7 de mayo de 2020

Durante el confinamiento los niños han visto poco el sol y mucho las pantallas ¿esto puede tener consecuencias para su desarrollo cerebral?

Está claro que una cuarentena no es la mejor situación para el desarrollo del cerebro y puede incluso derivar en cuadros de depresión y ansiedad en los niños. Pero depende mucho de cómo lo llevan los padres, ya que son los que más influyen sobre sus hijos. Cuando se hace el análisis del impacto psicológico de la cuarentena, aparecen toda una serie de síntomas, que pueden ser indicativos de patología mental (estrés postraumático, convulsión, tendencia a estar más irascible…) derivados del estrés que produce el confinamiento en sí, la adaptación al teletrabajo… Por mucho que los niños tengan clases online, el día a día es que el niño te pregunta, se intenta conectar y no puede… La suspensión de las clases evidentemente conlleva, además, una serie de complicaciones, entre las cuales está, efectivamente, que dediquen más tiempo frente a las pantallas de lo habitual por las clases virtuales y el acceso a contenidos online, pero también porque el tiempo de ocio y las relaciones sociales con sus amigos también se digitaliza. En cierta medida, sin embargo, es una oportunidad para enseñarles que las pantallas se pueden usar de otra manera y no solo para jugar. Pero desgraciadamente, hay problemas mucho más graves.

¿Cuáles?

La pandemia está teniendo consecuencias en el ámbito económico y laboral (paro, desempleo más o menos temporal, pérdida de ingresos, impagos, pobreza habitacional y energética), y en la esfera social motivadas por las medidas de aislamiento social. El confinamiento está haciendo que los niños en situación más vulnerable no puedan acceder a las clases online. Según el INE, uno de cada diez hogares españoles no tenía acceso a internet en 2018, mientras que dos de cada diez no tenían ordenadores en casa. Esa brecha genera una desigualdad aún mayor, ya que quienes tienen más recursos pueden tener mejor acceso a la educación. Y no se trata sólo de tener acceso a internet, sino de tener un ordenador con buena conexión, que se oiga bien, que el wifi te funcione… Si a nosotros mismos nos pasa que se nos desconecta o que no oímos, imaginemos una casa con un solo ordenador y con tres niños, cada uno en un curso, pues es un desastre. La educación online se ha implantado con escaso margen de maniobra y eso no ha permitido garantizar que no existan desigualdades.

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