8 de febrero de 2022

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María Concepción Pomar Rosselló, Universidad Internacional de Valencia

La implementación de programas bilingües o de AICLE (Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras) en colegios públicos de España se critica recientemente por profesores y familias porque no ofrecen los resultados prometidos ni en el aprendizaje de contenidos ni en el desarrollo de cierta soltura de expresión en la lengua inglesa.

Esta visión, y la falta de resultados, puede tener que ver, más que con la puesta en práctica de AICLE, con una aplicación errónea de esta metodología, en la que se pretende que los alumnos lean y aprendan de memoria los conceptos. El aprendizaje de lenguas extranjeras, integrado con el aprendizaje de contenidos distintos de la lengua en sí, bien implementado, implica diálogo, experiencia y experimentación, búsqueda de información, pensamiento crítico y trabajo en grupo para crear un clima de conversación y de comunidad en clase.

No puede ni debe basarse en simplemente leer un libro de texto, memorizar los contenidos y rellenar ejercicios, tal y como se viene haciendo en la metodología más tradicional. Por el contrario, un programa bilingüe eficaz debe basarse en la comunicación oral activa como andamiaje para comprender los contenidos.

Primero debemos cerciorarnos de que los alumnos han alcanzado este punto de comprensión a través del diálogo, incentivado a través de las ayudas pertinentes para elaborar sus propias frases en la lengua extranjera. El principio de andamiaje fue propuesto por Bruner y Vygotsky.

Una vez logrado ese punto de comprensión, ya pueden leer y comprender lo suficiente como para llevar a cabo los test y los ejercicios necesarios para la evaluación.

Es decir, el aprendizaje integrado de contenidos y lenguas exige un cambio pedagógico, como han explicado otros expertos.

La importancia de los libros

En relación a los materiales de clase, no sirve cualquier traducción literal al inglés de un libro de contenidos tal y como se impartiría en castellano u otra lengua regional: los libros y los materiales que el profesor diseñe y presente al alumnado deben ser especializados para la implementación de AICLE.

Van a ser materiales adaptados al nivel y la capacitación del alumnado de expresión en lengua inglesa y lo suficientemente explicativos, tanto en relación al aprendizaje gradual de léxico y gramática como en contenidos, a través de numerosas ayudas visuales, auditivas, que requieran movimiento, digitales, audiovisuales, táctiles, etc.

Coordinación entre docentes

El otro problema identificado es la falta de coordinación por parte del docente que imparte la asignatura de inglés propiamente dicha y el profesor de AICLE. Hay expertos que abogan por la dinamización del equipo docente y defienden la figura de un coordinador que gestione y lidere el proyecto.

Esta coordinación y necesidad de trabajo en común entre los profesores de lengua inglesa y los profesores que imparten otras materias en inglés es un punto clave.

Imaginemos un profesor que tiene un buen conocimiento de la materia y un manejo de la lengua inglesa suficiente para explicar los contenidos. Sin embargo, no sabe implementar correctamente la evaluación diagnóstica, formativa y sumativa adaptada a las necesidades educativas de los alumnos y los materiales, no planifica sus actividades según la taxonomía revisada de Bloom, no conoce la distinción entre BICS y CALP, no lleva a cabo este trabajo de grupo de coordinación con sus compañeros… Es decir, simplemente imparte la asignatura como lo haría con cualquier otra sin tener en cuenta las bases metodológicas AICLE.

Este profesor no obtendrá los resultados esperados. Lo cual le puede llevar a pensar que los programas bilingües no son viables ni eficaces, y opte por el abandono.

Eficacia probada

La implementación de programas bilingües por parte de docentes debidamente formados y entrenados sí ha probado ser eficaz y muy beneficiosa para el alumnado. Hay multitud de estudios que así lo certifican. Dieciséis años después de que se implantaran los primeros programas, un tercio del alumnado total en España está matriculado en ellos, y la oferta no para de crecer.

Nos vemos, entonces, en una situación en la que la falta de conocimiento sobre la metodología lleva a pensar a un sector importante de la formación que los programas bilingües son ineficaces. Esto podría derivar en una no deseada situación de elitismo en la cual, de cara al alumnado, y teniendo en cuenta su futuro, los alumnos que sí hayan cursado satisfactoriamente un programa bilingüe a través del método adecuado tengan mayores oportunidades de continuar su formación y a nivel profesional que los alumnos que no se hayan formado en la misma medida en la lengua extranjera.

Esta situación es fácilmente evitable si se proporciona al profesorado más oportunidades de formación y más información de calidad acerca de lo que supone ser un profesor en un programa que integre la enseñanza de contenido con la de una lengua extranjera.The Conversationhttp://theconversation.com/es/republishing-guidelines —>

María Concepción Pomar Rosselló, Profesora especializada en lengua inglesa, Universidad Internacional de Valencia

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.