23 de noviembre de 2020

Paola A. Dellepiane, Buenos Aires, Argentina
Comunidad de Educadores de la Red Iberoamericana de Docentes.
¿La hibridación podría ser el argumento principal para que las universidades desarmen el modelo compartimentado de las asignaturas y ofrezcan múltiples itinerarios de aprendizaje, flexibles y autogestionados por el estudiante? ¿Será la oportunidad definitiva para romper el estigma de que el aprendizaje a distancia es de menor calidad que el presencial? Aunque no todos tenemos una misma visión de lo híbrido, sí acordaremos que pensar en una educación híbrida es pensar en una pedagogía distinta. Un formato híbrido en el que los contextos (presencial y virtual) se mezclan de manera permanente y constante. La asincronía, en relación directa con los entornos virtuales o plataformas de aprendizaje, también hay que aprender a usarla durante el periodo de presencialidad, y así facilitar el cambio de entornos de manera fluida, ágil y flexible.

Hace tan solo un año era improbable imaginar una situación en el mundo de la educación como en la que ahora vivimos. Muchos han vivenciado la irrupción de la tecnología en educación como un peligro, una amenaza para el correcto proceso educativo. Los LMS (Learning Management Systems) o plataformas de aprendizaje hasta marzo de 2020, en su gran mayoría, han sido utilizadas por las Universidades como reservorios de archivos y recursos digitales, cumpliendo más con las características de un modelo centrado en transmitir, que en crear y construir conocimientos. Al mismo tiempo, suelen reproducir las mismas metodologías de una clase tradicional, de tipo presencial.

Adicionalmente, una gran parte del profesorado sigue percibiendo a las tecnologías como un mero añadido al proceso de enseñanza, y no como palancas de cambio e innovación educativa a través de las cuales podamos construir escenarios fortalecidos por ellas para la colaboración, la interacción y construir nuevas formas de relacionarnos con la realidad. (Cabero, 2020).

Primer interrogante: ¿Se han podido superar estas barreras conceptuales durante este 2020?

La virtualidad no es algo nuevo en la historia de la humanidad, nos ofrece la posibilidad de crear entornos nuevos de relación y, como tales, deben de ser tratados de forma distinta para extraer de ellos el máximo de su potencial: los entornos virtuales nos permiten rediseñar las propuestas de enseñanza.

“Entendemos a los entornos virtuales como espacios de comunicación que permiten el intercambio de información y que haría posible, según su utilización, la creación de un contexto de enseñanza y aprendizaje en el que se facilitará la cooperación de profesores y estudiantes, en un marco de interacción dinámica, a través de unos contenidos culturalmente seleccionados y materializados mediante la representación, mediante los diversos lenguajes que el medio tecnológico es capaz de soportar” (Polanco V, 2002: 6).

Para Burbules y Callister (2001), si un usuario no logra participar eficazmente en todas las oportunidades que ofrece Internet, no se puede decir que tenga “acceso” a la Red, aun cuando posea computadora y esté conectado; si no consigue distinguir lo útil de lo inútil carece de “credibilidad”, y de los medios para evaluar la calidad de los contenidos que encuentra.

Entonces, desde esta concepción, los entornos virtuales deben considerar a las tecnologías no como un sistema de transmisión mediante el cual el docente provee información a los estudiantes, sino como un sistema potencial de colaboración en el que pueden desarrollarse distintas actividades de enseñanza que faciliten el aprendizaje. Así, un entorno virtual es un espacio propicio para el desarrollo de tareas y actividades colaborativas, haciendo uso de las herramientas de comunicación que poseen, y haciendo posible la creación de una comunidad de aprendizaje. Palloff y Patt (2004) se refieren a la consolidación de las relaciones dentro de una comunidad, de la siguiente manera: "la presencia social es un elemento crítico en la comunidad online, y uno de los elementos también críticos del trabajo colaborativo".

Introducir el trabajo colaborativo en el "aula", independientemente que hablemos de aula virtual o mediada, no es tarea sencilla, requiere de una planificación previa y de la preparación del diseño didáctico de actividades estructuradas en una colaboración flexible y basada en el enfoque distribuido, siendo el estudiante partícipe activo de su propio aprendizaje a través de actividades que faciliten el pensamiento y ayuden a dar forma y organizar estos pensamientos.

