1ro de mayo de 2019

Adania S. Guanche Martínez. Marianao, La Habana, Cuba.
La consolidación de los conocimientos de Ciencias Naturales mediante décimas compuestas por la maestra resultó muy efectiva, porque al tiempo que estaban rememorando los contenidos, los escolares de quinto grado se deleitaban con la musicalidad de los versos y practicaban la expresión oral y escrita, lo cual contribuyó a que la investigación sobre enseñanza problémica fuera aún más exitosa.

¿Quién no se ha maravillado de la facilidad con la que numerosos poetas improvisadores del pueblo, denominados repentistas, componen al momento sus décimas? Llama la atención la sonoridad, la facilidad para expresar sentimientos, y la dulzura de estas composiciones de 10 versos octosílabos.

La décima campesina reinaba ya, en los tiempos en que los cubanos luchaban por su libertad en las guerras emancipadoras. Actualmente este metro se desarrolla con ímpetu y florece con energía creciente, en un movimiento popular a favor de su cultivo, por ser la décima una manifestación cultural que forma parte de nuestras mejores tradiciones.

Pero, no es solamente en Cuba donde ha prevalecido tan dulce composición poética. Desde el siglo XVI, la historia cuenta que se compusieron décimas, en las más importantes ciudades andinas del extenso Virreinato del Perú (Quito, Cajamarca, Huánuco, Cusco, La Paz, Oruro, Potosí, entre otras) hasta ir quedando relegada a la denominada costa mestiza, hacia los albores del siglo XIX. Se trata de la misma décima que durante épocas lejanas estuvo en boca de españoles y de criollos en cada país, según se desarrollaba el proceso de surgimiento de la nacionalidad en cada uno de los pueblos, y desde entonces sus temas incluyen las costumbres, la tradición y la problemática social y política de las capas marginadas, en los que el lenguaje se convierte en transmisor de los sentimientos más puros.

Hoy día, cuando existe en Cuba una Cátedra de la Décima, esta composición ha alcanzado valores clásicos y sigue siendo culta por naturaleza, aunque, en aquel pasado al que se hacía referencia, no fuera apreciada de esta misma forma.

Según la definición común, la décima es una combinación métrica de diez versos octosílabos y está en la lengua española, porque se hallaba en la esencia del latín. Se dice que el octosílabo es emanación de nuestra lengua, por responder al ritmo interno del castellano. La décima folclórica es una poesía eminentemente oral. Cantada en las controversias, por los repentistas, constituye lo más tradicional y, a la vez, original, de nuestro costumbrismo.

La décima cultivada en Cuba, se denomina décima espinela por creerse que su creador fue Vicente Martínez Espinel, el cual impuso la novedad en Madrid, por los años de 1591 a 1599. En esta combinación métrica de diez versos riman el primero con el cuarto y el quinto; el segundo con el tercero; el sexto y el séptimo con el décimo; y el octavo con el noveno.

La autora de este trabajo y de las décimas concibió la idea de introducirlas en la actividad docente, específicamente en las asignaturas de Botánica y Ciencias Naturales, en la escuela primaria. La intención fue, primeramente, la de describir especies o familias botánicas, de modo que los escolares se familiarizaran con la musicalidad de la expresión de esta, y pudieran disfrutar de su ritmo y dulzura, mientras consolidaban conocimientos ya asimilados, escuchando las características de las familias y especies descritas en los versos. De este modo se concibió una vía sui géneris de integrar conocimientos de dos materias del currículo escolar: las ciencias naturales y el estudio del español como lengua materna. Este primer trabajo data de la década de los 80s cuando se impartía Botánica en quinto y sexto grados.

Ejemplo de estas primeras décimas, reunidas en una serie de más de 20, titulada “Serie Botánica”, se muestran a continuación:

LOS CÍTRICOS
Es difícil mi cultivo,
largo y lento, más valioso;
trabajo dulce y hermoso
gracias al cual es que vivo.
En patrón fuerte y altivo
se injertan yemas tiernitas,
cuyas jóvenes ramitas
crecen grandes, espinosas
fresquecitas y olorosas
y dan blancas florecitas.

