Educacion para la Sostenibilidad

Crecimiento demográfico y Sostenibilidad

A lo largo del siglo XX, la población mundial se ha más que cuadruplicado y sigue aumentando en unos 80 millones cada año, por lo que puede duplicarse de nuevo en pocas décadas. Es preciso por ello valorar el papel de esta explosión demográfica, junto al hiperconsumo de una quinta parte de la humanidad, en la actual situación de auténtica emergencia planetaria, así como reclamar la desaparición de las leyes que criminalizan en muchos países los medios mal llamados “anticonceptivos”. Medios gracias a los cuales las concepciones pueden ser el fruto de decisiones responsables y no la consecuencia indeseada del desconocimiento o de la imposición de fundamentalismos religiosos que exigen asociar sexualidad exclusivamente a procreación.
Origen del concepto de Sostenibilidad

¿Por qué constituye un problema el crecimiento demográfico?

Dada la frecuente resistencia a aceptar que el crecimiento demográfico representa hoy un grave problema (Vilches y Gil, 2003), conviene proporcionar algunos datos acerca del mismo que permitan valorar su papel, junto al hiperconsumo de una quinta parte de la humanidad, en el actual crecimiento no sustentable y situación de auténtica emergencia planetaria (Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, 1988; Ehrlich y Ehrlich, 1994; Brown y Mitchell, 1998; Folch, 1998; Sartori, y Mazzoleni, 2003; Diamond, 2006; Engelman, 2012).

  • A lo largo del siglo XX la población se ha más que cuadruplicado. Y aunque se ha producido un descenso en la tasa de crecimiento de la población, esta sigue aumentando en unos 80 millones cada año, por lo que puede duplicarse de nuevo en pocas décadas. La Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo (1988) señaló hace tiempo las consecuencias: “En muchas partes del mundo, la población crece según tasas que los recursos ambientales disponibles no pueden sostener, tasas que están sobrepasando todas las expectativas razonables de mejora en materia de vivienda, atención médica, seguridad alimentaria o suministro de energía”.
  • Alrededor de un 40% de la producción fotosintética primaria de los ecosistemas terrestres es usado por la especie humana cada año para, fundamentalmente, comer, obtener madera y leña, etc. Es decir, la especie humana está próxima a consumir tanto como el conjunto de las otras especies.
  • Como explicaron los expertos en Sostenibilidad, en el marco del llamado Foro de Río + 5, la actual población precisaría de los recursos de tres Tierras (!) para alcanzar un nivel de vida semejante al de los países desarrollados. Puede decirse, pues, que hemos superado ya la capacidad de carga del planeta, es decir, la máxima cantidad de seres humanos que el planeta puede mantener de forma permanente. De hecho se ha estimado en 1,7 hectáreas la biocapacidad del planeta por cada habitante (es decir el terreno productivo disponible para satisfacer las necesidades de cada uno de los más de 7000 millones de habitantes del planeta) mientras que en la actualidad la huella ecológica media por habitante es de 2,8 hectáreas.
  • “Incluso si consumieran, en promedio, mucho menos que hoy, los nueve mil millones de hombres y mujeres que poblarán la Tierra hacia el año 2050 la someterán, inevitablemente, a un enorme estrés” (Delibes y Delibes, 2005).

Preocupaciones semejantes ante el crecimiento explosivo de la población llevaron a Ehrlich y Ehrlich (1994), hace ya más de una década, a afirmar con rotundidad: "No cabe duda que la explosión demográfica terminará muy pronto. Lo que no sabemos es si el fin se producirá de forma benévola, por medio de un descenso de las tasas de natalidad, o trágicamente, a través de un aumento de las tasas de mortalidad". Y añaden: "El problema demográfico es el problema más grave al que se enfrenta la humanidad, dada la enorme diferencia de tiempo que transcurre entre el inicio de un programa adecuado y el comienzo del descenso de la población". Y aunque se puede discrepar de que constituya “el problema más grave”, sí cabe reconocer que “se superponen los dos factores que están asociados de forma permanente e indisoluble al impacto de la humanidad sobre el ambiente: de un lado, el derroche de los más ricos, y de otro, el enorme tamaño de la población mundial” (Delibes y Delibes, 2005). Se trata de “bombas de relojería con mechas de menos de 50 años” (Diamond, 2006). El reto definitorio del siglo XXI será afrontar la realidad de que la humanidad comparte un destino común en un planeta superpoblado (Sachs, 2008, p. 17).

