10 de marzo de 2021

Mixzaida Yelitza Peña Zerpa.
Comunidad de Educadores de la Red Iberoamericana de Docentes.
Caracas-Venezuela
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2020), la pandemia ha afectado a casi 1.600 millones de alumnos en más de 190 países en todos los continentes, es decir, el 94 % de los estudiantes de todo el mundo, una cifra que asciende al 99 % en países de bajo y mediano ingreso.

No solo existe la probabilidad de que 23,8 millones de niños y jóvenes del nivel preescolar al postsecundario podrían abandonar la escuela o no tener acceso a ella en el año 2021, también entra en juego la denominada “deserción universitaria” en los centros de educación superior.

Se entiende como deserción universitario aquel fenómeno mediante el cual los estudiantes abandonan los estudios de forma voluntaria o forzada dentro del sistema educativo. Se retiran sin decirlo mientras una minoría cumple los procesos administrativos ante la universidad.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) alerta sobre las cifras. Millones de jóvenes abandonaran sus estudios con una disminución de la matricula en 25% en los países latinoamericanos, a pesar de esfuerzos de muchos gobiernos de darle continuidad al proceso de enseñanza- aprendizaje universitario.

Los más afectados ya no son solo los niños y niñas sino también jóvenes (adultos jóvenes) más vulnerables. Entre ellos, los que viven en zonas marginales (barrios o zonas rurales), los que presentan alguna discapacidad o incapacidad temporal o permanente, o los que no tienen el apoyo de su grupo familiar (económico, afectivo). En definitiva, son los más pobres o aquellos marcados por la desigualdad, la discriminación e injusticia acelerada por la pandemia.

II Congreso Iberoamericano de Docentes. Docentes frente a la pandemia

En Venezuela no es un problema nuevo, así lo afirman algunos reportajes periodísticos previos. Entre ellos, se pueden mencionar los de Hernández (2017), Franquis (2017) y Luengo (2017), quienes venían contextualizando el problema y algunas variantes del fenómeno a nivel nacional.

El problema de investigación se agudiza ante la ausencia de estadísticas actualizadas y confiables a nivel nacional. A pesar que el Ministerio de Educación Universitario (MPPPEU, 2020) indica una matrícula total de 3.145.869 estudiantes, las cifras de deserción universitaria no son claras. Hace falta un estudio poblacional (o muestra representativa) que incorpore a todos los centros educativos universitarios ya que solo se publican casos puntuales que indican el aceleramiento del problema ante la pandemia. Un ejemplo, son los trece (13) estudiantes activos que sobreviven a la deserción universitaria dentro de una sección de 35 jóvenes de nuevo ingreso. Los veintidós (22) restantes pertenecen al conjunto formado por los que abandonan definitivamente los estudios en tiempos de pandemia.

En vista de esta situación, el presente estudio cualitativo permite identificar las principales causas de deserción universitaria a nivel de pregrado en dos universidades públicas venezolanas (UNEXCA y UCV) en las carreras de informática (computación).

Se aplicaron entrevistas cualitativas dentro el método fenomenológico con preguntas abiertas y respuestas voluntarias. Los sujetos de estudio estaban representados por jóvenes estudiantes entre dieciocho y veinte cuatro años de edad que quieren ser escuchados mediante el anonimato. Una oportunidad para visibilizar los factores y/o agentes personales, familiares y/o aquellos de otra índole que impulsaron el surgimiento del fenómeno en sí.

Ahora hablan los estudiantes

Este estudio cualitativo permitió identificar ocho (8) categorías como se muestra a continuación:

  • Mayores responsabilidades mayor esfuerzo

Son jóvenes que pueden o no estar juntos a sus padres. Aquellos que no viven con sus progenitores asumen mayores responsabilidades: a) trabajar y estudiar, b) estudiar y ser padre o madre de familia, c) estudiar y ser jefe de familia, d) estudiar, trabajar y ser jefe de familia, y/o e) estudiar, trabajar, ser jefe de familia y madre (padre).

