6 de marzo de 2019

Mag. Susana Alicia Bartolotta. Argentina.
La degradación de los ecosistemas y la extinción de las especies están inevitablemente ligadas al bienestar del hombre. El ritmo de las pérdidas tiene una potencia temible y demanda acciones urgentes para restaurarse inmediatamente, ya que amenaza el normal funcionamiento de la ecosistemas del mundo y atenta contra la existencia de generaciones actuales y futuras.

En la actualidad se considera que no existe en todo nuestro planeta un ecosistema exento de trazas de la actividad humana, aún los localizados en zonas muy apartadas presentan niveles significativos de diversos agentes potencialmente contaminantes, ya sea aportados por los movimientos de las masas de aire, las corrientes marinas u oceánicas o los más diversos fenómenos atmosféricos, sumados a los agentes derivados de los procesos naturales.

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En este sentido, el deterioro y la fragmentación de los ecosistemas con la consecuente pérdida de biodiversidad constituyen uno de los problemas más graves que enfrenta la humanidad. Las relaciones entre el hombre y los recursos naturales son erradamente contradictorias ya que las sociedades crecen y se desarrollan a expensas de sus recursos naturales al mismo tiempo que los destruyen de manera alarmante.

Entre las causas del deterioro ambiental se pueden mencionar la erosión de los suelos, la contaminación ambiental, los incendios forestales, el uso inadecuado de los terrenos de cultivos, especies exóticas invasoras, la abusiva aplicación de agroquímicos y el vertido de efluentes industriales.

La Ecotoxicología es una ciencia joven que nace como una demanda a esta problemática y estudia efectos adversos de los compuestos químicos sobre los organismos vivos, desde el nivel del individuo hasta el de ecosistema e incluso de la biosfera. Los efectos estudiados consideran no solo las raíces toxicológicas, sino también otros tipos de perturbaciones de origen químico y sus sinergias y de origen físico o biológico. Los estudios pueden generar importantes datos que pueden ser usados en las decisiones sobre Evaluación del Riesgo y Desarrollo sostenible y permiten Intervenir en el diseño de requerimientos legales que regulen la manufactura y la liberación de sustancias. Lo cierto es que sin un acompañamiento de concientización adecuado, los abordajes estarían siendo insuficientes.
La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el Día Mundial del Medio Ambiente en 1972 para marcar la apertura de la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente Humano, la misma que llevó al establecimiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). El Día Mundial del Medio Ambiente se conmemora cada año el 5 de junio y en cada ocasión, la Organización de las Naciones Unidas fomenta una alerta mundial sobre el medio ambiente e incrementa la atención del público y la acción política.

Como un modo de aumentar la comprensión y la conciencia sobre las cuestiones relativas a la diversidad biológica, el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (PNUMA) convocó un grupo de expertos en diversidad biológica en noviembre de 1988, para evaluar la necesidad de un convenio internacional sobre la diversidad biológica, trabajo que culminó el 22 de mayo de 1992 con la Conferencia de Nairobi para la adopción del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Los objetivos del Convenio son la conservación de la diversidad biológica, el uso sostenible de sus componentes, y la participación justa y equitativa de los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos.

Sin embargo, en las últimas décadas y a nivel global las acciones no han producido cambios reveladores. Por tal motivo, PNUMA pidió acciones audaces e innovadoras con urgencia para que los gobiernos puedan cumplir con un Plan Estratégico a 10 años (2011-2020) con 20 objetivos, destinado a frenar la pérdida de biodiversidad en la Tierra. Así lo señala en un informe presentado en el año 2014 en la Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre Diversidad Biológica que se reúne en Montreal. El PNUMA subrayó que lograr esas metas requiere cambios en la sociedad, incluyendo un uso mucho más eficiente de la tierra, el agua, y la energía, además de nuestros hábitos de consumo y grandes transformaciones en los sistemas alimentarios.

La Asamblea General de las Naciones Unidas también proclamó el 22 de mayo como el Día Internacional de la Diversidad Biológica, mediante la resolución 55/201, con el propósito de informar y concientizar a la población y a los Estados sobre las cuestiones relativas a la biodiversidad.

Es imprescindible comprender que los problemas ambientales son muy complejos y requieren un enfoque interdisciplinario que permita atender las necesidades de una población aumentada en las próximas décadas frente al desafío de una capacidad operativa para gestionar y restaurar los recursos naturales de los que depende toda la vida.
Entre las áreas que necesitan una atención más urgente se señalan el cambio climático global, la biodiversidad, el problema del agua y los impactos que la contaminación de diversa índole tienen sobre la salud de los ecosistemas. En todos los casos se requiere de políticas ambiciosas y combinadas con acciones inmediatas e integrales para evitar nuevas consecuencias de la inacción y crear un escenario de sostenibilidad.

La sostenibilidad puede vincularse con la resiliencia de los ecosistemas, es decir la capacidad de recuperarse luego de una perturbación y remite a la posibilidad de un ecosistema de mantenerse relativamente estable a lo largo del tiempo. Estas características son deseables y plantean en paralelo, políticas ambientales y una alfabetización científica ambiental para la sostenibilidad como objetivo clave para la formación de ciudadanos críticos en una situación de verdadera emergencia planetaria.

La escuela, entre otros actores, constituye un ámbito propicio para abordar la cuestión ambiental desde perspectivas integradoras que permitan a los alumnos la formación de un pensamiento crítico para comprender la complejidad del tema, conocer y contrastar las diversas visiones existentes sobre los problemas ambientales. Es necesario que las generaciones actuales y futuras sean conscientes de los problemas ambientales y tomen decisiones que sean coherentes con una sociedad respetuosa de los recursos naturales, con una posición ética de la sostenibilidad ambiental conjuntamente con una ética de la igualdad social.

Esta nueva sensibilidad adquirida mediante un trabajo sostenido sobre la concientización y la capacitación sobre problemas ambientales tanto locales como globales, podría ser la clave hacia el desarrollo de valores y comportamientos diferentes en la relación de los seres humanos con el ambiente.

La Década de la Educación por la Sostenibilidadha sidopromovida por la Naciones Unidas a comienzos del año 2005 y desde entonces la OEI ha estado impulsando la Educación por la Sostenibilidad entre los educadores iberoamericanos por medio de un espacio web que se ha convertido en referencia para la región. Actualmente se avanza con un Programa de Acción Global hacia la transición de una Sostenibilidad posible.

En Argentina han comenzado a desarrollarse programas educativos con la creación de la Unidad de Coordinación de Educación Ambiental de la Subsecretaría de Coordinación de Políticas Ambientales (Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación), aunque todavía son escasas las iniciativas en la educación ambiental no formal, especialmente la dirigida a adultos que conviven a diario con las contradicciones del cuidado del ambiente y la satisfacción de sus necesidades vitales mediante las actividades productivas.

Resta mucho camino por recorrer y los tiempos se acortan. Es nuestro deber como ciudadanos responsables, superar los obstáculos y lograr que la realidad no supere la ficción ya que la ignorancia, las malas políticas y las ganancias desmesuradas de la explotación ambiental no nos alcanzarán para comprar un planeta nuevo.

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