30 de octubre de 2019

Adalberto Raúl Pino Rojas. Ecuador.
Ciertamente, en Ecuador se ha dado un cambio cualitativo importante, alrededor del tema climático y de medio ambiente. Principalmente en la consciencia de los jóvenes se está sembrado la idea del respeto por el medio. El currículo escolar, desde inicial hasta bachillerato, recalca en una espiral de complejidad creciente.

En Ciencias se realizan observaciones, excursiones y ensayos respecto de este tópico, sobre el cual recae el presente y futuro de la sostenibilidad alimentaria, de los recursos hídricos, de la limpieza del aire, y de muchos otros recursos que se encuentra implícitos en el cuidado del ambiente natural. Es claro que mucho se ha perdido: especies animales: tanto en aves, animales menores y mayores, peces, crustáceos y aún se sigue perdiendo, por la voracidad de la sociedad del consumo y del confort. Los discursos políticos, entre ellos los del Ministerio de Educación, claman porque pasemos de la retórica a la praxis. Sin embargo, todavía hay mucho por hacer en la realidad. Tanto es así, que seguimos deforestando, la frontera agrícola avanza hacia las cumbres de las montañas serraniegas. Como recurso de análisis y reflexión suelo pedir que los estudiantes soliciten a sus abuelos que relaten cómo eran los parajes del sector hace 50 o más años, y, la diferencia es abismal. En poco tiempo el avance de la urbanización, copa los terrenos fértiles otrora despensa de la ciudad. Ahora, cada vez más, se depende de otros sectores para el abastecimiento de alimentos. Los huertos familiares han desaparecido. La ciudad se está tragando todo el suelo fértil, dejando los yermos, en donde es muy difícil cultivar. Este y mucho más, es el panorama que debemos recuperar, volviendo a la tierra, como se dice en la serranía a la “Pacha mama”.

Los ODS son encomiables, pues, se trata de transmutar los actuales problemas sociales y económicos en bienestar. Es una durísima tarea, pues, con la facilidad de los híper mercados,
los niños y jóvenes ya no tienen contacto con la siembra y la cosecha, el cultivo de aves de corral, de animales menores, de la silvicultura, el ganado, la lechería etc. Dentro de lo paradójico que resulta trabajar en un área suburbana, que hasta hace algunos años se autoabastecía; las familias tenía dentro de lo doméstico: vegetales, aves de corral, leche, animales menores como el conejillo de indias o llamado también cuy (quichuismo), etc. Que en la actualidad están ausentes.

Las cifras estadísticas en Ecuador dan cuenta de que se están deteniendo, remediando y recuperando daños al medioambiente, que la irresponsabilidad de políticos y ciudadanos han deteriorado. La población está gozando una mejora en cuanto a bienestar socio económico. El acceso a la educación ha aumentado. En ingreso per cápita se elevó. La salud está al alcance de un mayor número de ciudadanos. Sin embargo, este avance debe sostenerse en el tiempo, y , esto constituye un desafío, que mira hacia un mayor desarrollo, pero cuidando el medio. Por ejemplo en Ecuador se ha abierto a las semillas transgénicas, a la minería a gran escala, entre otros de los atentados medioambientales. Discutir con los estudiantes estos tópicos resulta interesante, aunque de momento no reaccionen, queda la semilla para que posteriormente se genere una consciencia social y ecológica, para defender al país. del avance de la modernidad y del capital depredador.

El nudo del Azuay, en la que se encuentra la ciudad de Cuenca y nuestra Unidad Educativa Nuli (significa, pueblo de paz). Tienen la ventaja de estar rodeada de vellos contornos y parajes, pero a su vez, su subsuelo acopia minerales preciosos y fuentes de agua que son codiciados por las trasnacionales, las que roban la riqueza prometiendo un plato de lentejas. Excursiones a los lugares afectados como el Parque Nacional Cajas. Quimsacocha y otros; dejan huella en la mente de los niños y jóvenes. Pero, el regreso a la ciudad y sus comodidades diluye lo que debería constituirse en impronta. El sur sufre el problema migratorio. Desde hace 60 años aproximadamente los campos y ciudades del austro de Ecuador, han sentido la salida de mano de obra campesina hacia los Estados Unidos principalmente, y desde hace 10 años también hacia Europa. Todo esto contribuye a romper el lazo con el campo y el medioambiente natural. Las motos, los carros irrumpen en los carreteros de las zonas rurales. La vestimenta aborigen y mestiza ya no existe. El hombre y la mujer en lugar de vivir de su parcela, sale a la ciudad abandonando al deterioro la naturaleza. De ahí que la paradoja tiene sustento. En el campo hay que hablar de cuidado y recuperación del medioambiente natural. La siembra de árboles, el uso mínimo de plaguicidas, la agricultura ecológica. Concientizar sobre el uso de alimentos con aditivos antibióticos. El cultivo de peces en piscinas, pero, con alimento químicamente enriquecido y hasta cierto punto anti natural por cuanto se trata de huesos y restos de animales muertos, provoca una alteración ambiental. Por otro lado, reitero, La ciudad y el campo invadidos por automotores en cantidades que la urbe no puede soportar, crea una injuria al medioambiente. Reflexionar con jóvenes que ambicionan hacerse de un vehículo y llamarlos a la madurez ecológica resulta duro, pero hay que ser porfiado, para calar en la mentalidad de los chicos.

A partir de este panorama, los Objetivos para un Desarrollo Sostenible, son de hecho una utopía que debemos perseguir a toda costa, y, la consciencia y madurez ciudadana serán los aliados natos para lograrlos. Pues, demandarán de los políticos su compromiso con aquello. Erradicar la pobreza, el hambre. Ofertar educación de calidad e igualdad social. Son objetivos a los que todos los ecuatorianos debemos apuntar desde nuestra propia trinchera. La lucha por ser cada vez mejores humanos, se gesta en la educación, en eso todos los docentes estamos comprometidos. Conservar las fuentes de agua y energía limpia son otras de tantas metas a lograr, y que Ecuador ha comenzado a caminar; ahora debemos sostener lo logrado y seguir avanzando, desde las aulas escolares, sea cual sea la realidad particular que nos toque vivir, debemos apuntalar su cristalización, mediante la reflexión y el compromiso. Promover un encuentro entre lo político y la productividad responsable es mandatorio, Demandar un reparto mas conscientemente del ingreso socialmente logrado es parte de la sostenibilidad. Amar a Galápagos y los recursos ictiológicos, implica frenar la pesca de arrastre que no reconoce las especies jóvenes y perjudica la reproducción, amerita asumir que más allá de la ganancia está la sostenibilidad. Recordar que sin justicia social no hay paz duradera y que la educación junto con el resto del tejido social somos altamente responsables en el logro de estos muy encomiables objetivos. El aula aporta con un grano de arena en este magno proyecto de humanidad, por el que todavía queda mucho por hacer.