades” injustas y posicionarnos en la construcción de otros mundos posibles, rearmar y reamar escuelas dignas y dignificantes.

Cada día de este año 2020 los docentes nos hemos reinventado, reorganizado y aprendido. Elegimos críticamente formatos virtuales tal vez más dinámicos y atractivos, pero con el cuidado de no perder la complejidad. Y muchas veces los amalgamamos con las destacadas propuestas nacionales fruto de políticas públicas de cuidado, elaboradas para dar respuestas a la continuidad pedagógica (canales y programas educativos multimediales, cuadernillos digitales e impresos, entre otros). Compartimos con colegas logros y dificultades, nos apoyamos, en muchos casos se revitalizó la comunidad-escuela, en alianza con las familias, la pandemia afectó a todas/os y cada una/o.

 Inventar no es partir de cero, es tener en cuenta la realidad y las condiciones, incluso los aportes del pasado, pero no es anquilosarse, sino volver a hallar lo esencial, descubrir y fortalecer lazos, encontrar o hallar soluciones colectivas complejas a situaciones altamente difíciles.

Reinventar y reiventarnos, rescatando saberes y experiencias que contribuyan desde el pasado y el presente a construir otros futuros de justicia e igualdad en la diversidad.

Cuidar es escuchar, es construir refugios, es desplegar pedagogías de las ternuras, es inventar.

Son sólo algunos de los pliegues de significados que anidan en la palabra cuidar.

Sin dudas maestros y maestras encontraremos otros, porque cuidar se conjuga entre nosotras y nosotros.

 Lo contrario a cuidar es abandonar, desatender y olvidar. Cuidar implica memoria. Opuesto a cuidar, es descuidar, dejar a la deriva a las infancias y a las familias entre las tempestades que producen ésta y otras pandemias, como los sistemas que sostienen modelos de segregación y vulnerabilidad de derechos.

Maestros y maestras seguiremos realizando cuidados colectivos y solidarios, en clara y constructiva alianza con las familias y las comunidades territoriales.

La pandemia nos lleva a cuidar y cuidarnos para caminar con urgencia tan paciente como cotidiana, hacia una humanidad más justa, menos consumista, más solidaria menos egoísta, más respetuosa de las diferencias menos hegemónica, más constructora de saberes y experiencias, menos desinformada más reflexiva, menos depredadora más cuidadosa y respetuosa de la naturaleza. Una humanidad humana y humanizante.

Bibliografía-Webgrafía :

*Aprender la condición humana, Pedagogía de la ternura, Cussianovich Alejandro, Instituto de Formación de Educadores de Jóvenes, Adolescentes y Niños Trabajadores de América Latina y el Caribe ( 2010)
http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/289498

*Pedagogía de la ternura la que enseña a los niños a confiar en sí mismos (2013, 22 de junio ) Diario La Capital, Ciudad de Rosario
https://www.lacapital.com.ar/edicion-impresa/pedagogia-la-ternura-la-que-ensena-los-ninos-confiar-si-mismos-n1237384.html

*La expulsión de lo distinto de Byung’ Chul Han ( 2018)
https://www.youtube.com/watch?v=_S9nDHS9_GA

*El maestro ambulante, José Martí y las pedagogías nuestro americanas
(2016) Giller Diego, Imen Pablo, Cardona Diana, Ouviña Hernán, Vergara
Mercedes. Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación, Bs As

*Simón Rodriguez y las pedagogías emancipadoras de Nuestra América(2013)
Wainsztok Carla, Durán Maximiliano, Cardona Diana, Ouviña Hernán Imen
Pablo, Centro Cultural de la Cooperación, Bs As

 

 

1 Filósofo y ensayista surcoreano, contemporáneo y crítico de los sistemas capitalistas, profesor de la Universidad de las Artes de Berlín. 

2 Pedagogo peruano destacado defensor de los derechos de las infancias y los jóvenes, promoviendo su protagonismo en organizaciones sociales.

3 En el libro Simón Rodriguez y las pedagogías emancipatorias de Nuestra América, se describe y analiza el contexto histórico donde surgieron las ideas pedagógicas rodrigueanas, sus alcances y su plena vigencia.

4 En el capítulo 3 del mencionado libro es posible encontrar un análisis de las ideas pedagógicas martianas, a través de interrogantes tales como: ¿Para qué enseñar? ¿Qué y cómo, enseñar y aprender?