Ehrlich y Ehrlich (1994) también llamaron la atención sobre el hecho de que “la superpoblación de los países ricos, desde el punto de vista de la habitabilidad de la Tierra, es una amenaza más seria que el rápido crecimiento demográfico de los países pobres”. Es por ello que conviene distinguir entre superpoblación y crecimiento demográfico. En África el crecimiento demográfico es hoy muy superior al de Europa, pero Europa está mucho más poblada que África, es Europa la que está superpoblada. Es el mundo rico, ya superpoblado, el que tiene un consumo per cápita muy superior al de los africanos y el que más contribuye, por tanto, al agotamiento de los recursos, a la lluvia ácida, al calentamiento del globo, a la crisis de los residuos, etc.

Por otro lado, las predicciones más optimistas no consideran que la población pueda bajar de 9000 millones a mitad del siglo XXI. Hay muchos programas de planificación familiar en el mundo, pero funcionan mejor en aquellos países en que la renta está más justamente repartida que en los que no lo está. Esos programas se han visto más eficaces cuando van dirigidos a las mujeres y cuando plantean mejorar los niveles sanitarios y de educación de las mujeres en esos países más pobres. Sin la participación plena de las mujeres en los programas de planificación familiar no habrá un desarrollo equilibrado en los países con índices de crecimiento elevado. En palabras del Nobel de Economía Amartya Sen: “El desarrollo económico puede distar de ser el mejor anticonceptivo, pero el desarrollo social –especialmente la educación y el empleo femeninos- puede ser muy eficaz”. Esto lo señala en su libro Desarrollo y Libertad (Sen, 2000) al plantear su preocupación por la tasa de crecimiento de la población mundial y la necesidad de soluciones para el control de la natalidad y el logro de una paternidad y maternidad responsables.

Estos planteamientos contrastan, sin embargo, con la creciente preocupación que se da en algunos países por la baja tasa o índice de natalidad local que junto al aumento de la esperanza de vida conduce a crecientes y supuestamente insostenibles índices de dependencia, que miden la proporción entre la población que no está en edad de trabajar –niños y jubilados- y la población potencialmente activa.

Crecimiento y sostenibilidad

El problema de los bajos índices de natalidad

Se trata de una preocupación frecuentemente aireada por los medios de comunicación y que conviene abordar. Se ha llegado incluso a afirmar, en un informe de la ONU sobre la evolución de la población activa, que se precisa un mínimo de 4 a 5 trabajadores por pensionista para que los sistemas de protección social puedan mantenerse. Por ello se teme en muchos países desarrollados que, dada su baja tasa de natalidad (número de nacidos vivos en un año por cada 1.000 habitantes) –o, más precisamente, baja tasa de fecundidad (número de nacimientos con vida en un año por cada 1.000 mujeres de edades comprendidas entre los 15 y los 49 años)- esta proporción entre trabajadores activos y jubilados descienda muy rápidamente, haciendo imposible el sistema de pensiones.

Digamos que un problema como este, aunque parezca relativamente puntual, permite discutir, desde un nuevo ángulo, las consecuencias de un crecimiento indefinido de la población, visto como algo positivo a corto plazo. En efecto, pensar en el mantenimiento de una proporción de 4 o 5 trabajadores por pensionista es un ejemplo de planteamiento centrado en el "aquí y ahora" que se niega a considerar las consecuencias a medio plazo, pues cabe esperar que la mayoría de esos "4 o 5 trabajadores" deseen también llegar a ser pensionistas, lo que exigiría volver a multiplicar el número de trabajadores, etc., etc. Ello no es sostenible ni siquiera recurriendo a la inmigración, pues también esos inmigrantes habrán de tener derecho a ser pensionistas.