El estudiante 1 expresa con gran optimismo: “Trabajar y estudiar son dos responsabilidades muy grandes. Ambas son diferentes pero le presto mucha atención. Es muy forzada la situación pero con sacrificio puedo salir adelante”.

Una opinión que coincide con el estudiante 6: “puede ser agotador en algunas ocasiones, ya que apenas tengo tiempo para hacer otras cosas, pero nada que no se puede lograr!”

A pesar del esfuerzo, la motivación y el optimismo, muchos no logran llegar a la meta. El abandono de los estudios se hace cada día más evidente con ausencias pronunciadas en clases y evaluaciones a distancia. Entre los más afectados los nuevos ingresos más que aquellos a punto de culminar los estudios.

  • El horario del trabajo vs horario de estudio

La mayoría de los estudiantes trabajan tiempo completo. Así lo manifiesta un joven estudiante: “Mi horario es de 7:30 a.m a 6:00 p.m, toda la semana, entre lunes y sábado. Con un posible descanso de 12:00 p.m a 12:30 p.m” (Estudiante 2).

Es un horario no compatible con las horas de clases síncronas. Al parecer, las clases nocturnas se ajustan mejor en aquellos jóvenes que buscaron trabajo durante pandemia. Pero, no siempre es así, “pues hay veces que se complica un poco especialmente por los horarios” (estudiante1).

Mientras, una mayoría se esfuerzan por cuadrar fechas y horas, otros no les importa mucho hasta que llega el día de la evaluación. Así lo expresan sus interrogantes: “¿profesora puedo presentar el examen después de las 6:00 p.m?”, “¿profe lo puedo hacerlo en otra hora?”. Lo urgente es el trabajo pues significa satisfacer necesidades básicas (comida, medicinas, vestido). Por eso “no podemos faltar al trabajo porque me descuentan el día”, pero evidentemente si lo pueden hacer ante una evaluación académica. 

  • Modalidad de clases bajo la virtualidad

Las clases a distancia han impulsado el abandono de los estudios universitarios en los estudiantes de nuevo ingreso. Una de las razones son las fallas o ausencia de internet en las zonas donde viven los jóvenes. Más del 50% de los estudiantes no tiene conectividad. En vista de los problemas, ellos prefieren clases presenciales que virtuales (WhatsApp, Zoom, Meet o Skype). Más presencialidad que digitalización. Las plataformas digitales (Classroom u Moodle) aún no han conquistado a una mayoría.

Otros, no han logrado adaptarse a la nueva realidad: estudiar desde su casa. Esta situación implica no salir del hogar. Tener una computadora o teléfono inteligente en buen estado con señal para estudiar.

Una minoría no consientes de los riesgos que implica el nuevo Coronavirus invitan a otros hacer tareas y presentar evaluaciones en grupos. Entonces, no resultan extrañas las propuestas de estudiantes a docentes para hacer algo presencial: “usted me dice donde me puede enseñar”.

  • Estudiar bajo el concepto sustentable

Las nuevas generaciones no piensan solo en el presente sino en el futuro. Lo principal es tener un buen trabajo. Están claros que el abanico de probabilidades se abre si están formados y educados. Pero, ¿qué pasa si no logras pasar las materias claves para avanzar?, ¿qué pasa si no te gradúas en lo quieres?. Son algunas interrogantes que los invita a reflexionar.

A pesar de estas limitaciones, el estudiante 3 asume la responsabilidad desde el concepto de sustentabilidad:

Los estudiantes quieren clases presenciales ya sea bien por la carrera u otras razones. Al terminar la pandemia, yo debo trabajar en el día y estudiar en la noche. De esta forma me sustentaré en el presente sin dejar de estudiar. La idea es tener una mejor vida en el futuro.

La pandemia pone en riesgo el futuro de muchos. Se acelera el quiebre de algunas estructuras dentro de los centros educativos. Es una situación que afecta el desarrollo no solo de un estado sino de un país en general, más si las investigaciones previas indican que “65% de estudiantes de una universidad podrían haber desertado debido a la falta de oportunidades laborales futuras” (Peña, 2019).

