24 de septiembre de 2022

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Rubén Fernández-Alonso, Universidad de Oviedo; Álvaro Postigo Gutiérrez, Universidad de Oviedo; Francisco Javier García Crespo, Universidad Complutense de Madrid y José Muñiz, Universidad Nebrija

La repetición de curso está regulada por ley en la mayoría de los países, con ligeras variaciones legislativas entre ellos. En esencia, se trata de que el alumnado de bajo rendimiento escolar permanezca un año más en el curso que no ha superado. La medida parece razonable y aséptica: si el estudiante no alcanza el nivel exigible, tendrá que repetirlo. Pura lógica.

Sin embargo, si se analiza con cierto detalle, aparecen muchos matices a esa lógica. El primero de todos: ¿es eficaz la medida? ¿Repetir curso mejora el rendimiento escolar de los repetidores? Y en el plano personal, ¿ayuda al crecimiento y maduración del alumnado? Veamos qué dicen los datos disponibles.

La repetición escolar por el mundo

La repetición escolar afecta a aproximadamente uno de cada diez estudiantes de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Sin embargo, las tasas de repetición varían mucho entre los países.

En la mayoría la repetición está por debajo del 10 %, incluso en muchos la medida es extraordinaria, afectando a menos del 5 % del alumnado. Por contra, en otros países la tasa de repetición sobrepasa ampliamente el promedio internacional. España se encuentra dentro de este último grupo.

Basándose en los datos del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA–2018) se estima que casi el 30 % de alumnado español de 15 años ha repetido. Las mismas estimaciones señalan que los tres socios latinoamericanos de la OCDE también superan la media internacional: México: 15,0 %; Chile: 23,2 %; y Colombia: 40,2 %.

La ‘cultura de la repetición’

¿Se trata de decisiones basadas en criterios objetivos y rigurosos o es más bien una práctica de carácter sociocultural?

La Comisión Europea comparó las leyes sobre repetición escolar en la Unión Europea, encontrando que la normativa jurídica es muy similar. Por tanto, las diferencias en las tasas de repetición entre países no pueden explicarse por la variabilidad legislativa.

Concluye que estas diferencias se debían a lo que denominó la cultura de la repetición. En los países con mayores tasas de repetición impera la creencia de que repetir es justo y beneficioso para el alumnado. La repetición está mucho más extendida en los países mediterráneos y centroeuropeos que en los nórdicos y anglosajones.

La influencia del sistema educativo

Cabría argumentar que los países con menos repetidores tienen un sistema educativo mejor y sus estudiantes son más competentes, por eso repiten menos.

Sin embargo, los datos indican que si un país tiene muchos repetidores ello no significa necesariamente que el nivel de competencia de su población escolar sea más bajo.

Así, el reciente informe de Save the Children Repetir no es aprender. Mitos desmentidos y alternativas posibles a una práctica ineficiente e inequitativa (PDF) señaló que, si bien España muestra un nivel de competencia escolar similar al de los países de su entorno, el alumnado español tiene más probabilidades de repetir que el de la mayoría de los países europeos.

Buenas intenciones

Por tanto, si a pesar de tener unas competencias escolares similares, en algunos países las tasas de repetición se disparan, como es el caso de España, algo hay que lo está favoreciendo más allá de criterios académicos objetivos.

Y ese algo más sería el predominio de una cultura de la repetición, que estaría bien vista socialmente. Las culturas más proclives a la repetición no son malvadas, ni pretenden hacer sufrir o vengarse de los estudiantes que no alcanzan un determinado nivel escolar. Lo hacen con toda la buena intención, para así mejorar el rendimiento de los estudiantes y enviarles el mensaje de que no esforzarse tiene consecuencias. Pero ¿consigue la repetición estos nobles objetivos?

¿Qué impacto tiene la repetición escolar?

