23 de marzo de 2020

Diaz Eugenia Edith. Buenos Aires – Argentina- Comunidad de Educadores de la Red Iberoamericana de Docentes.

1-Desarrollo de culturas colaborativas en las organizaciones

Hoy la escuela de requiere cambios profundos para que la tarea docente sea más eficiente y mejor valorada. Para atender a la transformación de la escuela es clave repensar aquellos elementos que hacen al desarrollo profesional y los nuevos escenarios de colaboración entre docentes, directivos, alumnos y padres. Aguerrondo y Vaillant (2015). Para ello es inevitable hablar en los párrafos siguientes de cultura escolar, organizativa y colaborativa (Hargreaves, 1991), (Antúnez ,1991), (González, 1992).

Por su parte el docente está sufriendo el peso de la responsabilidad generada por las mismas transformaciones que suceden fuera de la escuela, por ello debe llevarlo a hacer una revisión de sus prácticas y a una conceptualización más profunda de las mismas Gonzalez (1992) Al hacer lectura de esta idea entendemos que es preciso revisar el uso práctico de la construcción de la educación y esto es una condición fundamental para mejorar los procesos de aprendizaje de los alumnos y recomponer la profesionalidad del docente. Para que todo esto ocurra es condición sine qua non elaborar estrategias de colaboración con los profesores y así mejorar la calidad de la enseñanza cambiando los usos prácticos Hargreaves (1991).

Ahora es necesario precisar algunas consideraciones en torno a la colaboración. Sabemos que para poder trabajar colaborativamente es imprescindible generar cultura colaborativa Lite (1981), Lavié (2006), y González - Vargas (2014). Quisiera ahora hacer un repaso breve sobre el concepto de cultura desde el punto de vista antropológico para enfocar aquellos aspectos fundamentales y componentes que den luz a nuestro entender sobre cultura colaborativa y por qué es preciso.

Comunidad de Educadores: Un espacio para visibilizar el pensamiento de los docentes

La Red Iberoamericana de Docentes (42.000 miembros) quiere aprovechar la gran visibilidad que tiene sus blogs, tanto en la Red como en abierto, y va a iniciar una etapa en la que se van proponiendo temas de interés para la profesión docente que se actualizarán cada dos meses y que serán revisados por nuestro Comité Académico con el compromiso de hacer un retorno de todo lo recibido. Los docentes que a lo largo de 2020 publiquen un mínimo de 5 artículos recibirán un certificado acreditativo. El registro en esta acción es libre y gratuito y las entregas se harán a través de una plataforma Moodle para tener un control y las herramientas de evaluación adecuadas. Los datos que se solicitan son los necesarios para emitir, en caso de haberlo logrado, los certificados. Registro en: https://forms.gle/ssatywJomDsff2T27

Y en 2020 estamos haciendo entre todos el Año Iberoamericano de la Cultura Científica

1.1. ¿Por qué desarrollar culturas colaborativas en las instituciones?

El termino cultura es comúnmente utilizado como un atributo o como un estado de una persona culta. Lo cual significa que una persona tiene buen gusto o conocimiento sobre la música, el arte y la literatura. No obstante, el concepto cultura, no está religado a esta postura, pero podría quedar definido como distintos grupos de personas, que tienen distintos modos de vida Hargreaves (1991).

Desde el punto de vista antropológico, la cultura es un sistema de símbolos, significados compartidos y se dan a conocer en los comportamientos y prácticas de los integrantes de una comunidad y esto les aporta un sentido de asociación. Hargreaves (1991). La cultura es un bien heredado y es considerado muchas veces como un conjunto o sistema de concepciones que se transmiten de manera simbólica que permiten a las comunidades, comunicar desarrollar y transmitir actitudes y conocimientos sobre la vida, tanto en el presente como en el pasado Hargreaves (1991). La cultura está en constante cambio, debido a que sus integrantes van desapareciendo y se van agregando otros, esos nuevos van incorporando sus costumbres, formas de pensar y hacer por tanto las contribuciones de los nuevos van sentando una nueva idiosincrasia (Litterer en Hargreaves, 1991). Por tanto está en continuo cambio.

Hoy en día, las organizaciones cuentan con los medios de comunicación que facilitan la trasmisión de la cultura. Son por su parte, las organizaciones las que toman las decisiones en la mayor parte de las veces, de hecho, es la sociedad la que decide sobre temas fundamentales de una nación, tenemos como ejemplo las decisiones tomadas ante la pena de muerte, eutanasia y divorcio en su momento (Litterer, 1991). Al llegar a una institución, una persona, si ha incorporado sus símbolos, vocabulario, costumbres; puede contar con los beneficios y sentirse parte de ella (Litterer, 1991). De este modo, se da lo que llamamos una verdadera inclusión, caso contrario sucedería que la persona no se sienta cómoda hablando ese nuevo idioma cultural.

Se puede decir que aquellas acciones que los miembros de una organización realizan están determinados por las costumbres, valores e ideas que comparten entre ellos; a esto se los ha llamado “cultura organizacional” Hargreaves et al, 1991). Esta cultura se transmite a través de prácticas y símbolos y gracias al significado de ellos, acompaña las actuaciones que las contienen. La idea básica de la cultura no se aleja de la idea misma que comparte con las organizaciones educativas (Bolívar, 1993), y también desde el exterior, con el espacio que ocupa la comunidad escolar y el mismo sistema educativo. Otra característica, de la cultura organizativa es que cada centro cada aula es generadora de su propia cultura, porque crea un marco particular fruto de las interacciones entre los agentes que intervienen en ella caracterizadas por las acciones mutuas de intercambios, dadas por la multidimensionalidad, simultaneidad e imprevisión (Bolívar, 1991), (González, 1999).

