3 de abril de 2019

David Bueno, genetista y divulgador sobre neurociencia y educación, habla sobre el aprendizaje en la primera infancia y la importancia de estimular a los niños y niñas pero siempre respetando los ritmos para no convertir la educación en una imposición desagradable.

Todo el mundo ha sentido o pronunciado alguna vez la frase “los niños son esponjas), pero ¿hasta qué punto es correcta esta afirmación? Que las criaturas en la primera infancia asimilan mejor ciertos estímulos es cierto, pero ¿podermos concurrir en el riesgo de sobreestimularlos? Los niños más pequeños también se estresan y los adultos han de saber adaptarse a su ritmo; porque cada cerebro es único y único será también el paso de cada uno por el aprendizaje. Y del papel protagónico del cerebro en este periplo por la educación hablamos con el genetista David Bueno, antes de su charla en el 28ª Forum Local de Educación en Barcelona: El valor de la educación 0-3.

¿Qué hace que los niños sean tan absorbentes a los conocimientos y costumbres?

En estas edades, lo que hace el cerebro es adaptarse al ambiente externo, sobre todo en el ambiente social. Es una etapa en la que se hacen conexiones que cambian físicamente la estructura del cerebro con el fin de adaptar el comportamiento al ambiente en el que se vive. Esta es una de las metas más importantes del cerebro porque allí donde se vive de pequeño, tradicionalmente, era donde se vivía toda la vida. Ahora viajamos y nos trasladamos, pero como especie, durante cientos de miles de años, moríamos donde nacíamos y, por tanto, el que más rápido se adaptaba a su ambiente, era el que más posibilidades de sobrevivir, biológicamente, tenía.

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