20 de febrero de 2022

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Yolanda González Arechavala, Universidad Pontificia Comillas

Parece que en días como este dedicado a la presencia de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la falta de mujeres en las disciplinas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, en sus siglas en inglés) se vuelve más visible y la preocupación por buscar soluciones para que tengamos más presencia se antoja más acuciante. Pero los datos son tozudos y no van a cambiar de un día para otro.

Recientemente presentamos un informe en el que se ponían sobre la mesa datos que nos deberían hacer reflexionar. Los números muestran la necesidad de atraer talento femenino a los ámbitos de estudio STEM para reducir la actual brecha y equilibrar la tasa de empleo, más baja entre las mujeres.

Según este estudio, de cada 100 estudiantes de Formación Profesional Inicial (FPI), solo tres son chicas que eligen estudios de una familia profesional FPI STEM. Esta proporción también es baja –ocho mujeres por cada 100 estudiantes universitarios– en estudios universitarios vinculados a estas disciplinas relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

¿Por qué faltan mujeres?

El problema al que nos enfrentamos es complejo. Son varios los factores que influyen en la baja elección de los estudiantes en general y de las mujeres en particular de estudios STEM. Los siguientes factores influyen en esta situación:

  • El ámbito personal (autoeficacia, estereotipos) y el entorno familiar y su influencia en la elección de estudios.

  • El contexto educativo (sesgo de género, sensibilidad del profesorado, orientación vocacional) y el contexto social referido a la imagen social de los estudios STEM.

  • Los estereotipos.

  • La alfabetización científica.

  • Una FP infravalorada.

Además, seguimos con una preocupante falta de referentes femeninos en actividades STEM. Y con una sociedad con escasa alfabetización científica, además de una relación coste-beneficio poco valorada en este tipo de estudios.

Más empleo y más sueldo

Aunque las estudiantes apenas se decantan por estudios STEM –cuyas profesiones tienen sueldos más elevados que las relacionadas con estudios que no lo son–, la empleabilidad, en todos los niveles formativos, es superior para quienes estudian formación profesional y grados universitarios STEM frente a los no STEM. Aunque en todos los niveles profesionales, las tasas de empleo son superiores en los hombres que en las mujeres.

Las cifras de empleabilidad crecerán en alrededor del 14 % en los próximos años, según indican estudios sobre necesidades futuras del mercado laboral. Concretamente, el sector de la movilidad y la sostenibilidad se baraja como una alternativa de futuro para que las mujeres consigan trabajos estables con buena proyección profesional.

Cambios necesarios

Sin duda, la mayor presencia de mujeres en profesiones técnicas y científicas es la clave para potenciar el desarrollo económico del país y conseguir una sociedad más igualitaria. Este tipo de perfiles profesionales cada vez serán más demandados y se debe solucionar el desajuste entre oferta y demanda, pues esto será un lastre en el futuro desarrollo, progreso e innovación empresarial e industrial de nuestro país.

Para ello se necesitan cambios no solo en secundaria y bachillerato, sino también en las primeras etapas educativas: ofrecer orientación –clave para influir en la elección de los estudiantes por parte de orientadores que conozcan mejor los estudios STEM y las posibilidades que presenta–, formación del profesorado y desterrar la escasa valoración de la FP, que es una herramienta muy útil para responder a las necesidades del mercado laboral.

Son muchas las iniciativas públicas y privadas que están trabajando para provocar este cambio tan necesario en nuestra sociedad. Ya se están dando pasos importantes y, poco a poco, se aprecia un ligero aumento en la participación de mujeres en estudios STEM.

Es necesario continuar en esta línea de trabajo tanto mediante tareas de investigación como con acciones directas sobre los estudiantes (en todas las etapas educativas), sobre los profesores (los que ya están ejerciendo y los que están realizando sus estudios universitarios) y los orientadores de los centros, sobre las familias y sobre la sociedad en general, consiguiendo incrementar su nivel de alfabetización científica y tecnológica.The Conversationhttp://theconversation.com/es/republishing-guidelines —>

Yolanda González Arechavala, Profesora de Ingeniería Mecánica de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y directora de la Cátedra Mujer STEM de Comillas ICAI, Universidad Pontificia Comillas

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.