Por un trabajo constante:
siembra y fertilización
desyerbando en ocasión
y regando a cada instante.
Matando, más adelante,
plagas que restan valor,
a mis ramas, con amor,
¡ya me crecen frutos sanos!
Siempre son jóvenes manos
que recogen mi sabor.

Se pudo constatar que los alumnos a los cuales se les presentaban estas décimas escritas en la pizarra, fácilmente identificaban la especie a la cual se referían los versos, y los aprendían con rapidez, logrando una familiarización con el ritmo y la consonancia de las estrofas, al tiempo que analizaban las características botánicas descritas en las décimas, y determinaban, por lo común, los elementos esenciales del mensaje de los versos, rememorando sus caracteres botánicos y lo esencial de su cultivo, al tiempo que leían con avidez y consolidaban sus conocimientos ortográficos al escribirlas.

Posteriormente, cuando la autora inició sus investigaciones para introducir la enseñanza problémica en la asignatura de Ciencias Naturales, creó la serie “¿Quién soy?”, con características muy originales. En este caso, la idea era presentar estas composiciones ante los alumnos de quinto y de sexto grado, para que identificaran “quién” era el objeto, fenómeno o proceso natural que “se presentaba” ante ellos, guiados por las características que se iban describiendo en las estrofas de la propia décima. Estas composiciones poéticas fueron empleadas primeramente en clases de consolidación de conocimientos, y, por consiguiente, paralelamente se desarrollaron múltiples habilidades generales de tipo intelectual. Se constató su utilidad para coadyuvar al éxito en la aplicación del sistema metodológico creado para emplear la enseñanza problémica en quinto grado.

Más tarde, se amplió la propuesta, y en vez de denominarse exclusivamente “¿Quién soy?”, la serie pasó a ser “¿Quién soy? o ¿quién es?”, pues ya no sólo se trataba de una “auto-presentación”, sino que se extendió a la revelación de otros objetos, ya no en primera persona. Los ejemplos de composiciones de esta serie, se presentan a continuación:

En los tres estados soy
incontenible viajera
me elevo al aire, ligera
y luego en nubes estoy.
Por el río hasta el mar voy;
y en mi camino disuelvo
muchas sustancias, que envuelvo
(algunas me contaminan)
y mis corrientes caminan,
mas, aunque demore, vuelvo.
(El agua)

Calladita y silenciosa
al planeta, año tras año
ilumino y acompaño:
lenta, fiel, puntual, preciosa.
Antes, me sentía orgullosa;
como satélite impar,
me podían admirar,
acompañando a la esfera:
¡Única en mi clase era!
Y hoy miles puedes contar.
(La Luna, único satélite natural)

   

En todas partes estoy,
en invisible presencia;
no se respira en mi ausencia,
y al fuego, la vida doy.
Cuando me calientan, voy
en ascenso, muy ligero:
nace el viento, pasajero
que impulsa el avión, la vela
al papalote que vuela
y al palomo mensajero.
(El aire)

Energía sin igual
brindo a los ocho planetas:
sé que mucho me respetas,
pues doy vida a cada cual.
Cuando me elevo, triunfal
fuente de luz y calor,
a las plantas, con amor
hago cada día crecer,
les permito florecer
y les ofrezco el color.
(El Sol)

   
   

Tengo restos vegetales
y fragmentos de las rocas,
junto a sustancias, no pocas,
como sales minerales.
En mí habitan animales,
que casi nadie sospecha,
en su casa tan estrecha,
mis amigas, las lombrices,
en mí dejan cicatrices;
con ellas doy gran cosecha.
(El suelo)

No se pierde, ni destruye,
al contrario, se conserva,
se guarda como reserva
y en todo cuerpo se incluye.
Puede parecer que huye
de quien la quiere atrapar
y ella es la que hace girar
las ruedas, brillar la llama,
emitir la voz que clama,
oír, cantar y bailar.
(La energía I)

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