30 de julio de 2019

Hace cerca de treinta años que conocemos las posibilidades que tienen los niños pequeños de leer y de escribir, la forma peculiar en que lo hacen, y el proceso a través del cual van siendo competentes tanto en la producción como en la interpretación de textos (proceso que inician a edades muy tempranas, justo cuando comienzan su historia escolar). Y desde finales de la década de los setenta, al tiempo que se difundían esos aportes psicolingüísticos, comenzaron a elaborarse de manera sistemática propuestas e iniciativas didácticas coherentes con ellos, que destacan la importancia decisiva que tiene ofrecer al niño entornos alfabetizadores, es decir, donde se leen y se escriben textos sociales con las mismas finalidades y características que tienen dichas acciones en los contextos letrados, o sea, en los que tanto leer como escribir forman parte de la vida cotidiana (Lerner, 2001). En consecuencia, esas propuestas resaltan la necesidad de disponer en las aulas de la mayor cantidad y variedad posible de textos verdaderos, de soportes y de instrumentos de escritura, y, claro está, de un docente entusiasta y comprometido con su rol alfabetizador. Desde esta perspectiva, lo que se propone es enseñar a leer y a escribir utilizando los textos y los instrumentos que se emplean en el mundo social, entre los que también están los textos y los soportes informáticos.

Así, incorporar el ordenador no es el hito fundamental del momento en el proceso histórico de la escuela como institución alfabetizadora. Lo que importa es que, entre la amplia gama de textos con los que se cuente, estén los que se localizan vía Internet, y que entre los soportes y los instrumentos de escritura se disponga de ordenadores. El salto cualitativo es que los textos y las acciones de leer y de escribir sean el eje del trabajo didáctico en el aula, intentando reproducir las características que tienen esas acciones fuera de la escuela. De esta forma es como se mantienen sus funciones, sus sentidos y sus maneras de hacerlo, y como los niños se van constituyendo en usuarios de la lectura y de la escritura. Dado que en los momentos actuales se accede en el mundo letrado a textos informatizados y a modos de escribir tecleando que van dejando atrás los diferentes instrumentos de trazado, es fundamental que se utilicen en el aula esos avances tecnológicos tanto para escribir como para leer desde el inicio de la escolaridad.

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