Tales planteamientos son un auténtico ejemplo de las famosas estafas "en pirámide" (nunca mejor dicho cuando se trata de la pirámide poblacional), condenadas a producir una bancarrota global y una muestra de cómo los enfoques parciales, manejando datos puntuales, conducen a conclusiones erróneas. Es lo que ocurre cuando se pretende resolver un único problema (bien la explosión demográfica, bien el envejecimiento de la población) sin tener en cuenta su vinculación con otros estrechamente vinculados. Por eso, Babatunde Osotimehin, Director Ejecutivo del UNFPA (Fondo de Población de Naciones Unidas), señalaba en el informe Estado de la población mundial 2011 que la pregunta a hacerse no es si somos o no demasiado numerosos, sino ¿qué podemos hacer para que nuestro mundo sea mejor? Dicho de otra manera, el problema demográfico no puede resolverse con planteamientos que solo atiendan a un aspecto del mismo desde un cierto aquí y ahora, sino que debe contemplarse, tal como recomienda la Ciencia de la Sostenibilidad, con una visión holística, plenamente interdisciplinaria, y una perspectiva espacial y temporal amplia.

Como señala Sachs (2008, pp. 219-220), “aunque la tasa de crecimiento demográfico del mundo ha descendido, toda complacencia en relación con este tema está fuera de lugar. La población mundial continúa incrementándose a marchas forzadas y en las regiones con menor capacidad para garantizar la salud, la estabilidad y la prosperidad de la población (…) El mundo debería adoptar un conjunto de medidas que contribuyeran a estabilizar la población mundial, mediante decisiones voluntarias, en una cifra en torno a los ocho mil millones de habitantes, en lugar de mantener la actual trayectoria que probablemente nos situará en los nueve mil millones o más en el año 2050”. Podemos hablar así de la necesidad de una “Nueva cultura demográfica”, tan necesaria para la transición a la Sostenibilidad como la “Nueva cultura energética”, la “Nueva cultura del agua”, etc. Una cultura demográfica que tenga en cuenta la estrecha vinculación de los problemas y su carácter glocal (a la vez global y local), evitando los planteamientos localistas y a corto plazo, lo que obliga a transformar la actual pirámide poblacional, con muchos más jóvenes que personas ancianas –insostenible porque exige el crecimiento permanente de la población- en un cilindro de crecimiento cero con números similares de seres humanos en los distintos grupos de edad. Como explica Engelman (2012), hay que “adaptarse al envejecimiento de la población en vez de intentar retrasarlo a través de incentivos o programas gubernamentales destinados a aumentar la natalidad (…) Incluso si los actuales responsables de las políticas pudieran incrementar el aumento de la población fomentando índices de natalidad más elevados o la inmigración, tendrían que lidiar con los problemas del envejecimiento en un futuro”.

Brown y Mitchell (1998) resumían así la cuestión: "La estabilización de la población es un paso fundamental para detener la destrucción de los recursos naturales y garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de todas las personas". Con otras palabras: "Una sociedad sostenible es una sociedad estable demográficamente, pero la población actual está lejos de ese punto". En el mismo sentido se pronunció la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo (1988): "la reducción de las actuales tasas de crecimiento es absolutamente necesaria para lograr un Desarrollo Sostenible".

El derecho a una maternidad y paternidad responsables

Hoy, cuando ya hemos sobrepasado los siete mil millones de habitantes en el planeta, es necesario centrar la atención en uno de los requisitos fundamentales para poder abordar adecuadamente las posibles medidas frente al problema demográfico: el reconocimiento del derecho humano básico de determinar libre y responsablemente el número y el espaciamiento de los hijos, accediendo a la información y procedimientos de planificación familiar compartida entre hombres y mujeres, así como a los servicios de salud sexual y reproductiva necesarios para poder ejercer este derecho (Engelman, 2012).

