21 de junio de 2021

¿Cómo mejorar el diseño de los hospitales?

Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Shutterstock / Atapialopez28

Laura Cambra Rufino, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)

Espacios anticuados, pasillos reducidos al mínimo y accesos donde se han mezclado pacientes contagiosos con personas sanas. La actual pandemia producida por la COVID-19 ha puesto en evidencia el delicado equilibrio en que se mantenían muchos hospitales, edificios que se han convertido en foco de contagio para muchos o en la última esperanza para los más enfermos.

Corría el año 2019 cuando, al margen de esta desgraciada actualidad pero conscientes de su fragilidad, un grupo de científicos de la Universidad Politécnica de Madrid, del Instituto de Salud Carlos III y del Politecnico di Milano decidimos averiguar cómo se construyen los hospitales y cómo podríamos mejorarlos.

¿Dónde se aprende a diseñar hospitales?

Situamos el estudio en España e Italia por ser dos países con una población muy envejecida. Ambos tienen sistemas de salud públicos, con un gasto sanitario similar y hospitales bastante antiguos.

Dividimos el estudio en dos partes. En primer lugar, analizamos dónde se podía estudiar diseño de hospitales. Elegimos las cinco escuelas de arquitectura mejor valoradas según un ranking internacional y revisamos sus títulos. También buscamos online para incluir la oferta de otros centros. En segundo lugar, preguntamos a las empresas españolas e italianas que diseñaban hospitales.

Encontramos que para el curso 2019-2020 había dos másteres no oficiales y un curso profesional sobre hospitales en España. Y nada más.

En cuanto a las empresas de diseño españolas, estaban formadas por equipos de menos de diez personas. Solían tener muchos años de experiencia en diseño de hospitales pero también diseñaban viviendas, oficinas y comercios. Y entre sus empleados no había personal con experiencia en medicina o enfermería.

Entre los encuestados en España, tan solo el 48 % había hecho algún curso sobre arquitectura de hospitales. Como la oferta de cursos era tan baja, la mayoría de los diseñadores aprendían de su propia experiencia. Para mejorar su conocimiento asistían a conferencias o formaban parte de asociaciones.

Antes de empezar un nuevo diseño, los arquitectos españoles utilizaban distintas fuentes de información. Las más comunes eran las guías, normativas y las visitas a otros hospitales. Por el contrario, los artículos científicos no se solían utilizar.

Proceso de diseño basado en evidencias

El proceso de diseño basado en evidencias consiste en utilizar la investigación tanto para informar a priori como para evaluar a posteriori las decisiones de diseño. Su objetivo es demostrar la influencia de la arquitectura en la salud de las personas.

Este proceso surgió a finales del siglo XX en América del Norte, a raíz de un estudio que demostró que, comparando dos grupos de pacientes en similares condiciones, se recuperaban antes aquellos que tenían una habitación del hospital con vistas a la naturaleza que quienes delante de la ventana veían un muro de ladrillos.

Más de la mitad de las empresas españolas desconocían este proceso de diseño. Además, solo el 20 % de ellas evaluaba los hospitales en uso. Para colmo, estas evaluaciones se centraban en aspectos de consumo de energía, y no en la satisfacción de las personas o en los resultados clínicos.

Hospital Materno-Infantil St. Olav en Trondheim, Noruega. Fotografía de Laura Cambra Rufino., Author provided

Italia 1 - España 0

Comparando entre países, los resultados italianos mostraron un mayor nivel de madurez en el sector. En Italia había más cursos de diseño de hospitales disponibles (cinco en Italia frente a dos en España), las empresas estaban formadas por equipos de hasta cincuenta personas y contaban con más años de experiencia.

También había más encuestados con formación sobre arquitectura de hospitales (Italia 60 % - España 48 %). En cuanto al proceso de diseño basado en evidencias, tres de cada cuatro empresas lo conocían y más de la mitad evaluaban sus diseños una vez ocupados (Italia 65 % - España 21 %).

A raíz del coronavirus, el mismo equipo de investigadores italianos ha publicado otro estudio en el que identifican diez estrategias hospitalarias para hacer frente a las enfermedades infecciosas. Estas estrategias se organizan en dos grupos: uno para nuevos diseños y otro para hospitales en funcionamiento.

Entre las estrategias para un nuevo diseño se encuentra la selección del solar para futuras expansiones y el uso de volúmenes horizontales para poder controlar mejor los brotes infecciosos. Otros aspectos incluyen la flexibilidad del edificio para dar respuesta a un cambio drástico de necesidades y la separación de circulaciones para no mezclar al personal con posibles pacientes contagiosos.

En referencia a los hospitales en uso, hacen hincapié en el trabajo en red con atención primaria, medicina preventiva y promoción de la salud, así como a los sistemas de ventilación con aire exterior, la selección de materiales fáciles de limpiar o el uso de las tecnologías digitales para atender a pacientes a domicilio.

¿Y ahora qué?

Tanto el impacto de la pandemia como nuestro estudio inicial han puesto de manifiesto la necesidad de mejorar el diseño de los hospitales. Unos edificios anticuados, junto con la falta de formación de los diseñadores, podría frenar la innovación en el campo de la medicina.

Para ponerle remedio, sería necesario apoyar a equipos multidisciplinares formados por sanitarios y arquitectos y fomentar la investigación en este campo. El trabajo de estos equipos sería útil tanto para la enseñanza como para la práctica profesional.

De este modo conseguiríamos generar un impacto positivo en la asistencia sanitaria y apoyar a un sector imprescindible en situaciones de emergencia.The Conversationhttp://theconversation.com/es/republishing-guidelines —>

Laura Cambra Rufino, Arquitecta EDAC e Investigadora predoctoral en formación. Departamento de Construcción y Tecnología Arquitectónicas. Universidad Politécnica de Madrid., Universidad Politécnica de Madrid (UPM)

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.