10 de marzo de 2020

José Antonio Acevedo-Díaz
Esta nota ha sido elaborada para conmemorar el Año Iberoamericano de la Cultura Científica.

El interés por el lado útil de la ciencia viene de lejos. Arquímedes de Siracusa (288 a.C.-212 a.C.) es un claro exponente de ello (Strathern, 1999). Muchos años después, Galileo Galilei (1564-1642) es otro de los ejemplos ilustres: el compás de cálculo geométrico para usos militares y comerciales, el pulsilogium para tomar el pulso, el termómetro de Galileo, la balanza hidrostática balancietta, un reloj de péndulo llamado escape, o la mejora de los telescopios de su época (Strathern, 1998). En los siglos XVII y XVIII era notorio el interés por el sentido utilitario de la ciencia, por ejemplo en ciudades como Londres (Stewart, 1997). Son conocidas las implicaciones sociales, industriales y comerciales de afamados científicos de entonces, tales como Robert Boyle (1627-1691), Robert Hooke (1635-1703) e Isaac Newton (1643-1727). En el siglo XIX, William Thomson, más conocido como Lord Kelvin (1824-1907), se interesó por el cableado de la telegrafía transatlántica (Smith and Wise, 1989), Louis Pasteur (1882-1895) se implicó en los intereses industriales de vinateros y cerveceros, entre otros (Dubos, 1984), o August Wilhem von Hofmann (1818-1892) y William Henry Perkin (1838-1907) desarrollaron la industria de los tintes artificiales (Acevedo-Díaz, 2020), por apuntar solo un pocos ejemplos. Por fin, es necesario resaltar que los casos de este tipo se han multiplicado enormemente a partir del siglo XX (Acevedo-Díaz, 1997, 2006), y que algunos grupos de científicos han constituido sus propias empresas (Mustar, 1988).

Ilustraré brevemente lo anterior haciendo mención a la lámpara de Davy1, una lámpara de seguridad inventada por el químico británico Humphry Davy (1778-1829)2 para evitar las explosiones causadas por la ignición del gas grisú en las minas de carbón. La descripción de esta lámpara fue presentada en un artículo a la Royal Society de Londres el 9 de noviembre de 1815.

En 1815, la Sunderland Society for the Prevention of Accidents in Coal Mines encargó a Davy que buscase la forma de evitar las catástrofes que provocaban las deflagraciones por grisú3 en las minas. La iluminación necesaria se hacía mediante velas o con lámparas de aceite, lo que suponía un grave riesgo. En efecto, si se alcanzaba una concentración de grisú en el aire de entre el 5% y el 15%, cualquier chispa o una llama bastaba para que el gas se incendiara y se produjera una explosión4 capaz de extenderse por túneles y pozos en pocos segundos. Las investigaciones llevadas a cabo por Davy y sus colaboradores condujeron a la fabricación de diversos prototipos hasta llegar a la lámpara que presentó en la Royal Society5. La lámpara de Davy fue mejorada continuamente en las décadas posteriores6. El dispositivo también servía para detectar la presencia de grisú porque cuanto más grande era su concentración en el ambiente mayor era la intensidad del color azul de la llama.

La investigación de Davy, que culminó con éxito en su lámpara de seguridad, fue descrita por entonces “como el orgullo de la ciencia, el triunfo de la humanidad y la gloria de la era [...]” (Chalmers, 1992, p. 158). Sin embargo, las explosiones siguieron produciéndose, incluso en un número notablemente mayor que antes del uso de la lámpara de Davy, entre otros motivos porque esta indujo a la explotación de minas ricas en carbón que anteriormente se consideraban demasiado peligrosas por la alta concentración de grisú en sus galerías. Como señala Chalmers (1992):

Los mineros reconocían que el problema más acuciante de las minas era asegurar una ventilación adecuada. Se daban cuenta de que la mayoría de las víctimas tras una explosión eran resultado de la asfixia por el monóxido de carbono y el dióxido de carbono resultante de la explosión. Proponían medidas tales como la apertura de pozos adicionales, pero esas sugerencias fueron en gran medida ignoradas, presumiblemente debido al coste que entrañaban.” (p. 158)7.

La lámpara de Davy es un ejemplo de relación entre ciencia y sociedad, que pone el acento en la utilidad de la ciencia. Pero cabe plantearse si, como dijeron los hagiógrafos de Davy en su época, fue un caso de ciencia para bien de la humanidad (los mineros y sus familias) o, como han sugerido otros historiadores y sociólogos más recientemente, al servicio del lobby de propietarios y empresarios de minas de carbón.

Referencias bibliográficas

Acevedo-Díaz, J. A. (1997). ¿Publicar o patentar? Hacia una ciencia cada vez más ligada a la tecnología. Revista Española de Física, 11(2), 8-11.

Acevedo-Díaz, J. A. (2006). Modelos de relaciones entre ciencia y tecnología: un análisis social e histórico. Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de las Ciencias, 3(2), 198-219.

Acevedo-Díaz, J. A. (2020). De tintoreros y químicos orgánicos. Red de Formación IB, 6-2-2020: http://formacionib.org/noticias/?De-tintoreros-y-quimicos-organicos

Chalmers, A. (1992). La ciencia y cómo se elabora. Madrid: Siglo XXI.

Dubos, R. J. (1984). Pasteur. Barcelona: Salvat.

Gribbin (2005). Historia de la ciencia (1543-2001). Barcelona: Crítica.

Mustar, P. (1988). ¿Pueden los científicos convertirse en empresarios? Mundo científico, 84, 980-983.

Sánchez-Arreseigor, J. J. (2018). La lámpara de Davy: iluminar la mina y evitar explosiones. National Geographic on line, 15-10-2018: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/lampara-davy-iluminar-mina-y-evitar-explosiones_13138

Smith, C., & Wise, N. (1989). Energy and Empire, William Thomson, Lord Kelvin, 1824-1907. Cambridge: Cambridge University Press. 

Stewart, L. (1997). La ciudad de Londres. El encuentro de la ciencia y el mercado. Mundo científico, 183, 810-815.

Strathern, P. (1998). Galileo y el sistema solar. Madrid: Siglo XXI.

Strathern, P. (1999). Arquímedes y la palanca. Madrid: Siglo XXI.


1 Consistente en una linterna de queroseno que tenía la llama protegida por una pantalla de tela metálica fina, la cual impedía la propagación de la llama.

2 Algunos autores han sugerido la posibilidad de que su ayudante Michael Faraday (1791-1867) tuviera mucho que ver con ello, dado que el trabajo que le llevó a hacer este diseño fue sumamente meticuloso y esmerado, algo que era muy diferente de lo que Davy solía hacer (Chalmers, 1992; Gribbin, 2005).

3 Davy descubrió que el principal componente del grisú era el metano.

4 Davy encontró que las explosiones de grisú únicamente se producían cuando el gas alcanzaba una temperatura crítica muy elevada; por debajo de esas temperaturas el gas ardía, pero no explotaba.

5 Una breve descripción de las diferentes soluciones y prototipos que fue ensayando Davy, así como algunos detalles técnicos, puede consultarse en Sánchez-Arreseigor, (2018).

6 Uno de los defectos de la lámpara de Davy es que proporcionaba poca iluminación, debido a que solo permitía la salida de un tercio de la luz que emitía la llama.

7 El riesgo de las explosiones de grisú en las minas de carbón solo empezó a controlarse hasta mediados del siglo XX, gracias al uso de lámparas eléctricas, detectores de grisú más fiables y sistemas de ventilación más eficaces.

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