Las iniciativas hacia lo virtual que en el entorno de la educación han surgido en los últimos 10 años (los MOOC son una de ellas, y que ha subido algunos puestos en el ranking durante este año), no son sino otro ejemplo más de los procesos de transformación digital que ya hemos experimentado en otros ámbitos como el turismo, el ocio, la salud, la comunicación o las relaciones sociales.

Lo virtual o en línea, lejos de ser un constructo independiente o una amenaza es una realidad que se nos ha presentado de manera abrupta, y que a estas instancias hemos integrado de “manera natural”.

Sabemos también que digitalizar la educación no es “virtualizar la enseñanza”, es decir, hacer lo mismo que en lo presencial. Digitalizar la educación es hacer relevante una experiencia de aprendizaje más allá de una plataforma tecnológica o LMS. Supone amplificar, expandir los entornos virtuales hacia entornos abiertos, creativos e innovadores de aprendizaje que incorporen y aprovechen en todo su potencial la Red y las tecnologías para el desarrollo de las prácticas docentes. 

Segundo interrogante: ¿Se han desarrollado prácticas de colaboración propicias para el desarrollo de estos entornos virtuales abiertos y flexibles durante este 2020?

Sabemos también que el dominio técnico y didáctico que el docente tenga de la plataforma tecnológica influye significativamente en la utilización que haga de la misma, que influye en la diversidad de actividades, recursos digitales y estrategias que es capaz de movilizar.

Esta variable también ha repercutido en que los estudiantes se sintieran un poco perdidos en los contextos virtuales en los cuales han tenido que desenvolverse durante el período de aislamiento. Además, se han encontrado con la limitación que su dominio de autorregulación de su aprendizaje es clave para desenvolverse en los entornos de formación a distancia.

Es también importante asegurase la calidad de las acciones formativas que se desempeñen en la virtualidad, teniendo en cuenta las fuertes demandas que la educación a distancia ha tenido en los últimos tiempos, y que posiblemente se extiendan en el futuro. Asegurarse la calidad de las acciones será clave para el buen desempeño de las acciones formativas que son necesarias.

Tercer interrogante: ¿Qué grado de apropiación de escenarios mixtos, que combinen lo presencial con lo virtual, en los cuales la utilización de las tecnologías se considere clave para su desempeño, hemos podido adquirir durante este 2020?

El modelo de educación híbrida sirve para responder a las necesidades de distanciamiento social pero a la vez abre el camino hacia un proceso de transformación digital de la educación que puede ayudar a construir sistemas educativos con mayor calidad, inclusión y flexibilidad.

El modelo de educación híbrida requiere tanto distribuir los contenidos entre plataformas y clases presenciales como desarrollar modelos de enseñanza y aprendizaje que permitan asegurar interacciones significativas e integradas del estudiante con el contenido, con sus compañeros y con los docentes, las cuales son esenciales para el proceso de aprendizaje.

Esto requiere repensar la educación y el uso de las tecnologías para que se usen como una herramienta que ayude a acelerar aprendizajes, más que como un simple canal para transmitir contenido. Tres sugerencias para ello:

#1- Debemos diseñar los momentos presenciales y los no presenciales como si fueran un continuo. No debemos diseñar, por un lado, los momentos presenciales y, por otro, los no presenciales: superación definitiva del binomio presencial-virtual.
#2- Gestionar el tiempo de otra forma, con una distribución razonable y sostenible de la sincronía (sea presencial o virtual) y la asincronía. Resignificar el "nuevo" encuentro físico y el espacio de lo virtual. Necesitamos que el “traslado” de los estudiantes hacia el campus universitario adquiera un verdadero sentido de inmersión.
#3- El diseño, como tarea central de la docencia. Redefinir el rol docente como diseñador de experiencias de aprendizaje. Sacar el máximo provecho de los campus virtuales o plataformas. Elaborar el diseño desde una situación de no presencialidad, desde una mirada completamente diferente a como lo venimos haciendo.

Referencias
Cabero Almenara, J., y Puentes Puente, A. (2020). La Realidad Aumentada: tecnología emergente para la sociedad del aprendizaje. AULA, Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, 66 (2), 35-51
Pardo Kuklinski, Hugo; Cobo, Cristóbal (2020). Expandir la universidad más allá de la enseñanza remota de emergencia Ideas hacia un modelo híbrido post-pandemia. Outliers School. Barcelona.

Paola A. Dellepiane
Profesora en Matemática y Licenciada en Tecnología educativa. Especialista en TIC aplicadas a la educación y formación docente.