31 de mayo de 2020

María Laura Vivas Franco
Cd. Obregón., Sonora.
El pretexto es consultar a los jóvenes para conocer su hábito alimenticio, pero el fin es que ellos se concienticen que el modelo que están siguiendo, se reflejará en una problemática de salud a mediano plazo.

En la actualidad el joven de entre 15 y 17 años está en riesgo de tener problemas con su salud, porque no aplican un balance en la dieta y/o por desarrollar una actividad física muy ligera, además de no estar dispuestos a modificar sus hábitos alimenticios. Una de las principales consecuencias que puede ocasionar el descuido en la salud es el aumento en la masa corporal, o ser propensos a enfermedades caracterizadas por el Síndrome Metabólico que en conjunto tiene que ver con desordenes en la salud como la diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares e hipertensión.

Otro aspecto de relevancia al que el adolescente no le presta suficiente importancia es, la falta de ejercicio continuo y constante, la falta de ello está contribuyendo a problemas de sedentarismo que por lo general, llevan al consumo de “alimentos Chatarra”, este factor de riesgo es provocado en gran medida por los anuncios y publicidad en general, pero como el adolescente dedica parte de su tiempo a actividades de entretenimiento sedentario, se vuelve un ente cautivo para el consumismo de este tipo de productos.

Con el fin de conocer datos relevantes sobre la salud y hábitos de la alimentación de los jóvenes de 16 años en promedio, de nivel medio superior, se diseñó y aplico una encuesta como instrumento para recabar datos. Una de las limitantes es, el no poder encuestar a toda la población estudiantil por la extensión de la encuesta y los participantes no ofrecen los datos completos, a pesar de habérselos solicitado con anticipación. El trabajo comprendió en una primera etapa, con informar sobre la gravedad del problema de obesidad y la carecía de hábitos en la buena alimentación en la adolescencia. El segundo punto fue conocer la situación real de los estudiantes a través de una encuesta que revele la profundidad del problema y ofrezca la oportunidad de establecer alternativas de apoyo.

Quizá se pueden advertir los resultados, pero el punto que llama la atención es el conocer porque los jóvenes prefieren no consumir alimentos sanos por las mañanas. Los pretextos suelen ser los mismos que infinidad de veces se escuchan: no tener tiempo para la preparación, no haber nada en el refrigerador de casa, lo que hay en la alacena, es lo mismo que se come siempre y no llama la atención; el tiempo de transporte es mucho, si hago desayuno no alcanzo a llegar a tiempo a la primera clase. Mi mamá trabaja y todos salimos temprano, no hay quien lo prepare, lo mejor que se preparar es un licuado con plátano y chocolate. No me da hambre en las mañanas.

En la familia se dedica poco tiempo a enseñar a los hijos las bases de una buena alimentación, lo cierto es que no habría nada que criticar si las comida o alimentos de preparación rápida se hiciera de forma esporádica. Pero, por desgracia, cada vez es mayor el número de adolescentes que lo convierten en la base de su alimentación, sin ser conscientes de los peligros nutricionales que esto conlleva.

Al insistir y proponer que los estudiantes pueden, si se lo proponen, hacerse desayuno, llega la palabra de moda entre ellos: “que flojera”, entonces, son los pretextos o es la indiferencia; ellos mismos se están limitando y a lo que lleva es a la mediocridad.

Interiormente el adolescente sigue adoleciendo de criterio para tomar iniciativa y decisiones para el futuro de su vida, no hay madurez en sus pensamientos, aunque tengan la información y los medios para recurrir a ella en sus manos. La automotivación surgirá cuando haya un detonador que los haga caer en cuenta que la salud no es un juego.