13 de febrero de 2021

Mendoza Roche Anyi
Séptimo semestre
Ciertamente estamos viviendo un tiempo de la historia que pasará a la historia de muchos, y que cambiará sus vidas para siempre. Un tiempo en el que se ha engendrado una nueva humanidad, capaz de reconocer su condición de creaturas frágiles y necesitadas; una humanidad que ha comenzado a comprender con mayor certeza que en la medida en que nos entregamos al otro, en esa misma medida nos hacemos más humanos y el otro también.

Para llegar a comprender el sentido profundo de esta realidad ha sido necesario experimentar las terribles consecuencias de un aislamiento provocado por un fenómeno que el papa Francisco llama “reacción de la naturaleza”, y que finalmente nos ha demostrado, que, si el hombre no sale de sí mismo, de su egoísmo, de su comodidad, jamás alcanzará la verdadera felicidad, que como bien la definía Aristóteles consiste en hacer el bien.

El mayor bien que se le puede hacer al hombre es humanizarlo, y esto sólo es posible por medio de la educación, ésta, debe estar fundamentada en valores humanos cristianos, (que en un lenguaje más académico sería valores universales), puesto que la escuela, especialmente los colegios católicos son espacios idóneos para promoverlos y transmitirlos; muy especialmente aquellos que suscitan el deseo de aprender a aprender, aprender a ser, aprender a hacer, y aprender a convivir con los demás. Cuando se suscita en el corazón del hombre todo esto, entonces surge la esperanza; sobre todo para aquellos que el papa Francisco llama “los invisibles”.

II Congreso Iberoamericano de Docentes. Docentes frente a la pandemia

Por tal motivo, en el presente ensayo se hará un mayor énfasis en la educación como medio para formar, transformar y salvar desde un enfoque cristiano, ya que la pedagogía de la esperanza no es otra cosa que la certeza de que todo pasa, que nada es eterno, que sólo una cosa permanece para siempre: “el Sumo Bien” como le llama Santo Tomás de Aquino, es una pedagogía que procura el bien, en medio de las adversidades, también la podríamos definir en palabras de Freire como “la pedagogía de la liberación”.

Una vez que se logre comprender lo trascendental del acto educativo, trataremos de definir uno de los fenómenos más terribles que se ha suscitado en la historia de la humanidad: la pandemia. Seguidamente señalaremos algunos efectos que han provocado esta emergencia sanitaria; y las diferentes acciones concretas que han llevado a cabo por los diferentes agentes que participan en la construcción de la sociedad.

 Y como todo inicio tiene un fin, éste, descubrirá la esencia de quien ha desarrollado dicho ensayo(conclusiones), por supuesto que para llegar a esta conclusión primero surgió una pregunta: ¿Qué es exactamente la pandemia?

Comencemos entonces por el principio; cuando hablamos de la educación como medio para formar, transformar y salvar nos referimos a todo aquello que hacen los educadores para ayudar al hombre a descubrir su vocación; una vez que el hombre conoce cuál es el designio que Dios tiene para él, entonces dedica todos sus esfuerzos para responder a esta llamada especial.

En una oportunidad una persona se acercó a Miguel Ángel y le preguntó: ¿cómo haces para sacar tanta belleza de una piedra de mármol? El artista respondió: “la belleza está en la piedra, lo único que yo hago es quitarle lo que sobra”. Refiriéndose a estas palabras dice Antonio Pérez Esclarín (2004) “la labor de cada educador es sacar lo mejor de cada alumno, despertar sus posibilidades, ayudarle a crecer, a limpiar todo aquello que asfixia y degrada la condición humana” (psn) y una de las cosas que degradan al hombre, lo desfigura, es el pecado, por tanto, el educador debe orientar al hombre hacia el bien supremo, que es Dios mismo, para que aprenda a amarle y a obedecerle, y de esta manera evite en todo momento el pecado que le esclaviza.

“La educación humaniza y personaliza al ser humano, cuando logra que este desarrolle plenamente su pensamiento y libertad, haciéndolo fructificar en hábitos de comprensión y en iniciativa de comunión con la totalidad del orden real” (DA 330), en esto radica la verdadera libertad en hacer siempre el bien.