El aumento de la población mundial hasta llegar en la actualidad a más de 7 mil millones en 2011 (en 1950 la población era de 2,5 mil millones) ha tenido profundas consecuencias para el desarrollo. Un mundo de siete mil millones, supone un desafío con repercusiones en la Sostenibilidad, la urbanización, el acceso a los servicios de salud y el empoderamiento de los jóvenes. El 11 de julio de 2012 en el Día Mundial de Población cuyo lema era “Acceso universal a los servicios de salud reproductiva”, Ban Ki-moon, Secretario General de Naciones Unidas, declaró: “En este Día Mundial de la Población, hago un llamamiento para que los Estados Miembros adopten con urgencia medidas concertadas para reducir la disparidad que existe entre la demanda y la oferta de servicios de salud reproductiva”. Como se señala en la web de NU dedicada a la Población, unos 222 millones de mujeres que quieren evitar o posponer el embarazo no tienen acceso a una planificación de familiar efectiva. Casi 800 mujeres mueren cada día durante el parto. Alrededor de 1,8 mil millones de jóvenes están iniciando su etapa reproductiva, muchas veces sin la información, los conocimientos y los servicios que necesitan para protegerse a sí mismos. Por ello Ban Ki-moon ha insistido en que “La salud y los derechos reproductivos son esenciales para el Desarrollo Sostenible y la reducción de la pobreza. La inversión en el acceso universal a la salud reproductiva es una inversión crucial para lograr sociedades saludables y un futuro más sostenible” (http://www.unfpa.org/public/world-population-day/).

Es preciso, en particular, acabar con los 16 millones de embarazos de menores de edad que dan a luz cada año y con los más de 3 millones de abortos clandestinos de adolescentes que se realizan sin las debidas garantías, poniendo en riesgo sus vidas. En el Día Mundial de la Población que se celebra cada 11 de julio, en el de 2013 cuyo tema fue “El embarazo en la adolescencia”, Ban Ki-moon señalaba: “Si dedicamos atención y recursos a la educación, la salud y el bienestar de las adolescentes, estas se transformarán en una fuerza aún más poderosa para el cambio positivo de la sociedad, que tendrá efectos en las generaciones venideras. En este Día Mundial de la Población, comprometámonos a apoyar a las adolescentes para que puedan hacer realidad su potencial y contribuir a nuestro futuro común”. “Debemos asegurarnos de que todos los embarazados son deseados, todos los nacimientos son seguros y que todos los niños pueden desarrollar su potencial”. Eso es lo que reclama en 2013 el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) con el eslogan “By Choice, not by Chance”, es decir, “Por elección, no por azar”. Ni por azar ni por imposición de fundamentalismos religiosos que persisten en vincular sexualidad a procreación. Por elección responsable, atendiendo al bienestar de los nuevos seres y del conjunto de la especie humana (ver Igualdad de Género).

Cabe señalar que el problema del aumento de la población por encima de la capacidad de carga del planeta está recibiendo una creciente atención, tanto de las instituciones internacionales como de la ciudadanía. Podemos referirnos así a la Fundación para la Población Óptima (Optimum Population Trust, OPT), asociación sin ánimo de lucro con sede en el Reino Unido que promueve la reflexión sobre el impacto del crecimiento de la población en el medio ambiente y lleva a cabo campañas sobre la necesidad de estabilización de la población (ver http://populationmatters.org/about/).

Para mejor comprender el proceso de explosión demográfica y las vías de solución conviene analizar cómo se ha producido en distintos países el proceso denominado transición demográfica.

La transición demográfica

Ejemplificaremos lo que se entiende por transición demográfica refiriéndonos lo sucedido desde fines del siglo XVIII en lo que hoy se conoce como países desarrollados.

En la Europa del siglo XVIII cada mujer tenía seis hijos por término medio, pero la población apenas aumentaba porque la mayoría de esos niños y niñas no llegaba a la edad adulta. Pero con la mejora de las condiciones de vida que acompañó a la revolución industrial y a la explotación de las colonias (una mejor nutrición y saneamiento, la invención de las vacunas, etc.), la mortalidad infantil decreció y la esperanza de vida aumentó; y como las parejas seguían teniendo muchos hijos, se produjo un crecimiento explosivo de la población. Al cabo de una generación, las parejas pasaron a tener menos hijos, con lo que las tasas de nacimientos y muertes volvieron a aproximarse poniendo fin a la explosión demográfica; pero durante ese periodo de transición demográfica, la Europa Industrial se había superpoblado y envejecido.

