7 de febrero de 2022

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Javier Navarro-Zaragoza, Universidad de Murcia y Pilar Almela Rojo, Universidad de Murcia

En los años 80 y 90 del siglo XX hubo una importante crisis en España y en muchos lugares del mundo relacionada con la adicción a la heroína. Es una droga ilícita de naturaleza opioide y que se extrae de la amapola.

Además de esta problemática enfermedad se produjeron una serie de hechos asociados a su consumo. Por ejemplo, el aumento de determinadas enfermedades infecciosas (VIH, hepatitis, etc.) por compartir jeringuillas para su administración intravenosa o un incremento de los delitos con violencia perpetrados por personas bajo los efectos del síndrome de abstinencia.

Posteriormente, los distintos programas de deshabituación de opioides implantados por las autoridades sanitarias ayudaron a reducir sustancialmente estos episodios. Además, se consiguió que el consumo de heroína fuese disminuyendo progresivamente a lo largo de estos años. Aunque mientras tanto crecieron otras sustancias de abuso como cannabis, cocaína o derivados anfetamínicos.

Crisis de adicción a los opioides en Estados Unidos

Sin embargo, actualmente hay un número muy importante de personas adictas a opioides en todo el mundo, siendo este problema especialmente visible en Estados Unidos.

Según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), entre 1999 y 2019 murieron a causa de una sobredosis con opioides más de medio millón de personas. Esta cifra representa un 70 % del total de muertes por exceso de consumo.

Los números parecen haberse incrementado los últimos años, de manera aún más significativa durante la pandemia de covid-19. En noviembre se publicaron los datos referentes a los últimos 12 meses: 100 306 muertes por sobredosis, lo que supone un aumento de casi un 30 % respecto al año anterior.

Impacta que, de todas estas muertes, más de un 75 % son debidas a opioides. En total, casi 20 000 muertes más por sobredosis de opioides de un año a otro (un aumento del 35 %).

Número de muertes por sobredosis según el tipo de droga registradas en los últimos 12 meses en EEUU. / Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. CC BY

Para entender estos datos, es necesario hacer un repaso de lo que ha ocurrido durante estos años, además de profundizar en la descripción del proceso adictivo.

La adicción es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de drogas a pesar de las consecuencias negativas de su consumo.

Esta enfermedad tiene el peligro de que se produzcan recaídas incluso después de largos periodos de abstinencia, algo que ocurre a más del 90 % de los adictos (80% en el primer año). Hay muchos factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad: estrés, factores genéticos, factores ambientales, duración del tratamiento, etc.

Entonces nos preguntamos: si disminuyó la administración de heroína por vía intravenosa, ¿qué opioides están generando esta nueva epidemia? ¿qué razones hay para este incremento constante de consumo de opioides?

Por qué ha aumentado el consumo de opioides

Hay varias razones que influyen en esta situación:

La primera de ellas es el aumento de la prescripción de fármacos opioides semisintéticos o naturales a nivel ambulatorio para el tratamiento del dolor crónico moderado o grave.

La principal característica de los opioides es su poder analgésico. De hecho, la morfina sigue siendo hoy en día fármaco de elección para el dolor postquirúrgico, aunque en ocasiones la dosis elegida sea excesiva.

La segunda razón aparente es la aparición de nuevas vías de administración para su consumo ilegal con fines recreativos. Destaca, principalmente, la heroína fumada, aunque también ha aumentado el consumo de heroína inhalada. Al no ser necesaria ya la administración mediante jeringuilla, se facilita la aparición de nuevos consumidores.

Otra razón es el incremento del número de opioides sintéticos disponibles. Por ejemplo, el fentanilo, principio activo que es hasta 200 veces más potente que la morfina y que, en muchas ocasiones, se obtiene de forma ilegal. Se suele recetar en forma de parches para reducir o calmar el dolor producido por el cáncer.

Por último, en los últimos años es habitual la presencia de esta sustancia en diferentes formas farmacéuticas que facilitan su consumo. Por ejemplo, en comprimidos para chupar, conocidos popularmente como piruleta de fentanilo.

Es urgente limitar la administración y prescripción de opioides

Según el Instituto Nacional para Drogas de Abuso de EEUU (NIDA), casi un 30 % de los pacientes a los que se prescriben opioides para reducir el dolor los usan de forma inapropiada. Alrededor de un 10 % llega a desarrollar adicción.

Además, un 80 % de las personas que habitualmente consumen heroína ha abusado previamente de fármacos opioides, ya sean prescritos legalmente u obtenidos ilegalmente.

Aun así, como decíamos anteriormente, hechos como la duración del tratamiento o, incluso, quién administra el fármaco (autoadministración o administración por un profesional sanitario), pueden influir en el desarrollo de adicción.

En cualquier caso, es necesaria una mayor vigilancia de la prescripción de opioides desde los centros de atención primaria y por los distintos facultativos especialistas, puesto que está demostrado su alto poder adictivo y existe la peligrosa creencia de que cuando se consumen con receta médica no hay peligro de desarrollar adicción.

Por tanto, es muy importante limitar su administración y prescripción al menor número posible de tratamientos farmacológicos.The Conversationhttp://theconversation.com/es/republishing-guidelines —>

Javier Navarro-Zaragoza, Profesor Titular del Departamento de Farmacología, Universidad de Murcia y Pilar Almela Rojo, Profesora Titular del Departamento de Farmacología, Universidad de Murcia

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.