Dentro de una organización conviven subculturas porque la cultura "no es estática, uniforme, monolítica” (González, 1990, p. 189). La cultura constituye un marco para el desarrollo del sistema escolar donde según González (1990, p. 189), los miembros participan personalizan las creencias, valores y la mejoran y de este modo influyen en los aparatos burocráticos. Si bien la cultura no es estática, como ya se dijo, pesar de su estabilidad, es necesario re interpretarla, sostenerla en función de los acontecimientos que se sucedan (González, 1990).

La cultura organizacional sienta sus bases, en el intercambio, la negociación de los significados de los signos que se comparten entre los miembros de la institución (Hargreaves, 1991) Se concluye con la idea de que una organización no funciona solo porque todo esté reglamentado porque la “perspectiva cultural” va más allá de la simple organización (Bolívar, 1999), (Gonzalez, 1991), (Escart y Masitu, 1982).

Es interesante hacer una mirada a la postura de Bolivar (1999) quien toma el término “gramática escolar” como término paralelo de cultura escolar, Bolivar (1999) lo define como el conjunto de reglas que hacen al entramado de las escuelas, de su organización que ordena la tarea escolar. En un idioma, la gramática, organiza, estructura una lengua. Analogamente, así como la gramática da significación a un idioma, la gramática de la escuela organiza la tarea escolar y en ambos casos están implícitas porque no necesitan de una comprensión consciente para funcionar. También es cierto que con las reglas gramaticales claras, se pueden construir infinidades de oraciones perfectamente formadas.

A modo de conclusión podríamos decir que las normas y costumbres hacen a una cultura, adhiriendo a ellas hace posible la permanencia dentro de la organización y contribuye a la construcción de la realidad social apropiada. Por el contrario, ya hemos establecido que una cultura es más que el cumplimiento de reglas o el solo conocimiento de ellas. En ambos casos estamos incompletos; formar parte de la cultura de la organización implica “descubrir los aspectos mundanos y los más vitales del proceso de construcción de la realidad” (Gonzalez, 1991).

Encontramos autores como Hargreaves (1994-1996) que hablan de seis clases de cultura a saber: Individualismo fragmentado, balcanización, cultura colaborativa, colegialidad inventada, mosaico en movimiento, colaboración en movimiento y colaboración cómoda. Por otro lado Gather Thurler (1990) y siguiendo a Hargreaves (1991) menciona cinco tipos de cultura profesional y ellas son: Cultura del individualismo, cultura de los reinos de Taifas, el centro escolar como familia, colegialidad forzada y cultura de la colaboración y define sus características en función de cuatro parámetros: relaciones, formas de trabajo, identificación personal y condiciones organizativas. Bolívar (1999) por su parte, propone  cuatro tipos de cultura profesional similares a las anteriores: el individualismo, cultura fragmentada, colegialidad forzada o artificial y cultura de colaboración.

Sin embargo cabe destacar que esta clasificación no es categórica para catalogar a una institución, porque como dice Bolivar (1999) las instituciones son dinámicas por ende es difícil definir el tipo de cultura predominante y no encontraremos organizaciones en su expresión más pura ya que siempre influirá el tamaño, la historia, el entorno de la organización y su propia naturaleza. Estos autores sostienen que existen dos extremos en lo que a culturas organizativas se refiere. Una es la cultura individualista y la otra es la cultura colaborativa. Existen organizaciones más cercanas a determinadas culturas, unas más cercanas a un extremo o a otro y esto nos permite ver también si la estructura se mantiene unida o divida. Si la estructura es débil o está fragmentada no será colaborativa, porque una estructura de colaboración es fuerte y será la cultura la que mantenga o genere cohesión entre las partes si está débilmente articulada (Coronel, 1994 en Bolivar (1999).

También se distinguen dentro de una organización subculturas y microculturas (Bates, 1987 y Morgan, 1991) que se ponen de manifiesto a través de los conflictos y desacuerdos que conviven a pesar del conjunto de valores y metas que comparten (Coronel, 1994 en Van Maanen y Barley (1995) definen el término subcultura como un subconjunto formada por los miembros de la organización que se identifican como un grupo dentro de la institución y comparten la dinámica de la organización pero llevan a cabo acciones no predeterminadas sobre la base de acuerdos mutuos.

Leemos en González (1999) que una cultura es dominante en una organización cuando la mayor parte de sus integrantes compartes los valores básicos y una subcultura como grupos de alumnos, profesores, directivos y auxiliares que se agrupan pero que al mismo tiempo interactúan y que podrían ser representados en diagramas de Venn ya que se superponen y existe entre ellos intersecciones. Hargreaves (1991) sostiene que cuando persisten estas subculturas y prácticamente no existe zona de intersección estamos frente a una balcanización.

En estos párrafos hemos explicitado lo que significan los términos de cultura, cultura organizacional y cultura colaborativa revisando la literatura, ahora continuaremos narrando las condiciones imprescindibles a tener en cuenta para formar una cultura colaborativa en un centro educativo.