20 de mayo de 2022

Jorge Tigrero Vaca
Guayaquil-Ecuador
Comunidad de Educadores de la Red Iberoamericana de Docentes.

El presente artículo trata acerca de importantes aspectos a considerar en el retorno a la presencialidad en el contexto actual respecto a las condiciones en las que los estudiantes regresan a las aulas.

Indiscutiblemente el retorno de los estudiantes a las aulas luego de dos años de virtualidad producto de la pandemia conlleva una serie de retos que si no son tomados en cuenta provocarán diversos problemas que robustecerán importantes situaciones que están empezando a surgir como graves condiciones que afectan el desarrollo integral de los alumnos.

Primero es fundamental entender que este regreso a clases es una situación sin precedentes. La virtualidad fue, en muchos ámbitos, un proceso realizado sin bases, con muchas falencias y para poder enrumbar acciones pertinentes es preciso partir de un diagnóstico para evidenciar cuáles son las condiciones reales en las que llegan los estudiantes a clases.

Uno de los factores que deben interiorizarse y ser analizados de manera determinante es entender que muchos alumnos llegan con serias carencias de saberes básicos, producto de que en dos años se dejaron pasar muchas situaciones en las que los estudiantes no alcanzaban los mínimos requeridos en el perfil de salida de cada nivel educativo y se priorizaba que, sin importar el desarrollo inadecuado, se los “pasaba de año” a prácticamente todos.

El número de individuos que avanzaban en los diferentes niveles, sin que las instituciones educativas tengan conocimiento pleno de cuál era la condición real de desarrollo de habilidades y competencias es, sin lugar a dudas, uno de los principales problemas que actualmente pasan una alta factura en este regreso ya que se empiezan a evidenciar inconvenientes graves como no poder leer y escribir adecuadamente, no saber resolver operaciones matemáticas, baja capacidad para analizar y nula formación para desarrollo de proyectos.

Otro de los factores que se deben tomar en cuenta es la falta de desarrollo de destrezas de convivencia y comunicación de los estudiantes ya que, en muchos casos, les cuesta poder trabajar en grupo, producto del cambio de interacción, de una virtualidad total a un contacto presencial, que en muchos casos ha provocado una serie de inseguridades y dificultades para organizar actividades.

Los aspectos asociados a competencias y conocimientos son los que se encuentran mayormente vinculados a los perfiles de salida acorde a cada nivel; sin embargo, otro escenario complicado se manifiesta en los aspectos psicológicos. Situaciones que van desde condiciones de depresión hasta graves consecuencias vinculadas a violencia familiar, situaciones asociadas a consumo de drogas, etc. En el caso del sistema educativo ecuatoriano, desde antes de la pandemia, estos factores ya necesitaban de manera urgente atención, ahora, los escenarios se han complicado enormemente puesto que ni siquiera hay un esquema de acción acorde para tratar los diversos casos que se presentan como algo cotidiano en las aulas.

Estos son los principales dilemas del retorno y para poder generar estrategias que sean realmente pertinentes para dar soluciones viables en cada uno de estos ámbitos, lo esencial es partir de un diagnóstico pertinente. Parece algo obvio, pero la realidad muchas veces es ajena a lo que se necesita, y en diversas situaciones las autoridades hacen caso omiso a esta fase y tratan de direccionar acciones sin ningún tipo de base, esto provoca pérdida de tiempo, de recursos y lo que es peor, en lugar de generar resultados positivos crean más problemas producto de no tomar en cuenta las verdaderas necesidades de la comunidad educativa.

Por ello resulta indispensable generar un plan de diagnóstico integral de las condiciones en las que se encuentra el estudiantado a nivel integral para conocer en realidad cómo se encuentran, qué falencias tienen y en base a esta determinación real de dichas condiciones empezar a enrumbar planes de acción que en este sentido sí van a responder a lo que necesitan los alumnos para llegar a un estado de plenitud necesario para su desarrollo.

El diagnóstico junto con el posterior diseño de estrategias de intervención basadas en las condiciones de los estudiantes debe incluir una reformulación de los procesos de evaluación, ya que en muchos ámbitos se ejecutan acciones evaluativas carentes de significado y solo conllevan presión o ejercer miedo en los ambientes de aprendizaje, cuando este no es el sentido de una evaluación integral. Evaluar debe ser direccionado como un proceso necesario, como estrategias continuas para determinar en qué aspectos se están desarrollando adecuadamente los procesos y en cuáles las acciones necesitan variar de metodología. Si no se mejoran los planes de acción asociados a la evaluación activa y continua, seguiremos teniendo indicadores basados en el temor y las apariencias mas no en la búsqueda de cambios significativos para potenciar los procesos educativos.

Mientras se mantengan las condiciones de realizar acciones sin una planificación que contemple diagnóstico, evaluación y diseño de estrategias, las diversas problemáticas explicadas seguirán creciendo y dando origen a nuevas falencias, por ello es preciso un cambio en el accionar que se está viviendo actualmente ya que de lo contrario este regreso seguirá lleno de incertidumbres.