12 de noviembre de 2019

Creo que tres aspectos esenciales. El primero es el deseo de que todo el mundo ame el aprendizaje a lo largo de su vida; es decir, que tanto niños como adultos lo disfruten. El segundo es la comprensión de que la enseñanza debería ser el trabajo más importante del siglo XXI porque estamos en una época en la que todos los recursos de la tierra se están agotando, y el único que no lo hace y es ilimitado es la inteligencia humana y, precisamente, los profesores son quienes lo cultivan.

Por último, sería necesario tener el sentimiento de que la educación de la gente joven debe ser una responsabilidad compartida de toda la sociedad —no solo de padres y profesores—, como ya está ocurriendo en escuelas de diferentes partes del mundo como Finlandia, Ontario (California) o Corea del Norte.

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