1ro de agosto de 2020

Shutterstock / Voyata

Inés Alegre, IESE Business School (Universidad de Navarra) y Josep Valor, IESE Business School (Universidad de Navarra)

La reciente prevalencia de fake news políticamente cargadas y su proliferación en las redes sociales ha atraído una gran atención y ha generado preocupación por sus efectos en la sociedad. Las noticias falsas, cuando son difundidas por personas prominentes, tienen graves efectos en muchos sectores.

El 29 de marzo de 2018, el presidente estadounidense Donald Trump tuiteó falsamente que Amazon no estaba pagando impuestos a los gobiernos locales y estatales y que estaba generando una gran pérdida para el Servicio Postal de los EEUU, lo que provocó que las acciones de Amazon cayeran casi un 8% en dos días; se recuperaron cuando un portavoz de la Casa Blanca dijo que “no se contemplaba ninguna acción”. Las noticias falsas tienen efectos no solo en los resultados electorales, sino en casi todos los sectores de la sociedad.

Sesgo de confirmación

¿Qué hace que la gente crea noticias falsas? Algunos estudios han demostrado que las personas tienen un sesgo de confirmación, y tienden a creer noticias y teorías que son consistentes con su comprensión apriorística del problema, independientemente de su veracidad.

En política, ¿es este sesgo el mismo en todo el espectro o hay diferencias entre las personas que se consideran conservadoras o progresistas?

En un reciente estudio llevado a cabo en el IESE, pendiente de publicación, intentamos resolver las siguientes preguntas: ¿Afecta el posicionamiento político a la capacidad de discernir entre noticias falsas y verdaderas? ¿Depende esta capacidad de la orientación política de las propias noticias?

Se han realizado algunos estudios que examinan la difusión de noticias en Twitter. De particular interés es el estudio realizado por Sinan Aral y sus colegas del MIT que analizó 126.000 hilos de tweets y descubrió que las noticias falsas alcanzan los 10 retweets veinte veces más rápido que las noticias verdaderas.

La naturaleza de este tipo de estudios no permite explorar el efecto, si lo hay, del posicionamiento político de los individuos o cuán cerca están de la orientación política de las noticias.

Nuestro estudio quería explorar precisamente esto y para ello presentó a 444 personas 40 titulares que incluían una imagen y un subtítulo como se muestra en la figura siguiente.

De esas 40 noticias, 20 favorecían puntos de vista conservadores y las otras 20 a puntos de vista liberales (en el contexto de los EEUU, liberal es equivalente a votante demócrata-progresista). De cada 20 titulares, 10 eran verdaderos y 10 falsos. Los titulares verdaderos se habían publicado en más de un medio de buena reputación. El conjunto de noticias falsas se copió de algunos de los sitios troll / satíricos que generan historias falsas y los investigadores comprobaron que eran completamente falsas.

Cada encuestado tuvo que calificarse subjetivamente en una escala del 1 (muy liberal) al 10 (muy conservador) y juzgar la veracidad de cada una de las 40 noticias en una escala de 1 (definitivamente falsa) a 10 (definitivamente real).

Para estudiar la relación entre la inclinación política y la tendencia a creer noticias falsas o no creer en las noticias verdaderas, definimos la precisión de cada respuesta en función de cómo de cerca estaba su calificación de su valor “verdadero” de 1 (para falso) o 10 (para verdadero).

Por ejemplo, una precisión de 10 significaría que el encuestado dio exactamente un 1 por una noticia falsa o un 10 por una verdadera.

Dado que cada encuestado también se calificó a sí mismo de 1 a 10 dependiendo de su posición política, cada encuestado tenía una calificación de afinidad con cada una de las 40 preguntas, y podíamos analizar cuán precisas eran las personas dependiendo de su afinidad a cada noticia.

Probamos inequívocamente, igual que otros estudios, que las personas tienden a creer cualquier noticia que esté cerca de su posición política, independientemente de su veracidad.

Nuestros resultados también muestran que las personas son más precisas al juzgar las noticias, reales o falsas, que están lejos de su posición, es decir, la precisión aumenta con la perspectiva, tanto para las noticias verdaderas como para las falsas.

Al examinar las precisiones de las personas con diferente inclinación política, las diferencias en la precisión promedio son estadísticamente significativas y muestran que los liberales son más precisos que sus homólogos conservadores para todas las noticias, siendo esta diferencia mayor en las noticias reales que en las falsas.

Los que creen en noticias falsas

Es decir, los autoproclamados conservadores son estadísticamente menos precisos (creen noticias falsas y no creen en las noticias verdaderas) en mayor proporción que los autoproclamados liberales. Esta diferencia entre liberales y conservadores en nuestro experimento contradice estudios previos donde esta diferencia era inexistente.

En la literatura de psicología hay estudios que demuestran que creer en las noticias falsas está asociado al dogmatismo y la falta de pensamiento analítico.

Paralelamente, un estudio de ciencias políticas demuestra que los conservadores estadounidenses (autodefinidos como votantes pro-Trump) son más rígidos cognitivamente, dogmáticos y menos tolerantes a la ambigüedad que los liberales (autodefinidos como votantes pro-Clinton).

Parece que demostramos, en nuestra muestra, que el menor dogmatismo y la mayor capacidad de cuestionar las creencias de uno mismo, más acentuados en los liberales que en los conservadores, tiene una traducción directa en la capacidad de discernir noticias falsas de las verdaderas.

Debemos concluir afirmando lo obvio: no juzgamos ni intentamos probar si creer en una historia falsa tiene alguna influencia en como vota un individuo. Simplemente afirmamos que, en nuestra muestra, los conservadores y los liberales son diferentes en sus habilidades para discernir las noticias falsas de las verdaderas.The Conversationhttp://theconversation.com/es/republishing-guidelines —>

Inés Alegre, Assistant professor, IESE Business School (Universidad de Navarra) y Josep Valor, INDRA Professor of Digital Strategies, IESE Business School (Universidad de Navarra)

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.