Las sociedades en las que la repetición escolar está más extendida comparten la creencia de que repetir mejora el rendimiento y la motivación escolar. Hay bastante investigación sobre esas dos cuestiones, centrada en los efectos cognitivos y en los no cognitivos de la repetición.

Los efectos cognitivos se refieren a las mejoras que la repetición produciría en los resultados académicos. Aunque con matices, las conclusiones de esta línea de investigación indican que la repetición es menos eficaz de lo que habitualmente creen el profesorado y la sociedad en general.

Incluso algunos trabajos señalan que repetir tiene efectos negativos sobre el rendimiento escolar. Los resultados más recientes no son tan drásticos, hallando que repetir no muestra ningún efecto educativo significativo, ni positivo, ni negativo.

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Propósito de enmienda

Muchos docentes y familias ven en la repetición una llamada de atención para que los estudiantes se enmienden y asuman las consecuencias de su falta de implicación escolar.

Consideran que la medida incentiva al alumnado, mejora su autoconfianza y motivación académica, ayuda a establecer nuevas relaciones personales y, en definitiva, incrementa el bienestar del alumno en la escuela.

Serían estos los llamados efectos no cognitivos de la repetición.

Autoestima y nivel socioeconómico

¿Avalan los datos estas nobles intenciones? La investigación educativa no encuentra pruebas claras que confirmen las anteriores suposiciones. Nuestro estudio reciente en España comparó dos grupos, uno de repetidores con otro de no repetidores, encontrando que los estudiantes que habían repetido no mejoraban en variables no cognitivas como autoconcepto y motivación.

Una variable transversal clave, que condiciona el funcionamiento educativo en general, y la repetición no es una excepción, es el nivel socioeconómico de los estudiantes. Diversos estudios muestran que los estudiantes con bajo nivel socioeconómico tienen tres veces más probabilidades de repetir que los de un entorno acomodado.

¿Hay alternativas realistas?

A la vista de los datos y razonamientos expuestos, todo parece indicar que repetir curso no es una medida muy eficaz, ni para mejorar los aspectos educativos ni los relativos a la maduración y el desarrollo personal de los estudiantes.

Además, desde un punto de vista pragmático, es una medida muy costosa para las arcas públicas, y tiene, por si fuera poco, un claro sesgo equitativo, al afectar mucho más a los estudiantes de bajo nivel socioeconómico.

Sin tratar de demonizar la repetición de curso, pues quienes proponen su uso masivo lo hacen con las mejores intenciones, ¿se puede hacer algo mejor para ayudar a los estudiantes?

La mayoría de países están tratando de encontrar alternativas razonables a la repetición centrándose en:

  1. Planes específicos de formación docente.

  2. Prácticas eficaces de gestión de la diversidad en el aula.

  3. Potenciar los recursos de los centros.

  4. Detección temprana de las dificultades educativas de los estudiantes.

  5. Intervención en los momentos de transición, especialmente en el cambio de educación primaria a secundaria obligatoria.

  6. Evaluación objetiva de competencias y conocimientos.

  7. Apoyos académicos y psicopedagógicos individualizados.

  8. Promociones condicionadas.

  9. Reducción de la segregación escolar.

  10. Apoyo a las familias.

Todas estas medidas, y otras que se pueden añadir, ayudarán a rebajar la tasa de repetición a casos excepcionales, con los consecuentes beneficios para los alumnos, en primer lugar, pero también para los centros escolares, el sistema educativo y, por extensión, para la sociedad en general.The Conversationhttp://theconversation.com/es/republishing-guidelines —>

Rubén Fernández-Alonso, Profesor del Departamento de Ciencias de la Educación, Universidad de Oviedo; Álvaro Postigo Gutiérrez, Investigador predoctoral, Universidad de Oviedo; Francisco Javier García Crespo, Profesor Asociado de Estadística e Investigación Operativa, Universidad Complutense de Madrid y José Muñiz, Catedrático de Psicometría y Rector, Universidad Nebrija

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.