1ro de septiembre de 2019

Williams Maldonado Córdova. Ecuador. Red Iberoamericana de Docentes
En el Ecuador de hoy, no hace falta abundar en legislación ambiental de la ya existente, simplemente se requiere de una acertada toma de decisiones gubernamentales, así como de una visión estatal en materia de gestión de recursos naturales a mediano y largo plazo, que se traduce como el tiempo que suele tomar la naturaleza para recuperarse de los procesos de desequilibrio e impacto ambiental. Ante todo, hace falta más educación ambiental y mano firme para salvaguardar los últimos rincones de vida Silvestre.

Un Congreso para pensar el mundo del mañana y la educación de hoy. Es virtual PARTICIPA

Congreso

Ecosistemas en peligro de degradación

Cuando se recorre la geografía el Ecuador, se puede identificar el tipo de ambiente, climas y microclimas, por los que se atraviesa, lo que nos lleva a discriminar –entre otros elementos– a discriminar el tipo de vegetación, los pisos climáticos y la densidad atmosférica de cada región natural. En cada uno de ellos y dependiendo de la región en que se encuentre el investigador o visitante, notará la presencia y calidad del suelo en particular que por las mismas razones, no es similar en una región que en otra.

Tal es así, que al hacer un recorrido de menos de dos horas, por ejemplo, entre la zona del Puyango en la Provincia de Loja, hasta la Cuenca del Río Jubones en la sureña Provincia de El Oro, se pueden evidenciar dos o tres pisos climáticos distintos, tal es así, que la primera zona enunciada es dueña de un bosque primario seco por excelencia, mientras que la segunda posee un clima húmedo, cuya característica es la de bosque húmedo tropical (Gómez, 2009).

Ambas zonas climáticas enunciadas, cuentan con un potencial de recursos propios de su silvicultura, pues alberga flora y fauna únicas, así como estuarios de vida que dejan al descubierto la belleza y fragilidad de sus ecosistemas. Desafortunadamente, las actividades humanas y en especial las relacionadas con el desarrollo de proyectos urbanísticos, están desplazando la vida silvestre, al punto de exterminarla.

Por otro lado, la vastedad de productos agrícolas en estas dos regiones sureñas, permite a los agricultores reactivar su nivel de productividad toda vez que, ponen a la venta sus frutas tropicales, así como otros productos propios de cada región, para el caso de la zona del Puyango, cuya producción de caña de azúcar, es similar en calidad aunque no en volumen, con que cuenta la zona de la Troncal, al Oeste de la Provincia del Azuay, en el lado costanero del Ecuador. En cambio, para la zona orense, el cacao y el banano, tienen sus mercados locales e internacionales de larga data. No obstante, la inserción de nuevos productos agropecuarios, como la siembra del camarón y langosta, la ha convertido en un generador de plazas de trabajo, lo que –en contrapartida– ha destruido al ecosistema marino del manglar en su totalidad (Ricaurte, 2012).

Así las cosas, la pérdida numérica de especies de aves, reptiles y crustáceos que dependen del manglar son alarmantes, lo que se traduce en una ruptura en el equilibrio de los ecosistemas marino y costanero del Ecuador.

Por otro lado, a nivel de las tierras altas de la Provincia de El Oro, la explotación de las reservas de minerales ricos en plata y oro a nivel en los Cantones de Zaruma y Portovelo, han revelado la peligrosa condición en la que se encuentran no sólo las especies de flora y fauna, sino de los mismos pobladores de ambas localidades, pues los estudios técnicos de Ingeniería en Geología de la Escuela Politécnica Nacional –EPN (Quito, 2018), reporta daños severos en las bases o cimientos de casas y edificaciones en especial, en Zaruma, dada la existencia de un laberinto de túneles construidos bajo la ciudad.

Curso virtual
Aulas emocionalmente competentes. El poder de las palabras para regular las emociones:

http://formacionib.org/noticias/?Aulas-emocionalmente-competentes-El-poder-de-las-palabras-para-regular-las

Se trata de una actividad extractiva perniciosa, que se ha venido desarrollando a espaldas del Estado.

Cabe añadir, que las vertientes de los ríos tributarios a la Cuenca del Jubones se ven afectadas, actualmente, por las actividades que se desprenden de la minería, pues los desechos de mercurio vertidos a estos afluentes han diezmado la vida de peces y crustáceos, aguas abajo.

Mientras tanto, los procesos de degradación y desequilibrio ambiental se hacen cada vez más agresivos en esta región del país. Más hacia el centro del litoral ecuatoriano, en la zona de los humedales de la provincia del Guayas, las actividades de caza y pesca artesanal a nivel de los sectores adyacentes a la reserva de producción faunística Churute, causa alarma en las estadísticas del inventario de flora y fauna (Vivanco, 2012).

Si bien las actividades agrícolas y forestales, propias de la zona han abierto fuentes de empleo debido a la instalación de varias corporaciones, dedicadas a la extracción de la pasta de celulosa de la caña de azúcar, desafortunadamente, este monocultivo intensivo está ocasionando el desgaste pernicioso del suelo de cultivo, asociado a la contaminación atmosférica, con un efecto destructivo al ecosistema local.