Un proceso similar ocurrió a escala planetaria tras la Segunda Guerra Mundial, gracias en particular a la extensión de la medicina preventiva, dando lugar a una explosión demográfica mundial porque las parejas siguieron teniendo más hijos que los necesarios para la reposición. Por supuesto la tasa de nacimientos descenderá en estos países, como ocurrió en Europa y la población mundial dejará de crecer, pero se estabilizará en cifras que posiblemente sobrepasen ampliamente la capacidad de carga del planeta, algo que quizás nuestra civilización no pueda resistir. El problema actual estriba, pues, en lograr que la transición demográfica termine lo antes posible, es decir, en conseguir que el número de nacimientos por pareja deje de sobrepasar la tasa de reposición. Ello supondrá que durante un cierto tiempo la pirámide poblacional se invierta y crezca más el número de ancianos que el de jóvenes. Es más, puede llegar a ocurrir que el número de muertes llegue a superar provisionalmente al de nacimientos y que la población solo se estabilice tras una cierta disminución. Todo ello plantea, sin duda, problemas que deben ser previstos, pero menores que los que conlleva el crecimiento indefinido de la población, algo absolutamente insostenible, o su estabilización en cifras demasiado elevadas para garantizar la Sostenibilidad de los recursos y ecosistemas, así como el necesario mantenimiento de la biodiversidad: pensemos que la población humana actual está ya próxima a consumir tanta producción fotosintética como el conjunto de las otras especies, lo que supone un indudable ataque al equilibrio de la biosfera y está provocando extinciones masivas que, de continuar, arrastrarían consigo a la propia especie humana (ver Biodiversidad). En definitiva, el bienestar durable del conjunto de los seres humanos exige que la actual transición demográfica no estabilice la población en cifras muy superiores a las actuales. Buscar soluciones a los actuales desequilibrios demográficos por la vía del rejuvenecimiento de la población conduce a seguir aumentando el ya muy elevado número de seres humanos, algo insostenible. Hay, por supuesto, otras soluciones, solidarias con la superación del actual modelo socioeconómico, basado en el crecimiento económico indefinido al servicio de intereses a corto plazo (ver Economía y Sostenibilidad).

Es necesario, en todo caso, erradicar las barreras educativas y legislativas que se oponen a una vida afectiva y sexual satisfactoria y a una maternidad y paternidad responsables. Es preciso reclamar la desaparición de las leyes que criminalizan los medios mal llamados “anticonceptivos”. Medios gracias a los cuales las concepciones pueden ser el fruto de decisiones responsables y no la consecuencia indeseada del desconocimiento o de la imposición de fundamentalismos religiosos que exigen asociar sexualidad exclusivamente a procreación.

Es preciso, en particular, exigir la participación social de las mujeres, a través de la educación. El año 2009, UNFPA (Fondo de Población de Naciones Unidas) dedicó el día Mundial de Población a incentivar la inversión en educación y salud para las mujeres y las niñas, como paso necesario para avanzar en la disminución de la pobreza, la universalización de los derechos humanos y la igualdad de género (ver Igualdad de Género).

Como señaló Kofi Annan en su discurso de celebración del 11 de Julio de 1999:

En este último año del milenio, el Día Mundial de Población comienza la cuenta regresiva para el Día de los Seis Mil Millones -12 de Octubre de 1999 – fecha seleccionada para simbolizar el momento en que la población mundial rebase la marca de los 6 mil millones. Tan impresionante como es este número, debe ser, más que cualquier otra cosa, un recordatorio de que la población no solo es cuestión de números. Es una cuestión de seres humanos, una cuestión de individuos, una cuestión de cada uno de nosotros. Se trata de que cada mujer y cada hombre sean capaces de tomar decisiones libres, informadas y en igualdad, incluyendo el tamaño de su familia y el espaciamiento entre sus hijos. Se trata de que cada hombre y cada mujer sean capaces de mantener a los hijos que eligieron tener, de asegurar su bienestar y de darles una vida digna. Se trata de libertad individual, de derechos humanos y de Desarrollo Sostenible para todos.

