20 de febrero de 2023

MDV Edwards / Shutterstock

Encarnación Soriano Ayala, Universidad de Almería y Verónica Caballero Cala, Universidad de Almería

La incorporación de dispositivos tecnológicos a las vidas de los más jóvenes ha disparado distintas alarmas sociales. Una de ellas tiene que ver con el consumo y producción de contenidos con connotaciones sexuales en redes sociales. Las respuestas dentro y fuera de los estudios académicos han sido diversas ante este fenómeno con tantos matices y variables.

Por un lado, se ha descrito una creciente sexualización, entendida como proceso por el cual se mide el valor de una persona de acuerdo con su apariencia, atractivo, atributos sexuales y disponibilidad sexual.

Paralelamente, se identifica una mayor objetualización o cosificación de las personas, entendiéndola como la conversión de la persona en objeto de deseo sexual de los demás. Y un incremento del grado de sexualización (hipersexualización) desde un entorno que favorece la presencia constante del discurso sexual y enjuicia las manifestaciones sexuales en determinados grupos sociales, tales como mujeres racializadas o niñas.

Por otra parte, también hay quienes lo abordan como nuevas formas de vivir la sexualidad propia de una generación nativa digital, donde un mayor contacto con cuerpos y sexualidades diversas amplía las formas de expresión, agencia (toma de decisiones) y libertad sexual.

¿Empoderamiento o cosificación?

Para explorar la ambivalencia entre empoderamiento sexual o cosificación en entornos virtuales hemos llevado a cabo una investigación. En ella, analizamos los contenidos expuestos en TikTok y los discursos de menores sobre su comportamiento social y sexual en la red social. Realizamos un análisis observacional de los vídeos publicados por los 12 tiktokers con más seguidores en España mediante una escala de conductas sexualizantes y entrevistamos a 12 menores entre 8 y 17 años.

La observación de los 638 vídeos publicados por las cuentas seleccionadas en un mes mostró un entorno proclive a la sexualización. 10 de las 12 cuentas difundieron conductas sexualizantes:

  1. Un 26 % de los vídeos incluían gestos seductores como morderse los labios y sacar la lengua.

  2. Un 25 % incorporaba canciones con connotaciones sexuales.

  3. Un 22 % realizaba bailes seductores.

  4. En un 14 % la vestimenta dejaba al descubierto partes del cuerpo como el torso o la espalda.

  5. En menor medida, en los vídeos los influencers aparecían en ropa interior o bañador (0,58 %) o hacían uso de lenguaje sexual o degradante (1,74 %).

Las cuentas de hombres (3/12) y mujeres (9/12) mostraron estas conductas en cantidades similares.

‘Ser suelto o suelta’

En las entrevistas los menores explicaron que empiezan a usar TikTok con menos de diez años buscando entretenerse y aumentar su contacto social. Reconocieron abiertamente que la sexualización en los vídeos es un rasgo característico de TikTok del que son conscientes.

Aludieron a la sexualización bajo la expresión “ser suelto” o “suelta” y la asociaron al uso de ropa provocativa y bailes abiertamente sexuales, aunque no incluyeron referencias a gestos seductores o letras musicales con connotaciones sexuales.

Un yo virtual condicionado

Los participantes aceptaron que en TikTok modelan su yo virtual según estándares de belleza, sensualidad, éxito y popularidad, con frecuencia condicionados por las personas a las que siguen.

En este sentido, la hipersexualización se pudo interpretar como una pauta de relación virtual y como una estrategia para captar atención, acumular reconocimiento, prestigio (con me gusta o seguidores) e incluso monetizar la influencia.

No obstante, la gran mayoría, pese a reconocer esta dinámica, mantuvo posiciones críticas.

El papel del cuerpo y la gordofobia

De acuerdo con la lógica descrita, otorgaron un papel central al cuerpo. Presentar un cuerpo sano y sexualmente deseable en redes es un horizonte que muchos persiguen.

Esto hace que, a su vez, denuncien jerarquías dentro de las redes sociales basadas en el cuerpo (los más sexys reciben más reconocimiento virtual).

La presión que generan esas normas corporales, estéticas y sexuales explica que una de las discriminaciones más mencionadas sea la gordofobia.

Juicio desigual entre hombres y mujeres

Respecto a las diferencias de género, los jóvenes manifestaron que la sexualización sólo se percibe y castiga en las mujeres.

Los discursos acerca de la hipersexualización en mujeres se presentaron de manera paradójica: cuando se referían a ella en primera persona era descrita como una forma de empoderamiento y obtención de apoyo real; mientras que cuando el fenómeno se analizaba desde fuera, en otras mujeres, se transfería una visión mucho más negativa y estigmatizada.

Estas conductas en mujeres se asociaron a más riesgo de sufrir acoso, insultos e incluso violencia en la vida real.

Clima de acoso y presión

Si bien los menores valoraron positivamente su vida social virtual, también admitieron que existe un clima de reactividad y violencia, donde los insultos, el acoso, los celos y la agresividad son constantes. Muchos declararon haber sufrido algún tipo de violencia verbal y psicológica.

Saben que la exposición de su vida pública frente al anonimato y los perfiles falsos facilita la crítica y favorece una violencia sin sentido de la responsabilidad.

La presión estética, generada mediante la crítica y la comparación, y la ciberviolencia se reconocen como factores que inciden negativamente sobre su salud mental y su autoconcepto corporal.

Una cultura de la autoestima

Para contrarrestar estas presiones, los jóvenes contribuyen activamente a generar una cultura de la autoestima por la que, mediante me gusta y comentarios, refuerzan positivamente apoyar las imágenes, bailes y comentarios propios y ajenos.

Todo esto ayuda a entender la ambivalencia asociada a la imagen sexualizada que algunos jóvenes construyen en redes sociales. Redes como TikTok presentan una cultura relacional y sexual específica con códigos, comportamientos y prácticas sexualizados socialmente y de la que los jóvenes se sienten copartícipes.

Identidad virtual vs. salud mental

Así pues, mostrarse sexy es una forma de relacionarse, validada socialmente, y que se vive como una forma de construir su identidad virtual y valorizar su yo virtual.

De manera indisociable, los menores también narran procesos de objetualización y moralización de las jóvenes que exhiben esta imagen, favoreciendo un entorno de hostilidad y amenaza que desencadena problemas de salud mental.

La estrecha interrelación entre empoderamiento y cosificación sexual hace necesarias estrategias socioeducativas que permitan humanizar los vínculos digitales y prevenir las ciberviolencias, considerando las desigualdades de género estructurales, pero sin alimentar una visión de la sexualidad como mera fuente de peligros solo abordable desde la censura.The Conversationhttp://theconversation.com/es/republishing-guidelines —>

Encarnación Soriano Ayala, Catedrática de Metodos de Investigación en Educación, Universidad de Almería y Verónica Caballero Cala, Profesora investigadora de Métodos de investigación, Universidad de Almería

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.