16 de enero de 2019

Dra. María Carmen Buelga Otero. Buenos Aires. Argentina.
La inteligencia artificial es una herramienta influyente y transformadora de las actividades familiares, laborales y sociales de las personas, estas pueden ser positivas o negativas en su aplicación.

Escuchamos que se ha iniciado la cuarta revolución industrial y la misma ya nos atraviesa aunque no se la perciba en toda su magnitud. Quiero expresar que estoy muy alineada con el desarrollo tecnológico, pero al mismo tiempo analizo el impacto que produce y va a producir en los humanos, la familia, la sociedad y la economía.

Considero que este es un debate que debemos realizar desde la educación. Esta, es la que forma y capacita a los niños y jóvenes para que sean los constructores del futuro desde el desarrollo permanente de la tecnología, como el uso de la misma en función de las actividades que se van a realizar en la sociedad y de los recursos de la naturaleza, estas actividades deben ser atravesadas por los valores humanos, condición imprescindible en el este Siglo XXI.

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Pero ante el desarrollo de la robotización y la inteligencia artificial, la que genera tanta admiración y no es analizada en toda su dimensión. Si bien, es un gran aporte al desarrollo de múltiples industrias y servicios, debemos considerar como su implementación afecta a los empleos en los países y en sus diversas actividades industriales y económicas, siendo las fábricas, bancos, comercios, administración los ámbitos que en los próximos años se van a haber afectados por la robótica, un ejemplo que ya podemos constatar son los cajeros automáticos en supermercados y bancos, permitiendo la sustitución de los empleados.

De la información que recogimos se considera que la aplicación de la robótica y la inteligencia artificial tendrán una implementación vertiginosa y transversal en la sociedad, la familia, el transporte, la salud, los servicios y la industria con influencia en la economía de los distintos países del mundo.

Sabemos que la humanidad ha vivido otras revoluciones industriales, la actual, llamada cuarta revolución, difiere de las anteriores por considerarse que es la más previsible, por ello, hay anticipaciones de lo que va a pasar a través de informes y la reflexión de diversos estratos de la sociedad, hecho inédito, dado que esta situación no se dio en las anteriores revoluciones industriales.

Pese a toda la información que se tiene y circula, muchos de los especialistas nos alertan que a diferencia de los cambios tecnológicos anteriores, los beneficios que puedan aportar no van a ser compartidos masivamente, por lo contrario se van a ampliar y agravar las brechas de desigualdad económica y social, lo que implica afectar el consumo, hecho que puede amenazar o colapsar el funcionamiento del sistema económico capitalista, cuya matriz es el consumo. 

Se está considerando que la industria y los servicios si se robotizan aumentarán la productividad y reducirán los costos laborales, esta es una cuestión clave en todo este proceso que se está dando. Por lo que estamos ante el inicio de una nueva era, donde el trabajo humano en distintos rubros va a ser cada vez más prescindible y esto en función de maximizar ganancias por parte de estas empresas.

Al pensar sobre la robotización del trabajo, este permitiría no pagar impuestos, no habría reclamos y protestas, ni licencias por enfermedad, vacaciones, aportes jubilatorios, etc., todo esto implica la destrucción del empleo humano. Ante este panorama, debemos analizar cómo se debe regular el bienestar de las personas y la equidad en esta nueva revolución industrial.

Estas formas laborales que aporta la robótica a la industria, exige un nuevo contrato social-laboral con los empleados que permanezcan en las mismas, nuevas condiciones de trabajo en las empresas con un claro respeto sobre los derechos de los mismos y una mayor responsabilidad sobre el impacto en el medio ambiente de la inteligencia artificial.

Desde la educación no solo se debe pensar en la formación de niños y jóvenes en función de la cuarta revolución industrial, sino en proponer alternativas humanizantes para no construir un futuro deshumanizado. De ahí, la importancia de crear conciencia en las personas de los riesgos y excesos que pueden surgir en las diversas sociedades que por razones económicas y formativas sean desplazadas por la robótica, generando desigualdad y desempleo. 

Desde mi personal consideración, esta Comunidad de IBERCIENCIA es un eslabón muy importante para los docentes de Iberoamérica, que día a día aportan en la construcción de una educación en valores. Sabemos que ésta, es el ámbito más poderoso para crear conciencia y reflexionar sobre las propuestas transformadoras en lo industrial, social y económico. Es desde la educación que podemos abordar estas transformaciones abriendo un debate ético y donde la centralidad sea el “ser humano”. 

Son muchas las preguntas que surgen, ¿Cómo educar para el futuro en una escuela pensada en el siglo pasado?, ¿Qué enseñar cuando se piensa no va haber trabajo humano para todos?, ¿Qué conocimientos se deberán impartir para competir con los potenciales sustitutos, los robots?, ¿La escuela podrá asumir las necesidades de socialización en una sociedad robotizada? 

Por lo expuesto, la educación del futuro debe ser superadora y asegurar el derecho a la equidad en el aprendizaje, con el objetivo de que cada uno de los niños, jóvenes y adultos desarrollen sus capacidades, habilidades e inquietudes. Este un cambio cultural que las escuelas van a tener que realizar, siendo los docentes, como siempre, un bastión muy importante en la construcción de una sociedad más igualitaria.