6 de agosto de 2019

Sabina Ximena Inetti Pino, Montevideo, Uruguay.
Desde mi perspectiva el “error” es sinónimo de oportunidad en el proceso de enseñanza- aprendizaje. Tanto Profesores como alumnos crecen cotidianamente en sus roles si incorporan una nueva perspectiva de análisis que los potencie en su cotidianeidad.

Cuando se habla de “error” nos referimos a un concepto, proceso u acción desacertada o que no es la esperada en un determinado contexto y que implica la realización de determinados objetivos por parte del alumno como del Profesor.

Pero ¿Qué es lo realmente esperado para ambos? Muy frecuentemente la manera en cómo nos comunicamos es el inicio de los errores de comprensión, explicación y resolución de diversas actividades. Es decir, no siempre los alumnos saben realmente qué se espera de ellos y qué habilidades deben saber y/o aprender para lograr ese objetivo. A veces se da por entendido que por haber cursado determinados grados tiene que dominar tales o cuales destrezas. De ello se desprende que es necesario realizar una puesta a punto para que logre nuestros objetivos y prepararlos de a poco para los desafíos del año próximo.

Una práctica muy buena es la construcción de vínculos entre los alumnos y Profesores, pues genera un clima de clase más distendido, de confianza. Esto permite un diálogo más fluido y cálido, lo que permite decir más fácilmente “no entendí” por parte de los alumnos y encontrar nuevas maneras de aprendizaje.

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En este punto es fundamental que la práctica diaria en el aula sea ponderada dentro del resto de las actividades a tomar en cuenta para la evaluación mensual, semestral y anual. Ya que es importante que los alumnos aprecien la oportunidad de mejorar sus aprendizajes cada día gracias a su esfuerzo y dedicación, lo que derivará en mayor intensidad de trabajo.

Muchas veces las pruebas mensuales como única forma de evaluación promueven nerviosismo, tensión, ante la posibilidad del “error” inminente sin chance para su revisión. Ello provoca frustración colocando el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje en el resultado y no en el proceso. Otras prácticas permiten resolver las pruebas nuevamente para aprender desde el “error”, pero me parece importante dejar que en esta nueva oportunidad se pueda tomar como una evaluación válida y mejor que la anterior. De lo contrario, si tiene mayor incidencia la primera puede desmotivar mucho a los alumnos. Mejorar lo que uno hace como forma de autosuperarse debe ser la consigna.

Otro aspecto importante, es que el alumno sepa que el curso puede ser aprobado sin temores. Eso sin dudas, cambia el clima de clase, permitiendo otro tipo de concentración y disfrute de la tarea para darse la oportunidad de “descubrir el error” como una oportunidad para aprender desde su propia búsqueda.

Como se habrá leído, el aspecto motivacional es fundamental y el nivel de exigencia gradual también. Cuando los alumnos sienten que pueden aprender a “su ritmo” la disposición y el interés cambian. No hay que olvidar que el aula se encuentra llena de múltiples estímulos que si los aprovechamos a nuestro favor pueden brindarnos hermosos procesos de enseñanza-aprendizaje.

Los Profesores también aprenden del “error” y en mi opinión este es un aspecto clave ya que todas nuestras prácticas son distintas según el contexto. Es más aprendemos mucho de nuestros alumnos, de sus sugerencias y gustos. Sobre todo, cuando cada año se trabaja en distintas instituciones, lo que implica comenzar a conocerlos y a que te conozcan desde cero. Otro tipo de práctica se lleva a cabo cuando se puede tanto elegir como permanecer por varios años en una misma institución ya que el conocimiento de los vínculos y el conocimiento de qué es lo que funciona, cómo aprenden los alumnos, cuáles son sus intereses permite consolidar objetivos desde el corto y largo plazo.

Es muy interesante la dinámica de clase cuando tus alumnos saben qué esperar, cuál es el nivel de exigencia, cómo se evalúa y en qué momento preguntar para sacarse dudas, etc.

Otra práctica que permite observar “errores” para brindar orientaciones en el momento es caminar por la clase y tener cerca una silla para realizar un acompañamiento más personalizado. También las “tutorías online” funcionan mucho sobre todo con aquellos alumnos que no se animan a preguntar en la clase y te permite realizar un seguimiento más detallado con devoluciones y sugerencias en tiempo real o acompasadas con el curso.

Por lo tanto, trabajar con el “error” como oportunidad nos permite revisar como mejorar nuestras prácticas como Profesores y alumnos en una espiral de múltiples procesos de enseñanza-aprendizaje que se fortifica día a día.