16 de mayo de 2021

Edwin Contreras Orjuela y Adriana Sarmiento Rodríguez. . Normalmente los programas académicos de las instituciones educativas de educación básica y secundaria plantean por separado el trabajo en química y en física, presentando como es natural, en el orden histórico, en cada una de ellas un plan y temáticas para abordar.

En la escuela colombiana pasa lo mismo, el Ministerio de Educación Nacional ha establecido los Estándares Curriculares dividiéndolos en procesos físicos y químicos [1], y desde allí cada asignatura construye su programa académico; de esta forma se cierra el acercamiento a las ciencias en la etapa escolar.

Sin embargo, si por alguna razón estas dos asignaturas obligatorias para los grados décimo y undécimo, llegan a encontrarse en el desarrollo de sus planes de trabajo, los resultados pueden ser absolutamente beneficiosos para el acercamiento a las ciencias, la construcción del pensamiento científico y la generación de una cultura científica. 

Los procesos y fenómenos físicos y químicos tienen un lugar común: el universo, y en él, la una se ha construido con ayuda de la otra, sin importar cuál fue la primera, sin embargo, en la historia de las ciencias es común encontrar trabajos individuales y colectivos en ambas ramas del conocimiento y se tiende con frecuencia a desconocer los eventos que han dado lugar a la postulación de leyes y teorías que hoy estudiamos y enseñamos, se tiende a desconocer que hay una estrecha secuencialidad e interrelación entre las disciplinas. Es recurrente, entonces, encontrar programas altamente sofisticados para distanciar más del trabajo en equipo, presentando la química y la física como ciencias aisladas y sin puntos comunes.

Ahora, para dar el paso que hay que dar, para reducir distancias y beneficiar la alfabetización y la generación de una cultura científica se depende de las expectativas de los profesores encargados de estas asignaturas. 

Hace algunos años, en un lugar común [2], la física y la química se encontraron por azar, mejor tal vez por necesidad. La situación era el espacio de laboratorio, uno solamente para los dos cursos, dos profesores, dos discursos, múltiples expectativas, todas distintas y grupos de jóvenes. El resultado: trabajamos, construimos una propuesta desde el modelamiento de los fenómenos, todos aprendimos y aprendimos mucho, de física, de química, de ciencias, de historia, pero sobre todo de trabajo en equipo. Fueron algunos años de trabajo conjunto, de muchas prácticas de laboratorio, de lecturas complementarias, de salidas pedagógicas reconociendo la presencia de los procesos físicos y químicos en las transformaciones de materia y energía en la industria, en diferentes zonas del país, en resumen: en la vida de los hombres.

Así, es aquí donde la ciencia, el pensamiento científico y la cultura científica hacen presencia en cada uno de los estudiantes que hacen parte de una propuesta de trabajo que, respetando los criterios y elementos propios de cada disciplina, los principios y leyes, y despojándose de la particularidad de los maestros, propone estudiar la materia y la energía de forma sistémica, conjunta, conexa y complementaria. Esta presencia en cada joven es indeleble, perenne, potenciadora de las múltiples posibilidades del trabajo académico, de interpretación del mundo, y por supuesto de su ejercicio ciudadano. Es aquí donde vale la pena seguir apostando por la construcción colectiva, por la continua exploración de posibilidades, por la prioridad del consenso, por ampliar el camino. La ciencia es un pretexto más para seguir creciendo como seres humanos.

Pasado el tiempo, luego de decantar emociones y recuerdos, esta reflexión es más que eso, es una invitación a los profesores de ciencias a saltar la frontera del horario, de sus cuadriculados paradigmas y de su contenido temático; la aventura del trabajo en equipo genera miedos profesionales, pero también retos fundamentales para el quehacer en el aula, donde los mayores beneficiados serán nuestros jóvenes.

Sin embargo, hay que tener el mayor cuidado porque al revisar las formas de trabajo, acercarnos y adentrarnos en las disciplinas de forma conjunta, trabajar decididamente, se puede lograr transformar las formas de pensamiento, se puede generar una cultura más rica, se puede ampliar el mundo y seguramente surgirán intenciones de transformarlo. Este, tal vez, es el papel más importante del maestro y de la escuela.

De este trabajo nunca se perderá la experiencia, las memorias, y es allí donde nadie podrá borrar los recuerdos en los estudiantes y profesores de dicho ejercicio académico.

Notas

Encarretan: Expresión muy colombiana para indicar una cercanía especial entre personas o situaciones. Intereses comunes.
[2] http://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-81033_archivo_pdf.pdf
[3] http://colegiounidadpedagogica.edu.co/