5 de noviembre de 2018

Jorge William Tigrero Vaca
Guayaquil-Ecuador
El presente artículo desarrolla un análisis sobre la importancia del trabajo colaborativo docente para resolver problemas vinculados a los procesos de tesis a nivel de Posgrado, propuesta que se puede replicar a todo nivel formativo.

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Uno de los procesos que más quita el sueño a profesores y a estudiantes es el desarrollo de la tesis; tanto docentes que hacen las veces de guías o evaluadores junto con los estudiantes que tienen como anhelo culminar con éxito su etapa formativa, en muchas ocasiones se encuentran inmersos en un laberinto sin salida que en el peor de los casos termina con la deserción de cualquiera de las dos partes. Se asume en ocasiones que es el estudiante el que abandona el proceso, sin embargo, cada vez es más frecuente que el profesor guía o evaluador se retire de su función y el “monstruo” de la tesis vence a todos.

También es común pensar que estas situaciones se presentan casi siempre a nivel de titulación de pregrado, porque es el ámbito donde mayores estadísticas se generan. Sin embargo, a nivel de posgrados la situación toma otros criterios de dificultad. Por ejemplo, en una maestría prima la heterogeneidad en cuanto a formación de los estudiantes, condiciones académicas diversas, contextos sociales distintos, niveles de competencias y destrezas diversos, etc. Los programas académicos no tienen como finalidad equilibrar los conocimientos, si bien existen procesos de nivelación concentrados en la admisión, luego no hay un esquema que permita certificar que cuando los alumnos llegan a su etapa de titulación tengan los conocimientos y habilidades requeridas para afrontar el desarrollo de una tesis.

En este punto, se presenta la situación de los docentes en su papel de guías o evaluadores de tesis. Un profesor guía tiene la función de orientar al estudiante en el proceso, revisar detalles que van desde la redacción académica hasta el procesamiento de datos, si bien la figura muchas veces no delimita niveles, existen casos en los que el guía orienta al tesista de forma constante y en otras brilla por su ausencia.

No nos concentraremos en el profesor que no guía, sino en los ámbitos que el docente tutor debe afrontar. No se concentra en un solo problema, sino más bien en la multiplicación de retos, circunstancias adversas que cada uno de los estudiantes a los que debe guiar pueden presentar; todo esto se junta al mismo tiempo y de no encontrar una estrategia para afrontar con firmeza estos inconvenientes provoca que los diversos procesos no lleguen a buen puerto.

La pregunta fundamental es: ¿el docente tutor está solo?, pues normalmente se cree que sí, que todos los problemas que puede tener debe afrontarlos como pueda. Sin embargo, hay una llave maestra para lograr fortalezas y vencer estos duros escenarios. ¿Quién nos ayuda en estas tribulaciones?, no es cuestión de ayuda, es cuestión de pensar que la unión hace la fuerza; la clave radica en que, dentro de un mismo contexto educativo, habrá otros colegas docentes que estén en la misma situación y ante problemáticas de distinto nivel de complejidad.

La solución está en el trabajo colaborativo docente. Estructurar una serie de procesos ordenados en los que los profesores primero se reúnen para analizar cuáles son los temas de tesis de sus guiados, analizan posibles problemas en común que deban afrontar y resaltan cuáles son las fortalezas que cada integrante del grupo tutor tiene para poder resolver aquellos inconvenientes que se detectaron. Con esta base, ordenada y enriquecida gracias a los fundamentos del grupo, se elabora un plan de trabajo colaborativo en el cual los profesores tutores ya no trabajarán solos, sino que podrán apoyarse gracias a la estructuración de estrategias de acción para avanzar en el desarrollo de los temas de tesis.

Por ejemplo, puede ser que uno de los profesores tutores y su estudiante tengan problemas para avanzar en el desarrollo del marco teórico de un tema con base al manejo de las TIC y resulta que este aspecto no es el fuerte del tutor. En el caso tradicional de no formar un grupo colaborativo, afrontar estas falencias se convierte en algo complicado, sin embargo, dentro de la estructura con base en la colaboración, el apoyo de uno de los profesores con los que se trabaja en conjunto que tenga como campo de acción el manejo de las TIC provoca que haya un aporte y guía fundamental para su compañero tutor para saber cómo abordar aquellas teorías y conceptos, de esta manera lo que antes era un campo incierto ahora con la guía colaborativa se resuelve de la mejor manera.

Este caso propuesto de trabajo colaborativo entre tutores no se debe quedar en el nivel de solo asesoramiento, también debe vincularse con evaluaciones y retroalimentación; es decir, un docente tutor puede compartir el avance de tesis de su guiado con los demás y ellos pueden generar los comentarios, puntualizaciones y retroalimentaciones que consideren apropiados, de esta manera, al momento de enviar el documento para su revisión tiene como fortaleza el sustento de una gama de criterios profesionales que respaldan lo redactado.

De igual manera, así como se trabaja colaborativamente entre pares tutores y la revisión de los documentos, el vínculo entre el grupo docente y los estudiantes es otra de las fortalezas del modelo; queda clara la estructura de contacto docente-docente, pero este trabajo colaborativo se extiende al estudiante ya que el grupo de tutores puede también trabajar personalmente con los alumnos guiados. Por ejemplo, cuando un estudiante presenta algún problema en análisis estadísticos y si su guía no tiene como fuerte este ámbito, se ubica entre el grupo a un profesor que tenga estos conocimientos y se puede concretar una reunión entre el par docente del grupo colaborativo y el estudiante, para que la guía ahora sea directa y se siga trabajando en conjunto para lograr el tan anhelado objetivo de vencer la tesis.

Junto con el desarrollo de habilidades para resolver problemas, generar aprendizajes y reflexiones profundas, es fundamental recalcar que se fortalecen vínculos de formación conjunta, los docentes que trabajan en colaboración enriquecen destrezas investigativas, habilidades para estructurar tesis y de igual manera los estudiantes aprenden de manera mucho más consistente los conocimientos necesarios para continuar con el proceso de titulación.

Este es un ejemplo de la potencia del trabajo colaborativo docente, no se debe particularizar la fortaleza de este enfoque solo para algún trabajo en clase o para resolver tareas puntuales, es preciso que como profesores ampliemos nuestros horizontes de análisis y encontremos en la unión de nuestras destrezas la fortaleza que necesitamos para alcanzar las metas que nos planteamos y que nuestros estudiantes tengan en nosotros verdaderos guías en sus distintos procesos formativos.

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