Para otros, “lo importante es aprovechar el tiempo” (Estudiante 2). El tiempo es una variable que significa futuro. Para ellos, es importante ser parte del sistema laboral y/o educativo de un país.

  • Los medios impulsan las metas

Estudiar a distancia no es nada fácil. “Por otra parte, el aprendizaje es complicado porque hay que ser autodidacta más que antes” (Estudiante 2). Esto implica buscar los medios para lograr los objetivos: “robarse la señal de wifi del vecino en las escaleras de un edificio o desde una cuadra si hablamos de una casa, prestar una computadora o teléfono inteligente” (Estudiante 5).

Hay que recordar que muchos comparten los celulares con sus familiares. Son los casos de ocho (8) jóvenes que una vez culminaba su jornada laboral, llegan a casa, y prestan el celular inteligente a un pariente cercano (abuelo, madre, padre).

  • La situación económica en el país

En medio de una profunda crisis económica, social, cultural y ambiental venezolana es normal que los estudiantes salgan de sus hogares en búsqueda de trabajo para ayudar a su grupo familiar. Por lo general, los puestos ocupados por estos jóvenes están vinculados con la supervisión presencial en tiendas, almacenes y/o negocios de alimentos (víveres) ubicada en Caracas. El estudiante 4, nos comparte su experiencia:

Desde mi punto de vista yo decidí trabajar porque no vivo con mis padres. Actualmente vivo con mis tías que son personas mayores y mis dos hermanitos pequeños. De esta forma puedo ayudar en mi casa ya que soy responsable de la casa. También cubro los gastos de estudios.

Es una opinión que coincide con cuatro estudiantes más: “yo deseo trabajar ya que así puedo ayudar mucho más a mi hogar” (Estudiante 5), “contribuir económicamente con mi familia” (Estudiante 2), “puedo comprar más proteína” (Estudiante 6). Son algunas expresiones que muestran preocupación, una solución al problema económico.

En medio del confinamiento, el desempleo juvenil se ha disparado y muchos estudiantes no pueden cubrir los gastos de estudios, entre ellos los costos de internet por celular. Actualmente, las tarifas de internet en Venezuela aumentaron drásticamente. El mínimo de recarga se ubica en 800.000 Bs (Digitel, Movistar) siendo el sueldo mínimo 1.200.000 Bs. Además, esta recarga podría durar un día dependiendo del uso de los datos móviles, tipos de redes sociales utilizadas, planes de internet, programas descargados y las limitaciones de señal de la misma operadora. Una clase síncrona de 40 minutos puede consumir hasta 100 mil bs en un día con las descargas de fotos y videos.

  • La continuidad de la pandemia

Parece que la prioridad es trabajar más que estudiar. Uno de los estudiantes lo afirma con gran preocupación:

Trabajar en tiempos de pandemia es algo extraño. Antes, no había tanto cuido social y personal para evitar contagios y muertes. Ahora ya no puedo tener más de un trabajo…Uno de mis propósitos en pandemia es cambiar de trabajo a uno mejor. (Estudiante 3).

  • La desmotivación

La continuidad de la pandemia, la situación económica, los medios usados, la modalidad de clases, el horario y lo que esperan del futuro son factores que han influido en la motivación y sentimientos de los jóvenes. Entonces, no resulta extraño escuchar quejas relacionadas con la gestión educativa: “todo por culpa de…” (Estudiante 6), “pero la universidad no ha dicho nada” (Estudiante 3), “ojala que esta situación termine pronto” (Estudiante 4)

  • La preparación previa

Los jóvenes aspirantes a cursar carreras de ciencias no cuentan con la formación básica para enfrentar con éxito el curriculum universitario, más si habla de números, expresiones matemáticas, algoritmos y/o programas matemáticos.