Y junto al reconocimiento de derechos individuales fundamentales, resulta imprescindible una profunda transformación del modelo socioeconómico actual, por el que un 1% de la población posee casi la mitad de la riqueza mundial (Informe Oxfam 178 de enero 2014). Con esta apropiación de la riqueza y capacidad de decisión económica por una ínfima minoría, es ciertamente imposible garantizar un bienestar aceptable para el conjunto de una población demográficamente estable… pero tampoco lo garantiza actualmente, como es bien evidente, con una pirámide con muchos más jóvenes que ancianos: millones de jóvenes en todo el mundo carecen hoy de trabajo decente, mientras se elevan las edades de jubilación y crece la riqueza de los multimillonarios. Este modelo depredador e insolidario ha de dejar paso a una economía del bien común, sostenible, que promueva la universalización de todos los derechos humanos –incluido el derecho a un ambiente saludable- para el conjunto de la población y las generaciones futuras.

Esto es algo que parece haberse comprendido en el diseño de la Agenda de Desarrollo Sostenible Post-2015 en la que Naciones Unidas trabaja actualmente (ver Objetivos de Desarrollo Sostenible). Esta Agenda ha de tomar en consideración la rápida evolución hacia una población con mayor proporción de ancianos y promover la integración de las personas mayores en la transición a la Sostenibilidad como un activo y no como una carga.

Referencias en este tema “Crecimiento demográfico y Sostenibilidad”

BROWN, L. R. y MITCHELL, J. (1998). La construcción de una nueva economía. En Brown, L. R., Flavin, C. y French, H. La situación del mundo 1998. Barcelona: Ed. Icaria.
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO (1988). Nuestro Futuro Común. Madrid: Alianza.
DELIBES, M. y DELIBES DE CASTRO, M. (2005). La Tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? Barcelona: Destino.
DIAMOND, J. (2006). Colapso. Barcelona: Debate.
EHRLICH, P.R. y EHRLICH, A.H. (1994). La explosión demográfica. El principal problema ecológico. Barcelona: Salvat.
ENGELMAN, R. (2012). Nueve estrategias para no alcanzar una población de 9000 millones. En Worldwatch Institute La situación del mundo 2012. Hacia una prosperidad sostenible. Barcelona: Icaria. (Capítulo 9).
FOLCH, R. (1998). Ambiente, emoción y ética. Barcelona: Ed. Ariel.
SACHS, J. (2008). Economía para un planeta abarrotado. Barcelona: Debate.
SARTORI, G. y MAZZOLENI, G. (2003). La Tierra explota. Superpoblación y Desarrollo. Madrid: Taurus.
SEN, A. (2000). Desarrollo y libertad. Barcelona: Planeta.
VILCHES, A. y GIL, D. (2003). Construyamos un futuro sostenible. Diálogos de supervivencia. Madrid: Cambridge University Presss. Capítulo 9.

Cita recomendada
VILCHES, A., GIL PÉREZ, D., TOSCANO, J.C. y MACÍAS, O. (2014). «Crecimiento demográfico y Sostenibilidad» [artículo en línea]. . [Fecha de consulta: dd/mm/aa].
<http://www.formacionib.org/sostenibilidad/sostenibilidad4.html>

   

Algunos enlaces de interés en este tema “Crecimiento demográfico y Sostenibilidad”

Nota: En Internet se encuentra abundante información, fácilmente accesible, acerca de la problemática abordada en este tema. A título de ejemplo, damos los enlaces de una serie de webs de posible interés, advirtiendo, sin embargo, que algunas de ellas pueden dejar de estar accesibles en el enlace proporcionado.

Día Mundial de Población 2020 (UNFPA)
FAO
Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA)
Informe de Población 2019 UN
Informe de Población mundial 2020
UN Política Social y Población
El impacto del cambio demográfico en Europa
El olvido de la demografía en los estudios de Sostenibilidad. Daniel Gil Pérez y Amparo Vilches
Norman Ernest Borlaug: El hombre que extrajo pan del aire (pero también mató a millones de personas)

 

Esta web irá incorporando materiales, documentos, enlaces, foros y otras informaciones de interés. Les invitamos a remitir sus aportaciones que serán entregadas al Comité Académico para su valoración.