3 de abril de 2022
Retrato de Franco de la revista satírica ‘La Traca’, 23 de junio de 1937, pág. 7. Author provided

Matilde Eiroa San Francisco, Universidad Carlos III

La representación de la figura de Franco desde su época de gobierno a la actualidad ha experimentado cambios, pero también continuidades que dicen mucho de su biografía y también de la sociedad contemporánea.

El estudio que presentamos revela el modo en que, desde los inicios de la Guerra Civil, el incipiente servicio de Prensa y Propaganda creado por los rebeldes en 1937 se empeñó en la tarea de potenciar el liderazgo de Franco como el de un héroe militar, aguerrido, valiente, invicto y enviado por Dios para salvar a la patria de la anti-España, como se denominaba a los defensores de la democracia republicana.

Retrato de Francisco Franco de 1930. Biblioteca Virtual de Defensa / Wikimedia Commons

Época de piropos

En la inmediata posguerra se añadieron alabanzas, como la del resistente ante Hitler, el caballero cristiano del imperio, el padre ejemplar o el faro de Occidente contra el comunismo. En la década de los cincuenta y sesenta, la propaganda exhibió la faceta del pacificador, el trabajador incansable, el personaje austero y sacrificado por su patria. El mito fue transformado según marcaban los ritmos de la Guerra Fría.

El icono de estos perfiles de Franco fue visible en las estatuas y bustos situados en los sitios públicos, en sellos y monedas, en el NO-DO emitido en los cines antes de cada película, en los manuales escolares o en los nombres de las calles principales de las ciudades. Su voz era frecuente en las alocuciones de la radio –cuyo tono contradecía notablemente ese perfil de superhombre diseñado por la corte de aduladores– y más tarde en la televisión.

Los intelectuales de la época le alabaron hasta la exageración. Tenemos declaraciones de catedráticos, escritores, artistas e intelectuales de nombres conocidos, como José María Pemán o Azorín, quienes le compararon con el Mío Cid, Hércules o Carlos V.

Durante la dictadura (1939-1975) muy pocos se atrevieron a cuestionar y, mucho menos, a bromear sobre sus méritos profesionales y personales. El control de los medios de comunicación y la censura impuestos en las expresiones culturales y artísticas impidieron confrontar la ficción de las alabanzas con la realidad de su trayectoria como militar y gobernante.

Tras su muerte en noviembre de 1975, esta representación aduladora permaneció. Franco recibió agasajos de parte de personajes muy populares, entre otros, el fundador del Grupo Planeta José Manuel Lara, Camilo José Cela, la actriz Rafaela Aparicio, las cantantes Carmen Sevilla y Estrellita Castro, el presidente del Real Madrid Santiago Bernabéu o el empresario José María Ruiz Mateos. Los elogios y comparaciones llegaron hasta el ridículo, aunque según pasaron los años se fueron silenciando y quedaron limitados a grupos incondicionales de apoyo a Franco.

El cuestionamiento durante la Transición

La investigación muestra el surgimiento paulatino en la Transición a la democracia de una interpretación más rigurosa de su biografía que cuestionó sus virtudes y puso de manifiesto las carencias y errores de sus políticas.

El mito del mandatario providencial fue desmoronándose con las investigaciones de los historiadores y los reportajes del periodismo de investigación que revisaron el relato difundido en el franquismo. No fue ni tan providencial ni tan buen gobernante.

En los años ochenta y noventa muchos cineastas acogieron en sus producciones esta nueva mirada de quien fue nombrado “Caudillo de España por la Gracia de Dios”, como en las películas Madregilda o Espérame en el cielo. Eran guiones bien diferentes al de Raza, de José Luis Sáenz de Heredia, estrenada en 1941 y luego retocada para ser exhibida en 1950, cuando era conveniente ocultar los rasgos nazi-fascistas que caracterizaron la primera versión.

Fotograma de Madregilda. Filmaffinity

Con la llegada del siglo XXI, las dos visiones permanecieron. Por un lado, el mito se ha exaltado gracias a la literatura neofranquista –también denominada revisionista– que recuperó los perfiles halagadores de los años cuarenta y cincuenta. Ensayistas, comunicadores y algunos historiadores han actualizado el relato de la leyenda del gran hombre construida con gran intensidad desde 1939.

Por otro, una parte importante de los historiadores ha demostrado con fuentes primarias irrefutables y contrastadas la identidad de un dictador poco merecedor de halagos.

La visión ofrecida por la producción artística y audiovisual ha sido dispar, si bien ha prevalecido la mirada crítica y satírica hacia el personaje, continuando con la tendencia de la cinematografía de finales del siglo XX.

Franco virtual

Finalmente, al analizar Internet se ha comprobado la existencia de un número relevante de entornos virtuales que contribuyen tanto a la difusión del mito de Franco como al de un Franco desmitificado.

Paralelamente se descubre un fenómeno singular que es la aparición del humor, expresado en la programación televisiva y teatral, y, especialmente, en las redes sociales y la mensajería instantánea.

La exhumación del cadáver de Franco del Valle de los Caídos ha favorecido la creación de memes, esas unidades cómicas que se multiplican por las redes y que han promovido la distribución de una mirada sarcástica sobre el dictador.

Sticker de Franco para aplicaciones de mensajería instantánea. WhatsApp

Los memes han ridiculizado al personaje, han ofrecido un enfoque menos tenso a la opinión pública y han contribuido a despojar de su aura a esta figura que fue reverenciada y temida al mismo tiempo. Se han convertido en un comodín para comentar en las redes sobre asuntos candentes de la actualidad, como las elecciones o la independencia de Cataluña.

Incluso se han creado stickers que circulan por WhatsApp, como la del general dibujando un corazón con las manos.

La imagen del dictador

Los dictadores necesitan de la propaganda y de la presencia continua ante el pueblo con iconos y símbolos que muestren su superioridad frente a la de cualquier ciudadano.

En 1940 fue posible la grabación de El gran dictador, de Charles Chaplin, en la que aparecía un Adolf Hitler representado en una obra mordaz y satírica magistral. Este tratamiento burlesco ha sido frecuente en Alemania, donde es bien conocida su biografía y actuación al frente del país.

Imagen de portada del libro Franco, de héroe a figura cómica de la cultura contemporánea, de Matilde Eiroa San Francisco (Tirant lo Blanch, 2022). Tirant Editorial

La situación en España es distinta. Es nuestro propósito, por tanto, que este trabajo contribuya a conocer la larga trayectoria de la representación de Franco en la que ha convivido la versión más épica de su biografía con otra más rigurosa y próxima a la realidad. El humor e Internet han añadido una versión caricaturesca, sarcástica y socarrona, fruto de la creatividad y de la opinión de la sociedad digital en la que vivimos.The Conversationhttp://theconversation.com/es/republishing-guidelines —>

Matilde Eiroa San Francisco, Profesora Titular, Doctora en Historia Contemporánea, Universidad Carlos III

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.