Ivonne Ramírez, Carla Jaliri, Hortensia Ayala, Carmen Julia Heredia, Javier Blades.
Comunidad de Educadores de la Red Iberoamericana de Docentes.
Universidad Pública Boliviana
La discapacidad como categoría compleja, aborda problemas importantes que en los espacios físicos acontecían en un entramado de relaciones de poder que hoy en día se han trasladado al espacio virtual, recreando nuevas formas de violencias, exclusión y dominio, por lo que interesa problematizar la necesidad de espacios universitarios más sensibles con la discapacidad, que apuntalen una teoría y práctica inclusiva, ética y políticamente responsable.
Palabras clave: Discapacidad, Barreras virtuales, Inclusión universitaria.
Introducción
Según el Informe Mundial sobre discapacidad las principales desigualdades serían peores resultados académicos y de salud, menor participación en el mercado laboral y en la vida comunitaria y mayor dependencia, entre otras, estas situaciones se agravan en Latinoamérica, donde la mayoría de las personas con discapacidad tienen más vulnerados sus derechos, y más aún vulnerados las comunidades con menos recursos y excluidas de los sistemas económicos.
En Bolivia, según los datos del Comité Nacional de la Persona con Discapacidad, fueron registradas 85.003 personas, pero existen muchas más excluidas de la protección de sus derechos sin discriminación a la atención en salud e inclusión educativa (Sistema Nacional de Registro en Bolivia, 2017) esto no es diferente de lo que ocurre en las universidad, que a pesar de haber abierto el ingreso libre a estudiantes con discapacidad, una vez dentro del sistema no existen planes o programas de acompañamiento que los apoyen en las aulas.
Desde 2009, la Constitución Política del Estado boliviano, establece la obligación estatal para resguardar las potencialidades individuales, defendiendo sus derechos civiles, sin embargo, las personas con discapacidad continúan siendo los más marginados y a pesar de que la Ley 223 (2012) de la persona con discapacidad refrenda sus derechos educativos, en las universidades el tema no forma parte de las agendas urgentes, puesto que no se tiene una política institucional que aporte a una inclusión efectiva.
En cuanto a la Ley de la educación, 2010 (Ley N° 070) , se afirma que los estudiantes con discapacidad tiene derecho a la educación inclusiva y desde el Ministerio de Educación y el Viceministerio de Educación Alternativa y Especial de Bolivia (2017) se planteó la necesidad de realizar ajustes en la planificación curricular, es decir, adecuar los objetivos, los contenidos, las metodologías, los materiales educativos a las características y potencialidades de los estudiantes.
El propósito del artículo fue problematizar acerca de las percepciones de una inclusión educativa de estudiantes con discapacidad como categoría que condicionan a la persona a un entramado de relaciones de marginación exclusión y dominación por las normas y las tiranías que establece un grupo que postula y sostiene el ideal de la normalidad.
La metodología se ha basado en diálogos desde donde se ha colectado los datos, creando espacios de diálogo para reflexionar sobre la problemática de la educación universitaria en estudiantes con discapacidad, para ello, se desarrollaron sesiones de entrevistas de 60 minutos con la participación de diez estudiantes universitarios ( que han participado en el sistemas presencial de 2018 y 2019 y el sistemas virtual de 2020 y primer semestre de 2021) La guía de entrevista aportó a la comprensión de la problemática considerando algunas preguntas de acuerdo al siguiente detalle:
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De las barreras físicas a las barreras virtuales
Los universitarios han relatado varios aspectos que impedían su inclusión efectiva en las aulas del sistema presencial, entre las que se destaca la formación docente bajo un sistema conductista, las prácticas segregacionistas y violentas en las aulas, deficiencias en las adaptaciones curriculares, barreras arquitectónicas que impiden la accesibilidad, libre transitabilidad y desenvolvimiento seguro que fomente la permanencia educativa.
Las barreras arquitectónicas en el sistema presencial, han tendido una frontera impermeable en algunos casos de discapacidad motora (Ramírez I, Jaliri C.2021), con espacios y mobiliario que no respetaba la accesibilidad, seguridad y la libre transitabilidad, pues han sido diseñados considerando un cuerpo normotipo y funcional.
Las barreras arquitectónicas expresan barreras actitudinales de rechazo al estudiante con discapacidad, puesto que en los espacios universitarios no se pudo contar con diseño para todos es decir universales que den inicio al camino de la accesibilidad, denotando espacios intuitivos incapaces de tolerar y minimizar el error, exigiendo esfuerzo.
En las aulas del sistema presencial y virtual muchos docentes ignoran (en forma voluntaria o no) que tienen a estudiantes con discapacidad, de manera que los principales problemas se centran sobre todo en las expectativas de los objetivos del ritmo de aprendizaje y la evaluación sin distinción alguna de las necesidades educativas particulares.
La experiencia en la educación virtual ha sido más favorable para los universitarios con discapacidad, sin embargo, la evaluación continúa siendo el componente más excluyente, porque los sistemas no son amigables ni adaptados para cada caso.
En los universitarios con discapacidad sensorial (visual o auditivo) en el sistema virtual, no existe conocimiento, ni prácticas universales sobre lenguajes o comunicación alternativa o aumentativa.
Si bien en la educación virtual se tienen menos barreras para el desplazamiento, se han generado los problemas asociados a la baja economía y la imposibilidad de contar con un equipo de computación para pasar las clases.
Serán importantes los cambios que apunten a promover profesionales que se involucren en un proceso inclusivo, focalizando la enseñanza en la adquisición de competencias profesionales (Ruiz, 2009) ético y políticamente en discapacidad, asumiendo un compromiso y una real articulación entre ellas y su territorio y comunidades.
Desde el paradigma inclusivo (Schewe, 2020), es necesario promover prácticas más respetuosas y libres de violencias en los procedimientos institucionales específicos vinculadas a las experiencias de inclusión.
Más allá de lo físico nos aproximamos a lo virtual y los estudiantes experimentan durante la pandemia situaciones negativas relacionadas con los dispositivos, que se expresan en debilidades tecnológicas baja conexión, débil accesibilidad a lenguajes amigables y universales como los intérpretes y subtitulados.
Las clases asincrónicas ofrecen ventajas porque el estudiante dispone de horarios accesibles desde cualquier sitio, con posibilidades laborales y opción de conservar el distanciamiento físico en el marco de la crisis sanitaria.
En cuanto a los aspectos de la metodología, se muestran como debilidades importantes la deficiente planificación del tiempo y su relación con las tareas asignadas, la ausencia de clases prácticas, los métodos poco comprensibles, los materiales insuficientes y las evaluaciones dicotómicas o de selección múltiple, que no permiten la demostración de las maniobras o técnicas aprendidas por el estudiante.
Consideraciones finales
Referencias bibliográficas