5 de septiembre de 2019

Adalberto Pino
Tanto la llamada clase invertida, cuanto el pensamiento visual, no son estrategias metodológicas nuevas. Principalmente la primera. Hace ya bastante tiempo se planteó a la docencia los llamados “seminarios”, en los que, una vez presentado el tema o un sumario de temas que se abordarían en dicha actividad académica. El docente indicaba al participante que debía “preparar la clase”, es decir, por anticipado. Lo cual conseguía que el estudiante se empape de los contenidos y conceptos a tratarse, prepare preguntas y resuelva dificultades que por sí mismo no logró resolver. Por tanto, la tarea docente se volvía más pragmática y eficiente, superando una clase general, muchas veces vaga; para convertirse en una tarea de auténtica utilidad; enmarcándose en el desarrollo potencial del estudiante, al darle pistas, recursos, refuerzos, evocaciones o explicaciones, para que pueda dar el salto hacia la resolución de la necesidad requerida. Así con los demás sujetos.

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Hace algún tiempo, cuándo a todo docente nos hablaban de la enseñanza finlandesa. Porque sus estudiantes sacaban las más altas calificaciones en las pruebas mundiales PISA y otras. Observé algunos vídeos en You Tube, en los que precisamente usaban esta metodología desde la escuela, pero, también se decía que estos estudiantes tenían un pensum de materias básicas que les daba tiempo para dedicarse a recabar información y estudiar autónomamente, guardando las interrogantes o dificultades para resolverlas con el docente en la clase. Se describía la estudiante como quien lee mucho e investiga por su propia cuenta y procura del docente apoyo o dirección sobre bases precisas. En este contexto, me es claro suponer que estos estudiantes sean tan aprovechados como lo indican las cifras de las pruebas internacionales.

Estos antecedentes me sirven para decir que esta estrategia académica es verdaderamente efectiva, siempre y cuando, exista un medio o contexto que apunte a lograr aprendizajes efectivos. Aquí los actores: docentes, estudiantes, medios, juegan cada uno un rol fundamental, caso contrario, si llegase a fallar uno de estos recursos vendría menoscabada la estrategia, e incluso podría llegar al fracaso. En Finlandia al parecer se cumplen las tres premisas.

Hoy por hoy: Jonathan Bergmann y Aaron Sams, echan mano de las TIC y de manera particular de los recursos Web. Para plantear un clase por adelantado, la que será observada y “trabajada” por el estudiante en casa, a efecto de aportar a la misma, información, comprensión o dudas , el docente en clase aporta con su experiencia, completando o acotando información, decantando incógnitas y sacando conclusiones y lecciones en limpio, al final del trabajo académico. Con el pensamiento visual sucede algo parecido, en cuanto que Rudolf Arnheim utiliza mapas conceptuales, mapas mentales, redes semánticas etc. Como medios para despertar la capacidad de análisis, abstracción y concreción de quienes se ponen al frente de estos recursos didácticos. Pero el participante debe “trabajar sobre las ideas presentadas en los esquemas, desentrañarlos, aprender de ellos, ver sus relaciones, implicaciones y derivaciones, para finalmente quedarse con una claridad de conceptos y una mayor eficiencia en la resolución de problemas.

En estas estrategias queda claro que el docente juega un papel primordial, en cuanto que, debe estar preparado para aportar claridad, complementar o suplementar al conocimiento del estudiante. Debe generar recursos didácticos, estimular la autogestión del conocimiento por parte del estudiante. Aportar subsidios, en textos, páginas web, tutoriales, películas, o grabar la clase él mismo. En el medio rural que es mi contexto profesional, si es posible hacer clase invertida. La dificultad para lograr el objetivo está en los recursos disponibles para el estudiante, pues, este sujeto social tiene como subtratum un ambiente familiar disfuncional, con padres que no generan estímulo intelectual y no cuentan con recurso multimedia. No están acostumbrados a al autoestudio y no se esfuerzan en esa línea. Sus bases académicas en lengua y matemática son menos que deficientes, lo que dificulta mucho su participación. Sin embargo poniéndome en primera persona, declaro que podemos empezar con pequeños proyectos dentro del establecimiento, guiándoles al inicio para irlos soltando poco a poco, con el propósito que rellenen precisamente los vacíos de que adolecen. Es decir. Comenzar afianzando la expresión oral y escrita del lenguaje, el cálculo etc. Pero, asistiéndoles constantemente, para que aprovechen el tiempo y ganen en atención y responsabilidad. Implica a su vez convertir al centro educativo en hogar, ambiente y fuente de recursos. Brindar apoyo extra a los más interesados, rescatándolos del ambiente de molicie y apatía que les circunda.

Conseguir la participación responsable, el ahínco, el pundonor académico, es la más ardua de las tareas. Principalmente, como he dicho antes, por el medio social del que proceden y por los vacíos elementales con que estos jóvenes acceden a la Educación Básica Superior y Bachillerato. Considerando lo dicho, Ausubel, expresa, que una clase magistral bien planteada y explicada (aprendizaje receptivo), puede ser el paso previo para una investigación complementaria, ampliación y/o sustentación por parte del dicente, ya sea de forma individual o grupal (aprendizaje activo). Un tutorial juega el papel del profesor, y sobre esa base, el estudiante puede reforzar o repetir la presentación, para que, una vez esclarecidas las pautas y principios, el alumno pueda “trabajarlo” nuevamente, ampliarlo, explicarlo y aplicarlo convenientemente a la resolución de algún problema puntual, en la línea de lo práctico y cotidiano.

Todas las estrategias metodológicas me llegan como retos, desafíos, derroteros; que he de transformar en camino didáctico, en reflexión pedagógica, que dará sus frutos; no sin esfuerzo, o sin sacrificio, o sin experimentar la derrota. Para tomarla como acicate para un nuevo intento académico, una nueva reflexión sobre el aprender y enseñar, para soñar con una Juventud ecuatoriana, más preparada para el análisis, la autonomía y la autosuficiencia. Para afrontar el día a día, para participar en la construcción de democracia y ciudadanía, en un presente activo y un promisorio mañana.