16 de noviembre de 2018

Jorge William Tigrero Vaca
Guayaquil-Ecuador
El presente artículo aborda una manera de promover e inculcar el conocimiento de los derechos humanos a nuestros estudiantes teniendo como eje de acción el derecho a la libertad de expresión.

Todos tenemos derecho… esa es una de las frases más usadas al momento de empezar una clase que aborde el tema de los derechos humanos. Sin embargo, en el ámbito escolar, colegial y universitario, en muchas ocasiones las asignaturas en las que se tratan los derechos como objeto de análisis, están restringidas, por costumbre, tradición o porque “así ha sido siempre” solo a materias ligadas a las ciencias sociales y existe una desconexión, por ejemplo, entre asociar aprendizaje de matemáticas o física con los derechos humanos.

Si por definición, los derechos humanos son inalienables, irrevocables, intransferibles e irrenunciables y, sobre todo, universales, igualitarios, atemporales e independientes a cualquier contexto. Entonces, nos planteamos las siguientes preguntas ¿Por qué hablar de derechos se vincula solo a ciertas materias?, y ¿Por qué para hablar de derechos, ponemos límites o restricciones?

Como docente de lenguaje y comunicación, estas interrogantes fueron parte de las motivaciones para elaborar una estrategia de aprendizaje a través de la cual los estudiantes puedan romper esas barreras de hablar sobre los derechos solo en materias consideradas humanísticas o crear límites entre asignaturas por el solo hecho de creer que cada materia constituye un mundo diferentes e incompatible con otras.

En la asignatura lenguaje y comunicación el recurso principal para las tareas asignadas a los estudiantes es, por supuesto, el lenguaje oral y escrito, a través de investigaciones, análisis, debates, foros y exposiciones. Entonces, para la modalidad recomendada, se tiene que si en algún momento tenemos planteado como tema de clase los derechos humanos, se puede iniciar con la manera tradicional de enviar a investigar a los estudiantes la historia de los derechos, cuáles son y detalles relacionados. Hasta ese momento se estaría aplicando el viejo paradigma en el cual las investigaciones muchas veces se quedan solo en el papel. Por ello debemos recordar que nuestra labor docente no debe convertirse en un proceso mecánico.

La clave de generar una dinámica diferente, en este caso aplicada en una clase de lenguaje y comunicación, empieza con la dirección del docente quien plantea como tema la libertad de expresión. Se divide a la clase en grupos y se indican los tópicos que deben desarrollar. La modalidad implica que un grupo analice la libertad de expresión en el contexto de su colegio o universidad y en su hogar, otro grupo deberá enfocarse en el análisis de la libertad de expresión en su país y otro a nivel mundial, en todos los casos, los estudiantes deben definir claramente qué es libertad de expresión y el trasfondo histórico, para luego exponer lo investigado y generar un debate en el aula.

El punto de partida para abordar los derechos humanos será entonces tratar el tema de la libertad de expresión para que así los estudiantes despierten interés no en aprenderse de memoria conceptos o fechas, sino que analicen cuál es la situación que viven en su día a día y también proyecten su visión hacia el país y el mundo. La clave es lograr enlazar el detalle de historia y conceptualización de la libertad de expresión con la importancia de ejercerla y que nuestro alumnos reconozcan que la base de dicha libertad está establecida en los derechos humanos.

Podría creerse que el siguiente paso para desarrollar los demás derechos fundamentales, sería seguir el mismo camino de pedir una investigación sobre otro derecho enfocando la investigación de manera similar; sin embargo, debemos recordar que el interés de los estudiantes es el motor que inyecta energía a la dinámica de la clase y el gusto por la realización de tareas, no por mera obligación sino por las ganas de seguir aprendiendo. Por ello, la innovación consiste en ampliar los horizontes y mantener una base conceptual.

En este caso una propuesta podría ser el tema de la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; pedir a los estudiantes que investiguen qué significa y su aplicación; pero ahora en lugar de enfocar el análisis en su entorno, pedir que asocien el significado que encuentren, con otra asignatura que ellos reciban, bajo la premisa de conocer qué influencia importante tuvo, tiene y tendrá la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, por ejemplo con el desarrollo de las matemáticas, la filosofía, la química u otra materia que estén cursando. En este análisis los estudiantes deben incluir ejemplos reales de dichas asignaturas y explicar su relación para que, a través del debate, destacar que sin la plena facultad de los derechos, ningún campo del conocimiento encontraría su desarrollo pleno.

Bajo este esquema, se pueden seguir abordando los demás derechos, siempre combinando su concepto con la implicación de los mismos en el desarrollo de la sociedad, buscando relaciones que a simple vista puede creerse que no existen; de esta manera los alumnos establezcan que defender, ejercer y respetar los derechos es la base para que la sociedad se desenvuelva de forma adecuada, sin discriminación y sin barreras.

Muchas veces el desconocimiento u omisión de los derechos provoca desigualdades y limitaciones; nuestro deber como docentes es guiar a los estudiantes y sin importar la materia que dictemos es preciso recordar que los derechos humanos son el eje de nuestras acciones y que día a día el derecho a la educación es nuestro estandarte.

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