25 de marzo de 2019

Profesora Sabina Ximena Inetti Pino
Las evaluaciones forman parte del proceso de enseñanza y aprendizaje recíproco entre alumnos y profesores. Pero qué sucede cuando una de las partes no recibe una respuesta a tiempo y de la forma adecuada.

Muy habitualmente cuando se recibe un trabajo que ha sido evaluado se busca más que una nota que indique su aprobación, sino indicaciones que permitan conocer de primera mano qué aspectos son necesarios revisar para mejorar lo ya hecho en otra oportunidad. Cuando esto no sucede el alumno siente mucha frustración y enojo, porque durante un determinado período de tiempo se dedicó a una tarea con ánimos de obtener los mejores resultados posibles. Las preguntas y consultas a sus compañeros son frecuentes para descifrar cuáles fueron los parámetros usados en dicha evaluación.

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Otras veces se hacen devoluciones por escrito, pero es necesario como en todos los casos usar las palabras adecuadas para que los alumnos incorporen las indicaciones de forma positiva y a manera de retroalimentación. De lo contrario se produce malestar y desmotivación nuevamente en las actividades cotidianas.

Es importante aclarar en el momento de comenzar el curso es necesario indicar las pautas de evaluación en tareas específicas o trabajos de larga duración con la opción de instancias intermedias de tutoría, para guiar en los objetivos propuestos por el Profesor, con plazos de respuestas razonables online o mejor fijadas en el centro educativo. También las pautas pueden ser elaboradas de común acuerdo entre alumnos y Profesores aspecto que refuerza la comunicación, el compromiso y construye vínculos de confianza. También las grillas elaboradas en conjunto son muy positivas en donde se aprecia detalladamente lo esperado por el Profesor en común acuerdo con las solicitudes de los alumnos.

La mirada de los alumnos es esencial, pues sus aportes y sugerencias construyen un escenario integral desde lo que les gusta, motiva y funciona con otros cursos y estilos de enseñanza. Si se les pregunta, siempre responden y ayudan con muy buenas sugerencias acompañadas de una gran sonrisa, ya que se sienten escuchados y tenidos en cuenta. Esto demuestra que la evaluación es un proceso que debe ser “más humano” donde la comunicación fluya y los alumnos sientan que se pueden acercar para realizar preguntas sobre cómo mejorar para promover la materia desde el principio del curso. Cuando lo hacen es muy común que los Profesores se sientan muy contentos y sorprendidos por la actitud tomada ya que se reciben nuevos insumos para la evaluación de proceso. También ayuda a los alumnos a orientarse en qué aspectos deben profundizar para que los resultados sean los esperados y fortalecer sus distintas formas de aprender. Es importante que los alumnos se sientan y sean parte del proceso de evaluación como agentes activos que tienen un rol preponderante en sus aprendizajes. Aquí la autoevaluación es imprescindible para que se reconozcan como personas capaces de decidir para cambiar su propio destino construyendo para sí nuevas oportunidades.

Por lo tanto, es esencial compartir más experiencias sobre las prácticas de evaluación que se realizan en el aula. Sobre todo, para escribir activamente en un tema que necesita mayor problematización y autoevaluación profesional por su incidencia cotidiana en la humanidad de todos los integrantes del centro educativo en su conjunto.