21 de diciembre de 2019

Por César Vicente Benavides Torres
I.E.M. Aurelio Arturo Martínez. Casa de la Ciencia y el Juego. Pasto Nariño Colombia.
Para iniciar este escrito, vamos a tomar como referencia las divisiones menores de los equipos de fútbol. De todos es conocido que un equipo profesional que piense en futuro, debe fortalecer las divisiones menores para tener una cantera de jugadores, que serán los futuros reemplazos de los futbolistas profesionales. Unos ejemplos en este sentido: “El encuentro de Lionel Messi con el balón fue precoz, empezó a los 5 años a practicar baby-futbol en el club barrial de su localidad natal Grandoli.”

El colombiano Radamel Falcao realizó la mayor parte de las divisiones inferiores en Millonarios y a sus 14 años, debutó en la primera B Colombiana.” Hoy sabemos de sus éxitos futbolísticos en las divisiones mayores del mundo. Esto nos demuestra que un buen trabajo en la base descubre el potencial y el talento en la niñez y juventud. Algo debemos aprender, si queremos fomentar, estimular y crear una verdadera comunidad científica en nuestra región.

Comunidad de Educadores: Un espacio para visibilizar el pensamiento de los docentes

La Red Iberoamericana de Docentes (41.600 miembros) quiere aprovechar la gran visibilidad que tiene sus blogs, tanto en la Red como en abierto, y va a iniciar una etapa en la que se van proponiendo temas de interés para la profesión docente que se actualizarán cada dos meses y que serán revisados por nuestro Comité Académico con el compromiso de hacer un retorno de todo lo recibido. Los docentes que a lo largo de 2020 publiquen un mínimo de 5 artículos recibirán un certificado acreditativo. El registro en esta acción es libre y gratuito y las entregas se harán a través de una plataforma Moodle para tener un control y las herramientas de evaluación adecuadas. Todos lo interesados puede registrarse desde hoy hasta el 31 de diciembre de 2019. Los datos que se solicitan son los necesarios para emitir, en caso de haberlo logrado, los certificados. Registro en: https://forms.gle/ssatywJomDsff2T27

Y en 2020 haremos entre todos el Año Iberoamericano de la Cultura Científica

Todo lo que se quiera hacer con los niños y las niñas hay que hacerlo desde la primera infancia.
Casa de la Ciencia y el Juego.

 

Todos sabemos del interés de la niñez por el mundo que la rodea. Desde que nacen observan todo a su alrededor. A medida que se van desarrollando miran, tocan, prueban, experimentan y preguntan. Las niñas y los niños son “investigadores” por naturaleza. En esta ocasión es bueno preguntarnos por el lugar que ocupan en el desarrollo científico y tecnológico. ¿Cuales son las divisiones menores de la actual comunidad científica de nuestra región?. Un importante trabajo realiza el programa Ondas de Colciencias, los semilleros de investigación de las Universidades, los centros interactivos de ciencia y juego, pero, sin lugar a dudas es necesario poner el acento en esta mina de oro en bruto que debemos apoyar, fomentar y estimular.

Si en los Planes de Desarrollo se quiere fomentar o crear una cultura de la ciencia, la tecnología y la innovación, es muy importante formar los investigadores iniciales con capacidad para formular problemas e hipótesis, escribir informes, capacidad para sorprenderse por los fenómenos de la vida cotidiana e indagar sus causas, examinar sus semejanzas, perseverar en la indagación permanente, si pretendemos que luego transiten por la senda de la investigación profesional.

La niñez y la juventud como las divisiones menores deben aprender a asumir la ciencia, la tecnología y la innovación como parte de su vida cotidiana, familiarizándose con su lenguaje y métodos, reconociéndose productores de conocimiento, y aportando soluciones a los problemas locales y nacionales.

Por lo anterior, es muy importante generar espacios para la niñez y juventud donde puedan desarrollar las competencias ciudadanas y científicas como la reflexión, la argumentación, la controversia, el respeto al otro, el reconocimiento, la experimentación, el derecho a la crítica y a ser oído en el seno de una sociedad, si queremos contribuir a la construcción de una democracia participativa y polifónica. Más que memorizar contenidos, se busca que desarrollen las habilidades y actitudes para explorar hechos y fenómenos, analizar problemas, observar y obtener información, definir, utilizar y evaluar diferentes métodos de análisis, compartir los resultados, formular hipótesis y proponer soluciones.

Es interesante registrar cerca de trescientas líneas de investigación en Nariño y ello significa una valiosa dinámica científica en las ligas mayores. Si cada uno de estos equipos incorporara a sus filas, dos, tres o cinco pequeños investigadores, en poco tiempo tendríamos una camada de investigadores noveles y con experiencia para trabajar colaborativamente con los actuales investigadores y en un futuro próximo, serían os reemplazos de las actuales figuras de la investigación. De no hacerlo tendremos que resignarnos a esperar que aparezcan las estrellas de la investigación en la universidad y ello es demasiado tarde.

Carl Sagan en su libro El Mundo y los Demonios señala: “Yo fui niño en una época de esperanza. Quise ser científico desde mis primeros días de escuela.”. Hoy se vislumbra la esperanza de ubicar en el sitial que merece la ciencia, la tecnología y la investigación en el Plan de Desarrollo de Pasto y de Nariño. Creemos como Carl Sagan, que “la ciencia es más que un cuerpo de conocimiento, una manera de pensar” y nuestra región debe enrumbarse en estas nuevas maneras de conocer, puesto que la ciencia es una herramienta absolutamente esencial para toda sociedad que quiera sobrevivir hasta el próximo siglo con sus valores fundamentales y ellos se construye pacientemente desde la cuna hasta la tumba.

Tanto el escepticismo como el asombro son habilidades que requieren atención y práctica. Su armonioso matrimonio dentro de la mente de todo niño, niña o jóven debería ser un objetivo principal de la educación pública y de las divisiones menores. El escepticismo y lo asombroso, son dos modos de pensamiento difícilmente compaginables que se exhiben a diario en nuestros pequeñines y que son herramientas fundamentales en la investigación.

Si los líderes públicos, empresarios o académicos no se pellizcan, podemos seguir viviendo cien años de soledad en talento científico. Ya nos han contado que la calidad de la educación es deficiente. Matemáticas, lectura y escritura, ciencias, gestión de información digital, son ámbitos en que niños y jóvenes se rajan de forma inmisericorde en las distintas pruebas internacionales.

En un articulo de El espectador de 14 de febrero de 2012, “Sin talento calificado no hay paraíso” de Rafael Orduz, se lee lo siguiente: “Mientras que en las economías avanzadas y en países emergentes que le apuntan al conocimiento como fuente básica de prosperidad, aquellos estudiantes que cursan ciencias básicas representan entre el 5% y el 15% de la población estudiantil (OECD, 2011), en Colombia seguimos felices graduando economistas, administradores y abogados, mientras que sólo el 1,6% estudia ciencias básicas (MEN). Por ello, es indispensable incentivar, estimular, fomentar el pensamiento científico desde tempranas edades. Lo que no se haga en esta época, después es difícil construirlo. No perdamos el tiempo y apostémosle a fortalecer las divisiones menores de nuestra comunidad científica porque son un tesoro en bruto que hay que pulir todos los días.