Moisés Chirino (2012) señala que “educar es contribuir a desarrollar armónicamente todas las dimensiones y potencialidades del ser humano (cualidades físicas, psíquicas, intelectuales, morales y espirituales) para que llegue a ser una persona digna y feliz”, y esta felicidad se alcanza cuando cumplimos la voluntad de Dios, que no es otra cosa que cumplir con el deber conforme a nuestro estado, en el caso particular del educador cristiano es la evangelización su primer deber.

Quien mejor define esta relación educar- evangelizar es Santiago Insunza (2009) “la evangelización se correlaciona fácilmente con el concepto de educación porque una y otra abarcan a toda la persona en su dimensión individual y social” (p.sn). En términos generales, si la educación abarca toda la persona, entonces estamos hablando de su integridad, esto implica velar por todo aquello que le garantice su pleno desarrollo tanto intelectual como espiritual. Para el desarrollo de sus habilidades cognitivas, es imprescindible contar con las herramientas adecuadas; y uno de los elementos esenciales en este proceso de aprendizaje es el uso de las TIC.

Pues, ahora se ha suscitado una realidad que demuestra de forma contundente lo antes mencionado, realidad que la ONU llama “problema sanitario”, la UNESCO “catástrofe generacional”, la Organización Mundial de la Salud “enfermedad viral”, en fin, entre tantas definiciones se encuentra una más noble y real, la del papa Francisco “reacción de la naturaleza”, pero sea lo que sea, lo cierto es que ha afectado terriblemente a la humanidad, muy especialmente en el ámbito educativo.

El mundo se ha paralizado, la secretaría de salud ha ordenado una suspensión expedita de todas las actividades, incluyendo el cierre de las escuelas, para evitar su propagación, esta enfermedad ocasionada por el virus SARS-COV2 ha obligado a la humanidad entera a permanecer en sus casas, interrumpiendo de esta manera su proceso educativo, esto ha hecho que se agudice aún más el nivel de pobreza y desesperanza en los más vulnerables, los que nunca han tenido ni siquiera un computador.

Esto por supuesto representa un gran desafío para todos y cada uno de los que directa o indirectamente participan de dicho proceso educativo, desde los gobernantes hasta los familiares y vecinos. Es por ello que se han suscitados en muchos países, como Argentina y Chile acciones concretas; como las diferentes alianzas entre los gobiernos y las grandes empresas como telefónica, que ha dado acceso gratuito a las familias más necesitadas, también se les está brindando capacitación a los docentes y estudiantes en el manejo de los medios digitales e importantes donaciones de equipos.

Entre los países de América Latina Chile es el que cuenta con un nivel más establecido de recursos digitales como la conectividad en las escuelas, plataformas digitales, paquetes de recursos digitales y repositorios centrales de contenido digital, y menos establecido en cuanto a plataformas digitales y tutoría virtual.

En contraste con otros países que no cuentan con ninguna de las condiciones digitales base, como es el caso de Venezuela; según informa SIGED, señalando al mismo tiempo que “no existen las condiciones óptimas para ofrecer una educación en línea a todos los estudiantes”, es una gran verdad, pero, existe otra realidad que está por encima de toda dificultad, y es la que quiero compartir como conclusión de dicho ensayo.

 La pandemia ha representado un gran desafío, desde que comenzó el período de cuarentena , no he hecho más que orar (me acerqué a Dios más de lo normal), porque la verdad, se requiere recurrir a instancias superiores cuando nos vemos privados de los recursos básicos, como, por ejemplo, un teléfono, un computador, internet, por lo menos para quienes están estudiando bajo la modalidad virtual todos estos elementos son esenciales.

Pero eso no fue lo peor, sino estar privada de uno de los sentidos más importantes que Dios nos ha dado: la vista, pues, resulta que para colmo de colmos se me dañaron los lentes y debía hacer todo casi a ciegas, ni siquiera tenía la opción de conseguir una lupa, bueno eso fue al principio, porque después, que perdí puntos en gramática, busqué hasta debajo de la tierra una lupa, y la conseguí, por algo dice Jesús “busquen y encontrarán”.

Perseveré buscando ayuda para conectarme a internet, por todos lados. Aprendí mucho en esta búsqueda, primero a ser diligente y a ser más fuerte, porque a cada negación que recibía era un dolor tan grande que sentía que me purificaba el corazón, y me hacía ver el gran egoísmo que existe en el corazón de los hombres, pero esto, me hacía orar más a Dios por ellos y por mí para que nunca niegue a nadie un favor.