Sin embargo, aun cuando la naturaleza cuenta con su capacidad de recuperación frente al deterioro de los ecosistemas terrestres, los efectos adversos, resultado de la contaminación atmosférica, repercuten en la escasa capacidad de absorción del agua, especialmente, a nivel de la estación invernal, lo que genera la inundación de vastas áreas de cultivo de arroz, maíz, soya, banano y caña de azúcar.

Siguiendo el recorrido de la Cordillera Occidental de los Andes ecuatorianos, la naturaleza le permite al viajero presenciar otro piso climático a nivel del bosque húmedo costanero. Se trata de una zona rica en producción faunística y vegetal en la provincia del Guayas, donde confluyen en paralelo los ríos Chambo y Chimbo, que bajan desde lo alto de las Provincias de Chimborazo y Bolívar, que nivel de litoral se tornan muy caudalosos, es la zona del Cantón General Antonio Elizalde, mejor conocido como Cantón Bucay de la Provincia del Guayas.

Esta zona subtropical, cuya tasa de humedad relativa es alta, carece de proyectos de gestión para la obtención y apropiación racional de los recursos locales de flora; por ende, sus habitantes y agricultores no conocen de alguna propuesta de reactivación de la economía comunitaria.

Cabe añadir, que a la humedad que le caracteriza a este territorio de alrededor de 15.000 hectáreas cuadradas, distribuidas entre pastizales y zonas propiamente agrícolas, se suma la falta de infraestructura para las localidades de Bucay, Cumandá y Santa Rosa de Bolívar, cada una perteneciente a tres provincias distintas, por lo que se hace necesario incentivar la gestión de recursos provenientes del Estado o del sector privado. Por estas y otras razones, se precisa dotar de centros de acopio, hospitales, escuelas de educación básica, agua potable y carreteras de primer orden; es decir, infraestructura de primer nivel, toda vez que cerca de estas jurisdicciones existen proyectos industriales agropecuarios y de procesados de alimentos, que aportan con la oferta de plazas de trabajo para sus habitantes (Dávila, 2016).

Por otro lado, la producción avícola ha sido durante más veinte años, el motor generatriz del empleo local, al que se suman las actividades agrícolas por cuenta propia, pues su producción de frutas tropicales es importante.

Conforme se asciende la Cordillera Occidental de los Andes, a nivel de los 800 y 1000 metros sobre el nivel del mar (msnm), la densa vegetación de los Cantones Bucay y Cumandá va quedando atrás, para dar espacio a una nueva frontera agrícola, que se abre entre la densa neblina que rodea a Pallatanga, jurisdicción subtropical de la Provincia del Chimborazo.

En esta zona, eminentemente agrícola y ganadera se puede apreciar, cómo el campesino labra la tierra del modo mecanizado y la enriquece con agroquímicos de alta gama, esto es lo que se conoce como uso de la tecnología agrícola inorgánica o de alto impacto (Méndez, 2010).

Los comuneros de la zona baja de la Provincia de Chimborazo, durante décadas, han tenido una muy buena producción verde, entre hortalizas, legumbres y plantas medicinales, lo que les ha permitido alimentar a las localidades vecinas, tanto de la serranía ecuatoriana como del litoral a nivel de la Provincia del Guayas. Hoy en día, Pallatanga no cuenta mayormente con una tierra fértil y ubérrima en materiales orgánicos en su suelo de cultivo, como hace cuarenta años atrás, pues su agricultura intensiva y el uso excesivo en fertilizantes de la industria petroquímica, han desgastado la cubierta vegetal.

Así las cosas, el campesino ecuatoriano ha sido objeto del abuso de las transnacionales que importan insumos agrícolas, incluidas las semillas de la misma zona, ahora tratadas biológicamente. Es así que el mercado latinoamericano de insumos verdes se ha comportado de una manera irregular, sin control de precios y de calidad, lo que se traduce en una alerta frente al consumo humano.

Es hora de sentar las bases legales, para una verdadera soberanía y seguridad alimentarias, propalada durante los 10 últimos años de obeso gobierno dizque progresista, en el que no hubo mayor despegue comercial agrícola. Es tiempo de hacer respetar lo que por herencia, le pertenece al agricultor desde hace siglos, es decir, la propiedad sobre la semilla y el germoplasma endémicos.

Finalmente, aunque aquí no se agota el tema, el tipo de agricultura que estas comunidades de la sierra ecuatoriana despliegan, es de carácter itinerante, de este modo, se permiten su propio abastecimiento local y así logran conservar sus reservas de producción para comercializarlas hacia otros mercados comunitarios.

En este sentido, la agricultura mecanizada a mil metros sobre el nivel del mar, tiene lugar una actividad agrícola medianamente intensiva; sin embargo, dada su escarpada geografía y riqueza mineral en el suelo de cultivo, los comuneros de la zona han logrado crear terrazas de hortalizas y leguminosas a modo de escalinatas, que se conectan unas a otras mediante caminos rudimentarios, a través de los cuales logran llevar la producción hacia sus hogares.