Para tener un mundo sostenible debemos analizar nuestros patrones de consumo de manera que adquiramos sólo lo que realmente necesitamos. Entre mayor es la demanda de un bien o servicio mayor es el consumo de energía, la emisión de gases invernadero, la extracción de recursos naturales y los efectos negativos al ambiente. Los profesores debemos analizar críticamente nuestros patrones de consumo y prácticas cotidianas para poder ser ejemplo a nuestros estudiantes y poder lograr una mejor educación para la vida.
Muchos de los que actualmente rondamos los cincuenta años fuimos educados en un estilo de vida basado en el ahorro y la economía. Principalmente si provenimos de países del tercer mundo y de familias modestas, nuestras madres nos pedían que apagáramos las luces que no fueran necesarias, que no desperdiciáramos el agua, el gas o los alimentos. La ropa del hermano mayor pasaba al menor, algunos sólo teníamos un par de zapatos y recibíamos un juguete el día de reyes. En fin… que vivíamos en un mundo en el que necesitábamos menos cosas para sobrevivir y sentirnos felices y plenos.
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