De la misma manera que conocí al egoísmo encarnado, también conocí la caridad, muchos de mis profesores y compañeros se mostraron muy solidarios conmigo, tanto es así, que mi psicólogo la Lic. Lisa Gilbert intercedió por mi ante las autoridades de la UCAB, para que me dejaran ingresar y usar el laboratorio; nuevamente la palabra de Dios se cumplió “pidan y recibirán”.

Ya tenía la lupa, ya tenía internet, lo que me quedaba era hablar con los profesores para que me recibieran los trabajos que no había podido hacer, y accedieron. Tenía sólo tres horas diarias para bajar toda la información de las plataformas, descargar las lecturas y ver los videos o clases, tenía un estado de ansiedad bárbaro, no hacía más que mirar el reloj, porque cerraban a las 12:00 O’ clock. La verdad nunca había hecho tantas tareas a la vez, por fin me di cuenta de mis capacidades, todos lo veían menos yo. Aprendí algo de Savater (1991) “todos somos capaces de aprender” (p.sn)

Iba contra el tiempo, dormía sólo cuatro o cinco horas para poder aprovechar el silencio de la noche y poder concentrarme, nunca olvidaré la obra de Protágoras, no recuerdo cuantas veces la leí, me costó mucho comprenderla, y se notó cuando me dieron la calificación 10 puntos, menos el punto de gramática, o sea 09 puntos, ¡cuántas lágrimas! lamento ser tan susceptible.

Pero reconozco que en todo este proceso estaba la mano de Dios moldeándome como futura educadora. Aprendí de cada profesor cómo debía ser y, cómo no debía ser. Por ejemplo, cuando le solicité al profesor de la cátedra en cuestión, responder los foros por correo, porque no tenía acceso a las plataformas, se negó, me hizo buscar los medios y los encontré, o sea, me enseñó que no debemos ser tan condescendientes, sino, ayudar al estudiante a desarrollar la capacidad de diligencia, porque a quien no se le exige no puede dar.

En términos generales, si me preguntaran ¿Qué aprendizajes obtuviste?, respondería con las mismas palabras de Savater (1991) “somos humanos cuando otros nos contagian su humanidad” (psn), también aprendí que el maestro no sólo debe trasmitir conocimientos, sino, ante todo, debe suscitar en el estudiante el deseo de aprender a aprender, a hacer, a ser y a convivir con los demás, pero por sobre todas las cosas aprendí a conocerme a mí misma, cuando percibí que mi dedicación sin duda fue altísima, creo haberlo expuesto muy al detalle.

Considero que todas las dificultades se convirtieron en aprendizajes, especialmente las que tenían que ver con las actividades de evaluación, que por cierto fueron diversas, justamente para enseñar a pensar, desarrollar el pensamiento crítico, reflexivo, aprender a argumentar, inclusive aprender a leer, que es una de las cosas más complejas del proceso de enseñanza aprendizaje, y al mismo tiempo promovieron la importancia de la investigación, ya que por el nivel de dificultad de las lecturas era necesario profundizar, por ejemplo, tuve que investigar muchísimo para comprender el contexto y pensamiento de Simón Rodríguez.

Aunque la tecnología es una herramienta muy eficaz considero que la educación jamás puede ser virtual, es necesario la presencia del profesor y de los compañeros, realmente aprendemos en interacción con nuestros semejantes, esto también lo señalaba muy bien Savater; ya que en la modalidad presencial, se pueden y se deben promover más los debates, porque ayuda a desarrollar la tolerancia y el respeto, sin caer en la indiferencia, es una oportunidad para enseñar desde la verdad y se evita el relativismo que tanto impera en nuestros ambientes académicos.

Con este testimonio quiero dar respuesta a lo que ha representado para mí la pandemia, es un tiempo de gracia, de reflexión, un tiempo para aprender a valorar todo cuanto Dios nos ha dado como don gratuito, y estoy segura que para muchos la pandemia tiene el mismo significado trascendental, al menos para quienes intentan verlo desde un punto de vista sobrenatural, es decir, desde la fe.

Referencias
Chirino, M. (2012). Vocación Docente. Una perspectiva cristiana, (primera edición). Editorial San Pablo de Venezuela.
Savater, F. (1997). El valor de Educar, (segunda edición). Editorial Ariel.
Gallagher, D. (2020). El papa dice que la pandemia de COVID-19 podría ser una respuesta de la naturaleza al cambio climático. Más de CNN radio Argentina. https://cnnespanol.cnn.com/author/delia-gallagher/