No me siento preparado profesora para pasar matemáticas. No tuve profesor en bachillerato. Es la primera vez que aplico factorización, mínimo común múltiplo o álgebra. Es como si estuviera en la dimensión desconocida ante muchas cosas que me dan dolor de cabeza (Estudiante 7)

Los estudiantes ingresan con un conjunto de habilidades y conocimientos no compatibles con las competencias exigidas dentro del curriculum universitario. Con solo las ganas y el “yo quiero ser” no son suficientes para avanzar. Se requieren egresados de secundaria preparados y formados para asumir sin miedo el ingreso universitario.

Entonces, sería interesante profundizar en cada uno de los factores y/o agentes previamente identificados con la finalidad de mitigar el proceso de deserción universitaria, específicamente en las carreras de informática que ofrecen los centros educativos desde Caracas-Venezuela.

Se proponen nuevos estudios cuantitativos y cualitativos. Se busca no solo medir el impacto real del fenómeno sino contextualizar y dar solución al problema desde las voces de sus protagonistas.

Una de las propuestas está centrada en una gestión cooperativa, consiente y sostenible. Apunta en brindar apoyo a los jóvenes desde lo emocional, económico y académico:

  • Primera estrategia, está relacionada con las asesorías psicológicas/ psiquiátricas (manejo de situaciones conflictivas, emociones, autoestima).
  • Segunda estrategía, se vincula con la otorgación de becas o ayudas económicas ajustada a la nueva realidad. Al parecer, las 300.000 becas canceladas (MPPPEU, 2020) por el sistema patria presentan problemas relacionados con su alcance. Algunos jóvenes desertores aún la reciben mientras otros no son beneficiados. Se requiere fortalecer el sistema de otorgación de becas universitarias.
  • Tercera estrategia, apunta al rescate de la figura del preparador, persona con las competencias adecuadas que podría apoyar a los docentes en las prácticas semanales bajo la supervisión del mismo.
  • Cuarta propuesta, está vinculada con el establecimiento de nuevas relaciones que incentiven a los estudiantes al desarrollo, investigación e innovación (D+I+I) dentro y fuera del centro educativo (organizaciones, comunidades, estados, países), una fórmula que permitiría avanzar en el crecimiento y desarrollo del país.
  • Quinta estrategia. Creación de alianzas con las operadoras telefónicas del país (privadas y públicas) en la creación de planes móviles dirigidos a estudiantes.

A modo de cierre

El llamado es implementar una estrategia continua en el tiempo que permita rediseñar los objetivos mientras se supera la crisis acelerada por la Covid-19. No es solo un gasto económico fundamentado en el proceso de planificación, evaluación, seguimiento y control (indicadores de rendimiento académico) manejada por expertos en la materia.

Nuestra visión debe apuntar hacia el futuro. De nosotros dependerá la calidad de profesionales formados y educados en el mañana. No es un problema de cantidad sino calidad. Nuestro país necesita profesionales que asuman retos y resuelvan problemas de forma sustentable bajo principios y valores de ética, responsabilidad, cooperación y compromiso. Necesita de un Estado que no solo actualice leyes o reglamentos educativos que muchos al final no aplican.

Referencias

  • Organización de las Naciones Unidas (2020). Informe de políticas: La educación durante la COVID-19 y después de ella.
  • Peña, J. (2019): La deserción estudiantil en la Universidad de los Andes (Venezuela). Educación y Humanismo. 21(36):60-92
  • Hernández, J. (2017, octubre 6). Deserción universitaria: escuela de educación de la UCV no llega a los mil estudiantes. Caraota Digital.
  • Luengo, T. (2017, febrero 16). Deserción universitaria se incremento en 35% en el Zulia. El Universal.
  • Franquis, B. (2017, septiembre 22). Hasta 250 docentes por facultad dejan las aulas de la UCV. El Nacional
  • Peña, M. (2020). Reportes presentados a la universidad experimental en el año 2020.
  • Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria (2020). Logros MPPPEU 2020.